El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Dignidad republicana


Por Gustavo Toledo

Cuando una persona accede a la presidencia de la República deja de ser cien por ciento libre. Pasa de ser un ciudadano más (dueño de sus dichos y sus actos como cualquier hijo de vecino) a transformarse en el máximo representante de una sociedad. En esa condición, ya no puede hacer o decir lo que se le ocurra sino aquello que le corresponde hacer o decir en función de los altos intereses de su país.-

Quien se cruza la banda presidencial debería saber que no gana derechos sino obligaciones. Se compromete a servir a la sociedad; no a servirse de ella. Su libertad queda supeditada a sus responsabilidades como gobernante. Y no me refiero solamente al compromiso contraído con sus votantes sino al estricto cumplimiento de la Constitución y las leyes, así como también de las normas invisibles que regulan, controlan y limitan su cargo. Me refiero al protocolo, la diplomacia, el lenguaje oficial y el cuidado de su imagen.-

Un ciudadano que aspira a ocupar la presidencia puede ser desprolijo, usar un vocabulario poco académico o esquivar las formalidades, pero como presidente de la República no puede hacerlo. Una cosa es ser un Juan de los Palotes y otra muy distinta el responsable del destino de todo un país.-

Cuando un presidente habla de la esposa de otro de manera vulgar y chabacana, se equivoca. Cuando un presidente sale a la calle a repartir volantes redactados por él mismo en contra de la violencia de género de manera más que desafortunada, se equivoca. Cuando un presidente discute con un transeúnte como si estuviera en una cancha de futbol, se equivoca. Cuando un presidente se olvida de ciertos “regalos” detrás de una cortina en una visita oficial y genera un revuelo bárbaro, se equivoca. Cuando un presidente se refiere a las ciudadanas de un país vecino que viven en el nuestro como personas “con fama de buenas, honestas y dóciles”, se equivoca. Y, por si faltara algo, cuando un presidente es fotografiado en una cumbre de mandatarios latinoamericanos luciendo una chaqueta del ejercito del país anfitrión, se equivoca y mucho.

Quien actúa de esa manera, por demás frívola y desaprensiva, ¿es consciente del daño que le hace a la imagen de su nación? ¿Se olvida el ciudadano que desempeña transitoriamente la presidencia de la República que es entre otras cosas el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de su país y por lo tanto debe guardarles respeto? ¿Se olvida que representa dentro y fuera de fronteras al conjunto de la sociedad y no a sus compañeros de juergas? ¿Se olvida que es el Jefe de Estado de una nación y no el animador de una fiesta infantil?... ¿Se olvida o simplemente no le importa?

Es una pena que el presidente se empeñe en quitarle el trabajo a Arotxa. ¿Cómo va a hacer el pobre para caricaturizar algo que más que risa da pena?

Un poquito más de dignidad republicana no nos vendría nada mal.

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