La cultura dura y a veces dura más de
lo que uno mismo procura. Para entender el lado siniestro de la integración de la
América Española, conviene empezar por el principio.
Juan
Bautista Alberdi escribió en 1852 en Bases y puntos de partida…
-
Con sus monopolios rancios y sus tradiciones del siglo XVI, Buenos Aires es
realmente la peluca de la República Argentina, la expresión de la colonia
española de otro tiempo, como Lima, como Méjico, como Quito, como todas las
ciudades donde residieron los virreyes que tuvieron por mandato, inocular en
los pueblos de América del Sur las leyes negras de Felipe II y Carlos V. La
primera necesidad es colocar la iniciativa de la nueva organización, fuera del
centro en que estuvo por siglos la iniciativa orgánica del régimen colonial.
COMENTO:
41 años antes de Alberdi, Miguel Barreiro, había escrito en las instrucciones
del año XIII:
19°
- Condición precisa e indispensable: que sea fuera de Buenos Aires, donde
resida el sitio del Gobierno de las Provincias Unidas.
Y
allí empezó "la cuestión oriental".
Buenos
Aires le pagó tres veces a Brasil para que no la atacara, y el precio fue
entregar la Banda Oriental (1811, 1816, 1828).
La
historia suele ser un noticiero del futuro. Y quien se olvide de eso, corre el
riesgo de quedar desairado tal cual le está sucediendo a quienes insisten con
la fraternidad solidaria en este continente a medio hacer.
La
superioridad cultural de los portugueses imperiales, cuando la Casa de Braganza
trasladó el imperio a Río de Janeiro, fue tan aplastante que el gesto dura
todavía. Cuenta Sergio Abreu que un exministro de RREE brasileño le dijo:
-
"Es muy sencillo definir el Mercosur: se compone con la industria de San
Pablo, la agricultura y minería de Argentina, la energía de Paraguay y la vista
al mar -léase el turismo- y un poco de ganado en el Uruguay”. (Cámara de
Senadores, 11/5/10).
Jorge
Batlle dijo hace mucho (2006), antes de las veleidades proteccionistas de la
Argentina:
-
"El Mercosur no existe. La mejor alternativa para Uruguay es irse del
Mercosur”.
COMENTO:
Los malos gobiernos porteños se burlan de la dignidad propia; dejan de pagar
sus cuentas en medio de aplausos generales, echan mano al dinero ahorrado por
la seguridad social, expropian sin justa compensación a empresas extranjeras.
Son los vivos del batallón. Y si eso hacen con ellos mismos… ¿Cómo van a
proceder de otro modo con sus hermanos de la República Oriental? No es que sean
perversos, es que no aprecian el valor y la conveniencia de actuar dignamente.
Esa
característica que se da en la otra orilla del Plata no debe alterar nuestras
relaciones con Argentina, pero debe sí cambiar lo que pensamos del Mercosur. Lo
mismo sucede con Brasil, que es más inteligente y se aprecia a sí mismo tanto
más que la Argentina. Brasil nos explica pacientemente que es un gran imperio y
procura que no nos comportemos como un enano llorón. Tampoco la franqueza (el
desdén) de los brasileños puede motivar un cambio en nuestras relaciones de
país a país con el gigante del norte. Pero debe recordarnos que somos un
territorio de frontera y que del otro lado hay un imperio, y que siempre hubo
una codicia portuguesa, que supimos contener. Y por este camino, recaemos de
nuevo en la cuestión oriental.
Un
enano debe compensar su falta de tamaño con la claridad de su visión. Los
antimperialistas de Quijano, tenían razón en la lucha de Chaplín contra
Trompifay. Pero no pudieron adivinar que Brasil iba a “trompificarse”.
Desde
hace poco (desde el espaldarazo de Fernando Henrique Cardoso) Brasil dice y
actúa como un imperio. Se miró y vio que era verdad "o mais grande do
continenti".
En
la actualidad tenemos un imperio lejano que puede ser vagamente esclavizante
para nosotros o puede ser nuestro escudo para frenar al grandote que nos creció
al otro lado de los mojones.
Los
chicos solo tienen un arma para defender su existencia: contraer amistades que
impongan el respeto de hecho que los chicos no pueden imponer, cuando están
solos. Y nosotros si nos miramos bien, resulta que estamos… ¡Tan cerca del cuco
portugués y tan lejos de EE.UU.!
Cuando
Tabaré Vázquez dio su lucha por concertar un tratado de libre comercio con
EE.UU., fue derrotado por gente honesta que padecía un atraso de medio siglo;
creía como en los años 40, que el Imperio estaba en el otro hemisferio. ¡Y lo
tenemos junto con pegado!
