El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

viernes, 2 de diciembre de 2011

El fuego, no las cenizas

Por Dr. Ope Pasquet (*)
Ayer quedó instalada, en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, la urna que contiene los restos mortales de José Artigas. Como es sabido, la urna estaba en el Mausoleo de Plaza Independencia. Debido a que dicho edificio necesita reparaciones se dispuso que, provisoriamente, los restos del Jefe de los Orientales queden depositados el Palacio de las Leyes.
La ceremonia de traslado de la urna funeraria al lugar de su emplazamiento interino fue ocasión para la celebración de una suerte de fiesta patria “ad hoc”, no prevista en el calendario oficial.
A las puertas del Palacio, el Presidente de la Asamblea General y una comisión de legisladores especialmente constituida para la ocasión aguardaban a los ilustres despojos. Doblemente custodiada por el Cuerpo de Blandengues y el Batallón Florida, la urna fue solemnemente depositada en el centro del Salón de los Pasos Perdidos. Con la presencia del Presidente de la República, el gabinete ministerial y otras autoridades, se cantó el himno nacional. Luego sesionó la Asamblea General, en la que hablaron legisladores pertenecientes a los cuatro partidos políticos representados en al Parlamento. El Presidente de la Asamblea, Cr. Astori, señaló con aire de reproche, al comienzo del acto, que era la primera vez que los restos de Artigas llegaban a la sede del órgano legislativo. Luego, los oradores volvieron a mencionar el punto y alguno le dio la bienvenida al Gral. Artigas. Me estremecí, pensando que si se va a hacer cuestión del lugar donde se depositan los despojos del héroe, a alguien se le va a ocurrir que no es justo que sólo Montevideo tenga ese honor, y que quizás  se organice, a modo de peregrinación patriótica, una recorrida de la urna por los otros dieciocho departamentos...
Como legislador participé, obviamente, de la ceremonia de ayer. Como uruguayo, profeso la veneración laica que debemos profesar todos por la figura del héroe nacional. Pero para ser sincero debo confesar que me resulta algo extraña, y hasta chocante, toda esta liturgia funeraria cumplida en torno a lo que pueda quedar del cuerpo de una persona fallecida hace más de 160 años. La exaltación patriótica en torno a los restos mortales de los héroes, últimamente tan cultivada en América Latina (léase Basta de historias, de Andrés Oppenheimer)  me hace pensar en los irracionales estallidos de fervor religioso del Medioevo, en torno a las reliquias de los santos...¡Ay, Uruguay!
La vida de Artigas es más  que pródiga en actos dignos de recordación. No nos alcanzarían los días del año para celebrar todas las manifestaciones de su grandeza,  ni para reflexionar acerca de todas las frases –muchas, de soplo épico- en las que troqueló su pensamiento. No necesitamos, realmente, improvisar solemnidades fúnebres al vaivén de las reparaciones edilicias que reclame el Mausoleo.
Los cuerpos vuelven al polvo y con él se confunden; las que permanecen son las ideas.
Celebremos el fuego, no las cenizas.
(*) Abogado. Senador de la República. Secretario general del Partido Colorado

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