Se
viven por estas horas los daños colaterales de las duras luchas internas en el
Frente Amplio por el poder. Luchas internas que producen bajas en el gabinete,
acusaciones de traición e inclusive crisis histéricas como la de la ministra de
Medio Ambiente renunciante Graciela Muslera. Un poder alcanzado por esa unión
de partidos políticos que ha ido perdiendo, en aras de ese objetivo, los
principios fundamentales de su fundación.
Hasta que fue alcanzado el
gobierno, diversos episodios ocurridos entre tupamaros y frenteamplistas
fundacionales fueron alimentando la discordia existente. Cabe recordar la
firmeza con la que el Gral. Líber Seregni postergó en forma recurrente el
ingreso del 26 de Marzo (brazo político del MLN) al Frente Amplio.
Desde su constitución y hasta el
año 1990, los ex guerrilleros no tuvieron acceso a la orgánica de la unión de
los partidos de izquierda; pero una vez asumido el liderazgo por parte del Dr.
Tabaré Vázquez, ante la escisión del Nuevo Espacio, resuelve incorporarlos a
los efectos de restablecer la militancia. Esto , con la resistencia de algunos
tupamaros (como Irma Leites y Jorge Zabalza) en
desacuerdo con la integración del MLN al FA y la creación del Movimiento de
Participación Popular (MPP) -el grupo del presidente José Mujica y las
“culebras”-, que a la postre se transformó en el sector mayoritario.
Cuando el FA se
desayunó de esa nueva realidad, ya era tarde. Quizás pueda ilustrarse el
momento que Vázquez se percata de la parasitación de su partido político por
parte del MLN cuando tildó de “estupideces” algunos de los dichos de Mujica
durante su campaña electoral.
Todas estas
cuestiones, unidas al abandono de sus postulados antiimperialistas, estatizadores
y contrarios al sistema financiero de acceso al crédito internacional, pusieron
de manifiesto una ambición de poder que antepuso el fin por encima de los
medios.
Estos
antecedentes explican parcialmente el actual estado de las cosas. Las luchas
internas del Frente Amplio tienen más que ver por las posiciones de gobierno
que ocupan unos y otros, en virtud de la anhelada permanencia en el poder, que
a cuestiones de principios. Que a esta altura no los hay.
Frente a esta situación
el Dr. Vázquez otea el horizonte desde su “retiro de la actividad política
pública” con su “profundo y prolongado silencio” mientras que sus soldados,
atrincherados en los cargos de gobierno, dan batalla. Su regreso a la actividad
política, al parecer, depende del mantenimiento de algunos de esos espacios. No
de decisión, de ocupación. No hay mejor proselitismo que el que se ejerce desde
el poder, pondera.
Los daños
colaterales no son menores. El caos en la educación, la inseguridad, la falta
de rumbo en materia de relaciones exteriores, los problemas en la salud y la falta de previsibilidad
ante un posible escenario de crisis en la economía y en el trabajo de los
uruguayos, son un fiel reflejo de ineficiencia por desidia, debido a la
anteposición de las ambiciones de poder por encima del interés de los
uruguayos.
Si es por todas
estas cuestiones que el Dr. Vázquez va a
dar pelea, sería bueno que empiece a dar la cara, antes que el daño sea mayor.
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