El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

sábado, 4 de junio de 2011

Vocación de bolichero

Por Prof. Gustavo Toledo
Cada día me convenzo más de que el presidente de la República tiene vocación de bolichero. Pero no de los de ahora (es decir, de los encargados de los autoservicios con mentalidad moderna y calculadora electrónica) sino de los de antes, de los que pesaban la yerba y el azúcar a ojo, y sabían vida y obra de todos los parroquianos. Con un papel de estraza y un lápiz, el hombre quiere arreglar el mundo. Le falta el escarbadientes prendido entre sus labios y es Vicente La Russa (“el preso”) en Polémica en el Bar.
El hombre está en todos lados, como Droopy, soltando ideas a veces simpáticas y otras tan simplistas y frívolas que asustan. Es una usina inagotable de frases rimbombantes y propuestas rocambolescas. Y aunque lleva más de un año sentadito en el sillón de Rivera, todavía no le cayó la ficha de que es presidente, que tiene una investidura que cuidar y una labor docente que cumplir. En vez de elaborar propuestas articuladas, responsables, sólidas, que ataquen los muchos problemas que tiene el país por delante de manera metódica, sistemática y eficaz se dedica a tirar bolazos para consumo del talud. Más que presidente, es un buen imitador de Capusotto. Un comediante digno de los mejores tablados.
En las últimas horas, sin ir más lejos, se le ocurrió pedirle a medio millón de uruguayos que aporten cien pesos por mes durante dos años para solucionar de esa forma el “problema de la vivienda”. Casi al mismo tiempo, tiró la idea de gravar la tierra, estableciendo un nuevo impuesto a las personas físicas o jurídicas propietarias de más de 2.000 hectáreas. Según dijo el ministro del ramo, el rescatable Aguerre, se enteró de la iniciativa por la prensa. ¡Nadie le avisó nada! Con relación a la otra idea, a la ministra de Vivienda nadie la consultó. Ocupa un sillón, pero no existe. ¡Está pintada al óleo!  
Para algunos, estas ocurrencias pueden ser vistas como el súmmum del pragmatismo. Soluciones concretas a problemas concretos de un presidente ejecutivo, reacio al papeleo y a la burocracia. Sin embargo, no son más que una inequívoca muestra de su estilo desprolijo e improvisado. La cosa está clara: su objetivo no es resolverlos, sino parecer preocupado en resolverlos. No trabaja para el fin, sino para el medio. Con aparecer en Subrayado cada tarde, que Sonia lo entreviste una vez por semana y los diarios repiquen todas las mañanas sus frases de colección alcanza y sobra. 
En definitiva, el problema no está tanto en la “originalidad” de sus ideas (discutibles, perfectibles, mutables, “como te digo una cosa, te digo la otra”), sino en su forma de encarar las cuestiones de Estado. No es a los ponchazos que se resuelven problemas como el de la vivienda, ni pasando la gorra como si se tratara de una colecta para la escuela del pueblo. ¡Sólo le falta rifar un lechón para bancar alguna obra en carpeta o hacer una kermesse para pagarle a BID!
¿Así se gobierna? Claramente no. Así se administra un kiosco o un bolichito de barrio, y por ahí nomás, pero gobernar un país es otra cosa. Para eso hace falta seriedad, estudio y equipos. Atributos que este presidente, notoriamente, no posee. 
Si no fuera por el viento de cola de la economía mundial, ¿se imaginan dónde estaríamos?

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