Queridos amigos, hoy 15 de diciembre, estando tan cerca de las fechas familiares que determinan nuestra vida hasta después del 6 de enero, fecha gloriosa porque vienen los Reyes y se corre el Ramírez, quiero saludarlos a todos por el fin de año, deseándoles todo lo bueno para el 2012.
A partir del 20 de enero nos encontraremos de nuevo. Tendremos que hablar de tantas cosas porque realmente la capacidad destructiva de este gobierno es tan fantástica que tendremos que registrar en un bibliorato todas las cosas que suceden mañana, tarde y noche.
El año que viene debemos continuar analizando lo que sucede, expresando claramente nuestras diferencias. Sin embargo ha llegado el momento de señalar con claridad el rumbo que tiene que tomar nuestro país. La sensación colectiva que sienten los ciudadanos hoy es que este es un país que va a la deriva, y eso crea un estado creciente de angustia, de desesperanza, de frustración, de inquietud, de temor. Es nuestra obligación sustituir esos sentimientos con una firme voz de esperanza para que todos sintamos hacia donde tenemos que rumbear para encontrar el paso seguro y cruzar esta correntada destructiva que hoy nos gobierna.
Esa será nuestra tarea, la de todos nosotros. Para tarea nos comprometemos también a dar nuestras señales, que pueden ser equivocadas pero que tienen sin ninguna duda el valor de ser definidas y claras y de reconocer que una nación no puede estar apartada, ni menos en contra, de las tendencias del mundo en que vive.
Lo que el Uruguay hizo en el pasado fue ponerse al frente de esa tendencia, por eso todos queremos vivir el Uruguay de ayer. Lo que el Uruguay tiene que volver a ser es meterse dentro de esa revolución, a la cabeza de ella, y no continuando con un empeño suicida en afirmar ideas y procedimientos ya desaparecidos del mundo real.
La luz de la esperanza nos iluminará siempre.
Buen año. Felicidades.
(*) Abogado. Ex presidente de la República (2000-2005)
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