El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Soñar no cuesta nada

Por Gustavo Toledo
Hoy tuve un sueño. Un sueño bastante modesto si lo comparo con las grandes utopías que otros aún alimentan y proclaman. O exageradamente ambicioso si lo contrasto con las expectativas de los resignados de siempre. Soñé con que nos escapábamos del cuadro surrealista al que nos condenaron hace mucho tiempo y nos transformábamos en un país serio, ordenado, previsible. En una palabra: en un país normal.   
Soñé con un país en el que los gobernantes respetan las normas (¡todas las normas: desde las legales hasta las ortográficas!), en el que obran conforme a sus ideas y no a los designios de terceros, en el que dan el ejemplo dentro y fuera de la función pública y su honestidad está lejos de toda sospecha.
Soñé con un país en el que los empleados públicos cobran según su rendimiento y tienen claro que son funcionarios del Estado y no sus dueños y que los ciudadanos –a los que algunos destratan y menosprecian- son sus verdaderos patrones.
Soñé con un país en el que los empresarios no le reclaman al Estado (y éste a la sociedad) que financie su ineficiencia o cubra sus pérdidas; un país en el que los sindicatos defienden los derechos de los trabajadores sin poner en riesgo sus fuentes de trabajo y sus plataformas se basan en reclamos reales y concretos del presente y no en fórmulas ideológicas del pasado.
Soñé con un país en el que la educación estimula la creatividad de los niños, alimenta el intelecto y la sensibilidad de los jóvenes y permite a cada uno de ellos ser dueño de su propio destino; un país en el que los educadores tienen claro que su función es un sacerdocio y están dispuestos a renunciar a sus sectas para formar librepensadores; un país en el que los políticos tienen como prioridad el bienestar de las futuras generaciones y los padres defienden con uñas y dientes a sus hijos del fanatismo de los malos docentes y la desidia de los peores gobernantes.
Soñé con un país que no gasta lo que no tiene, que no contrae deudas que no puede pagar, que no juega a la mosqueta con su moneda y no le mete la mano en el bolsillo a los contribuyentes.
Soñé con un país en el que la meta es que los que están abajo suban y no que los que están arriba, bajen.

Soñé con un país en el que la gente puede salir a la calle sin temor a que la roben, la maten o la ultrajen; un país en el que las rejas y las alarmas no existen y las autoridades no rompen el termómetro cada vez que aumenta la fiebre sino que la combaten con ejecutividad, idoneidad y firmeza.   
Soñé con un país en el que los niños son sagrados y los viejos venerados.
Soñé con un país en el que los hombres y mujeres cualquiera sea su opción sexual, religiosa o ídeológica son libres; un país en el que la privacidad de las personas es respetada a rajatabla y el Estado o sus circunstanciales inquilinos se mantienen a raya.
Soñé con un país en el que los bolches y los fachos son vistos como las dos caras de una misma moneda.
Soñé con un país en el que los liberales de verdad reclaman para sus opositores las mismas libertades y derechos que exigen para sí mismos.
Soñé con un país en el que el arte, la cultura y la educación no son instrumentos de domesticación, adoctrinamiento o sometimiento de unos en favor de otros sino medios de superación y enriquecimiento espiritual del conjunto de la sociedad.
Soñé con un país en el que los antiguos lectores de “Mi Lucha” recitan de memoria “El Diario de Ana Frank” y los antiguos cultores del “Manifiesto Comunista” regalan a sus amigos y familiares  “Camino a la servidumbre”.  
Soñé con un país en el que la única verdad es la realidad y todos aceptan que hay mil formas de interpretarla.
Soñé con un país en el que la naturaleza no es víctima de la negligencia homicida de unos y la ambición ilimitada de otros.
Soñé con un país en el que se puede soñar en voz alta y muchos soñamos lo mismo al mismo tiempo.
Soñé con un país en el que los sueños se hacen realidad.

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