El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

jueves, 22 de marzo de 2012

Como si fuera Dios

Por Daniel Bianchi (*)
Diputado Daniel Bianchi

"Eran intervenciones menores, operaciones de rutina de las que se hacían diariamente en el Boston General Hospital. Pero algunos pacientes, demasiados, no despertaban. Quedaban en coma en la mesa de operaciones, víctimas de inexplicables accidentes. Hasta que una joven practicante de medicina decidió averiguar qué había detrás de tales coincidencias…"

Así, con ese parágrafo, es presentada formalmente “Coma”, la segunda novela -escrita en 1977 y llevada al cine al año siguiente- del celebérrimo médico y escritor contemporáneo estadounidense, Robin Cook, el autor por excelencia del “thriller médico”.

Otro de los títulos del prolífico novelista, “Como si fuera Dios”, de 1984, relata la historia de un matrimonio de médicos jóvenes y brillantes, que asciende rápidamente en su carrera profesional mientras se presume que alguien, peligrosamente inteligente, está matando a los pacientes que se encuentran en su fase terminal y manipula a su entera voluntad la vida y la muerte.

“Podría escribir artículos sobre temas de medicina, pero la mayoría sólo tomará conciencia de estos problemas si se los presentan como una novela”, afirma Cook, cuyas ficciones son consideradas las mejores inspiradas en la tecnología de la salud, las conjuras de las grandes corporaciones médicas y las inagotables controversias entre la ética y la medicina.

No obstante, esas novelas parecen haberse abstraído del papel para hacerse carne en la realidad. Y no precisamente en un hospital del estado de Massachusetts, sino en dos instituciones médicas de Montevideo.

En efecto, las resonancias del caso de los tres enfermeros procesados con prisión por el homicidio de 16 pacientes en los CTI y Cuidados Intermedios del Hospital Maciel y de la Asociación Española, lejos de aplacarse continúan generando repercusiones a todo nivel.

Máxime cuando, el martes de la presente semana, en conferencia de prensa las autoridades del Ministerio de Salud Pública (MSP) informaron que los enfermeros homicidas utilizaban los momentos en los que sobrevenían situaciones de emergencia -por ejemplo, paros cardiorespiratorios o hemorragias intensivas, que requerían medidas inmediatas de reanimación, por lo que frente a la importancia de dar medicación de inmediato para salvar la vida, el contralor del uso de medicamentos para cada paciente quedaba de lado- para apropiarse de las drogas que más tarde inyectaban a sus víctimas.

La Justicia llegó a probar, incluso, que los dos enfermeros procesados por homicidio -una enfermera fue además procesada por encubrimiento- se enviaban mensajes de texto por sus celulares para contar que habían dado muerte a otro paciente a su cuidado, en una suerte de competencia irracional.

La sociedad y el cuerpo médico uruguayos han repudiado con ímpetu lo actuado por los procesados -que distintos protagonistas del ámbito policial y del entorno de la psiquiatría no han dudado en calificar como “asesinos seriales”- al tiempo que se han solidarizado con los familiares de las víctimas y han reclamado vigorosamente que se definan las responsabilidades institucionales y políticas.

Pero, al margen de la investigación policial, del procedimiento judicial, del seguimiento médico y de las repercusiones políticas que este triste episodio conlleva, lo cierto es que el mismo le atiza un nuevo golpe, esta vez  inesperado, a la estructura sanitaria. La falta de confianza de parte del paciente y de su familia hacia algunas instituciones médicas, públicas y privadas, en particular cuando medie una internación en el CTI o en Cuidados Intermedios, acudirá sin dudas prestamente al imaginario popular.

Recuperar la confianza de la población en la relación médico-paciente no será tarea fácil, y para ello será necesario que el MSP proceda con la mayor transparencia posible, sin ocultar detalles, informando a la población en forma amena y con un lenguaje claro, ameno, sencillo. Pero además, deberá explicar a la población por qué, cuándo y cómo el personal médico puede suministrar medicamentos que no han sido formalmente recetados.

Las autoridades de la salud deben profundizar la investigación para lograr el esclarecimiento absoluto de estas gravísimas irregularidades y delitos, para asegurar que episodios de estas características sean desterrados para siempre de suelo uruguayo, de manera tal de garantizar la vida y la cobertura sanitaria a las que la población tiene derecho.

Que ningún enfermero, ningún médico y tampoco ningún jerarca iluminado, desconozca cuál ha sido su responsabilidad y la de la Secretaría de Estado a su cargo.

Que nadie actúe como si fuera Dios.

(*) Médico. Representante del departamento de Colonia (Vamos Uruguay, Partido Colorado)

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