Más que arena

Por Dr. Pedro Bordaberry (*)

“Primero pensé que peleaba por salvar los árboles de caucho; luego creí que lo hacía por la Amazonía; ahora me doy cuenta que lucho por la humanidad” afirmaba Chico Mendes mientras peleaba por preservar los animales, árboles y habitantes de la Amazonia.

Ese concepto, esa lucha por preservar el ambiente, de cuidar la naturaleza, se deriva en última instancia de dejarle un mundo, un país, un lugar, mejor a los que vienen detrás. A nuestros hijos, nuestros nietos. Es un acto de responsabilidad.

En el Uruguay muchos aportaron en ese camino.

Allá por 1891 Enrique Burnett empezó a plantar pinos en la costa de Maldonado. Esos mismos pinos que hoy dan sombra a los visitantes de todo el mundo que llegan a Punta del Este y nos dan trabajo a miles de uruguayos.

Algunos años después, por el 1900 y poco, Antonio Lussich horadó las piedras duras de la Punta Ballena y plantó en ellas árboles de todo tipo. Plantar árboles entre las rocas parecía una locura no sólo por el tipo de suelo sino por los vientos y temporales que azotaban el lugar. Hoy miles de personas disfrutan del Arboretum que lleva su nombre.

En 1923 Horacio Arredondo comienza la reconstrucción de la Fortaleza de Santa Teresa que se encontraba destruida y tapada de arena. Plantó miles de árboles y reconstruyó también el Fortín de San Miguel. Las dos fortalezas y el Parque que las rodea alojan hoy a miles de uruguayos y visitantes de todo el mundo que lo disfrutan verano a verano. En 1937 fue nombrado Director Nacional de Turismo, cargo que ocupó hasta 1954.

A principios del siglo pasado Aaron de Anchorena llegó con su amigo Jorge Newbery  en globo aerostático a las costas de Colonia. Al tiempo adquirió un campo donde se encuentran los ríos de la Plata y San Juan y desarrolló un enorme parque dominado por una torre en el que plantó miles de árboles. Al morir en 1965 legó el Parque al Estado uruguayo para residencia de descanso de los Presidentes pero también para que sea visitado, como lo es, por miles de personas.

Otro argentino, Mauricio Litman, llegó en la década del cuarenta a Punta del Este e hizo un enorme aporte a su desarrollo. Creó el Cantegril Country Club, el Club de Golf, desarrolló barrios jardines, respetando el lugar y los pinos que había plantado Burnett. A ello le sumó festivales cinematográficos y construyó una casa sobre la Avda. Roosvelt que donó al Estado uruguayo para residencia de descanso de los Presidentes.

En 1890 Francisco Piria comenzó el desarrollo de otra zona de la costa uruguaya, en Maldonado. Construyó en él una rambla similar a la de la Costa Azul francesa, un castillo, un gran Hotel y una vía férrea por la que circulaba un tren a vapor. Varias generaciones de uruguayos hemos disfrutado la obra de Piria durante décadas.

Julio Vilamajó fue uno de los más grandes arquitectos orientales. Entre muchas distinciones fue uno de los dos latinoamericanos, junto al brasileño Oscar Niemeyer, seleccionados entre los doce arquitectos que trabajaron en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York. El trabajo que realizó sobre las reglas urbanísticas de la Villa Serrana en Lavalleja son una consulta ineludible para los que quieren un desarrollo respetuoso del ambiente.

El trabajo desarrollado por la Comisión del Patrimonio del Barrio Histórico de la Colonia del Sacramento, integrada entre otros por el Prof. Fernando Assuncao y el Arq. Odriozola, es responsable del orgullo que sentimos los uruguayos por el Patrimonio de la Humanidad que es Colonia.

Carlos Paéz Vilaró construyó Casapueblo con la ayuda de albañiles, el viento y las tormentas. Esa escultura habitable que se integró, respetándola, a la topografía de la misma Punta Ballena en la que Lussich plantaba árboles en las rocas y que hoy recibe a miles de visitantes de todo el mundo.

Cuando me tocó estar en el Ministerio de Turismo traté de seguir las enseñanzas y caminos de todos estos uruguayos y uruguayos por adopción que trabajaron pensando en dejarnos un Uruguay mejor y lo lograron.

Junto a Alfonso Varela sacamos de la playa el Centro del Espectáculo en Punta del Este. ¿Qué pondrán en su lugar? me preguntó una señora. Nada, le respondí, restauraremos la playa, ¿qué mejor que una playa ahí? contesté.

Derribamos 50 casas ilegales sobre la playa en Punta del Diablo y relocalizamos a los pobladores locales, construyendo galpones de pesca y un paseo de artesanos, recuperando uno de los lugares más lindos del Uruguay.

Luchamos por el Uruguay Natural que es el dejar un lugar mejor que el que recibimos. Es el rumbo  que marcaron Burnett, Lussich, Arredondo, Vilamajó, Litman, Anchorena, Assuncao, Paéz Vilaró y tantos más.

Cuando lo hacíamos, como Chico Mendes, al principio pensamos que peleábamos por salvar las playas, los parques; después creímos que lo hacíamos por el Uruguay Natural.

Eso cambió cuando escuchamos al Presidente Mujica  en su desatino semanal, diciendo que las Dunas del Polonio eran arena que se tenía que rematar en pedazos “porque vale en pila”.

Ahora creo que peleamos porque no vendan las joyas del Uruguay, las que tenemos que legar, mejoradas, a las generaciones por venir.

Como Chico Mendes luchamos por la Humanidad.

(*) Abogado. Senador de la República. Líder de Vamos Uruguay.