Con
todo sé muy bien que no fueron Gargano y sus seguidores los que bocharon ese
tratado; fue Brasil que avisó, que no lo permitiría, en virtud (en maldad) de
lo dispuesto por el Tratado de Asunción (el Mercosur).
A
partir de esa horrible derrota, quedamos jugados a las "tolerancias"
limítrofes. Pero lo peor no fue eso. Lo trágico fue el pensamiento aberrante
que siguió a nuestro desastre. Hubo uruguayos que pidieron "más y mejor
Mercosur”.
¡Ay!
El único cambio real que se introdujo vinculado a la cuestión oriental (si el
Uruguay es viable o no) fueron los pasos dados hacia el proyecto inicuo de un
Parlamento en el cual el número de representantes de cada país estará en
proporción directa con el número de habitantes que representan.
Tuve
el honor de ser el primer titular de una acción judicial contra esta
monstruosidad que abate en buena medida, la soberanía. Pero la Suprema Corte
del Uruguay no hizo lugar a la acción que pretendía lograr la igualdad
internacional. Las fechas del drama están fijadas. Pero Brasil no tiene apuro.
Por lo mismo que está firme su destino imperial, mide su historia en siglos.
¡Cáspita,
caramba y otras!… ¿Y es en tales circunstancias, que siguen procurando
"más y mejor integración con la América Latina"?
No
digo ir a la guerra contra los opresores, digo modestamente: darnos cuenta,
aclarar la madeja y hacer lo más adecuado, y no lo más ridículo.
No
hay que reforzar el dogal que amenaza el futuro. Lo único urgente es cambiar el
modo de pensar y aprender del ejemplo ajeno.
A
principios de este mes se firmó la "Alianza del Pacífico" que
integran México, Colombia, Perú y Chile. Son 200 millones de habitantes, que
producen un tercio del PBI de América Latina y cuyas exportaciones doblan la
suma total del Mercosur.
Ese
tratado no se hizo para cantarle loas a una integración fraterna (que no
existe), se hizo para fortalecer la presencia comercial y vender en Asia: más
comercio; y no más barreras. Y agrega con razón, el editorial que vengo
glosando: corresponde: "dejar de lado absurdos prejuicios ideológicos.
Uruguay debería acercarse a este nuevo bloque". (El País, 21/6/12).
¡Ojalá
pudiera nuestro país, librarse de los cancerberos que lo sofocan, a uno y otro
lado! Un entendimiento con la Alianza del Pacífico implica una traición al
Mercosur. Brasil se limitaría a preguntar: ¿Otra vez mañereando?
Por
eso es tan urgente y tan necesario cambiar nuestra política, el estilo, las
razones de vida o muerte. Primera innovación: desligarnos lo más posible de
nuestros vecinos linderos.
¡Oh
sí! Es verdad que de todo corazón, los queremos mucho… pero tenemos necesidad
de respirar. Cuanto menos Argentina y Brasil haya en nuestra economía, y en
nuestra vida soberana, mejor. Si no tenemos carácter para imponer ese cambio
gradual; si nuestra cabeza sigue llevándonos hacia un punto en el cual el país
no es viable; va a suceder que no sea viable; y será nuestra la culpa por
zonzos y por cursis.
Esa
es la Cuestión Oriental del Uruguay que reclama: avivar el instinto de
conservación y archivar las ideologías trasnochadas.
Fuente: El País Digital
2 comentarios:
Excelente.
Bue...la verdad prefiero mil veces ser un satélite del Imperio Brasilero que meterme en un guiso con los paises del Pacífico que no se nos parecen ni en lo blanco del ojo ( a excepción de Chile, claro ). Al final que tanto cuco son los brasileros? Son los que mas nos compran y donde vamos corriendo a pedir, cada vez que las papas queman. Le tenemos miedo y envidia porque somo unos enanos llorones, grises, panzones e incapaces de administrar nada, donde todos quieren un empleo público o algún subsidio. Mientras en Uruguay todos hacen fuerza para fundir PLUNA ( gobierno, empleados, ANCAP,inversores, etc ), en Brasil properan compañias como Azul y otras. A PLUNA le habia dado 8 destinos en Brasil...donde otros se llenan los bolsillos, los uruguayos somos perdedores.Que culpa tienen los brasileros de nuestra corrupción y nuestra pereza e incompetencia? No Maggi, con todo el respeto que me merece su ilustre persona, no estoy de acuerdo con Ud. Brasil está en el destino del Uruguay para siempre. Igual que Argentina nos duela o nos pese. Dejemos de buscar mesías en lugares donde tampoco nos dan ni la hora.Fijese que metieron a prepo a Chavez en el Mercosur, y esto ya terminó con ese proyecto para siempre, la cuestión Mercosur no existe mas. Los temas son bilaterales, como debe ser.
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