Compartimos con nuestros lectores la intervención del senador Pedro Bordaberry en la sesión del Senado del pasado miércoles 12, en el que la bancada oficialista aprobó un proyecto interpretativo que anula los efectos de los artículos 1º, 3º y 4º de la Ley de Caducidad.
SEÑOR BORDABERRY.- Señor Presidente: mi intervención va a ser breve porque ya se ha dicho todo a favor y en contra y se ha argumentado durante todo el día en lo que considero una de las sesiones más largas que hemos tenido en esta Legislatura, pero el tema que se está analizando hoy es un asunto grave para la República y entiendo que no debo permanecer callado.
Creo que no podemos discutir sobre la importancia de lo que estamos decidiendo hoy y estamos todos de acuerdo en eso. Los hechos que han ocurrido hoy en esta Cámara así lo comprueban; la valentía exhibida por un Senador que votará de acuerdo a sus convicciones, la renuncia de otro señor Senador a su banca y la licencia solicitada por un tercero, revelan que este es un asunto que está lejos de unirnos y de ser claro.
Creo que hoy la República comienza a transitar un camino equivocado, que nos vuelve a dividir y no nos une, que nos separa; el del pasado y no el del futuro. Respecto a este tema, quiero decir que cuando los distintos gobiernos plantearon los temas que nos unieron, comenzamos a avanzar y nos unimos. Cuando en 1985, el entonces Presidente Sanguinetti propuso el cambio en paz, todos los uruguayos nos embarcamos detrás de él porque ¿quién no puede querer un cambio en paz y quién quiere uno violento? En el año 2000, cuando el Doctor Jorge Batlle propuso la creación de la Comisión para la Paz, integrada por ciudadanos de todos los partidos políticos, todos nos unimos detrás de esta iniciativa porque ¿quién no podía quererla? Cuando en el período de gobierno pasado el Doctor Tabaré Vázquez propuso el “Nunca más” a lo que ocurrió en Uruguay en 1960, 1970 y mediados de los ochenta, todos los uruguayos nos unimos detrás de esa consigna. Hoy entiendo que estamos volviendo hacia atrás y a los temas que nos separan.
Además, esto lo hacemos a un costo enorme, el de no respetar la voluntad del pueblo.
Hoy he escuchado aquí con alarma personal que –como forma de no respetar la voz de los uruguayos manifestada libremente con su voto, ni los artículos 4º y 82 de la Constitución se recurre al “Iusnaturalismo”; que quienes interpretan que no hay que prestarle atención al voto de la gente hoy lo hacen a partir de este concepto y ese es un camino muy peligroso.
También se ha dicho que la ciudadanía no siempre tiene razón y yo planteo, junto a José Batlle y Ordóñez, que si las masas son incapaces de juzgar y adoptar resoluciones acertadas, renunciemos a la democracia. No es que el pueblo nunca se equivoque, sino que él es el único que tiene el derecho a equivocarse. Como decía Batlle y Ordóñez, si la Asamblea legislativa tiene la obligación de representar al pueblo, de interpretar su voluntad y de hacer las leyes en su nombre, se requiere un instrumento que determine cuándo una Asamblea legislativa cumple con su misión y cuándo no. Ese instrumento es el plebiscito, el voto de la gente.
En la Media Hora Previa de esta sesión hice referencia a ese episodio formidable de nuestra historia que fue la Revolución del Quebracho. Ese día, blancos, colorados, constitucionalistas y republicanos marcharon por el republicanismo y el respeto de los derechos ciudadanos.
Hoy un constitucionalista y republicano valiente se sumó a la columna; otro acató la orden, como Tajes, pero luego renunció. Otro no se hizo presente. Esto recuerda cuando alguien que dudaba en esa columna del Quebracho preguntó a José Batlle y Ordóñez si valía la pena marchar y este le dijo: “Oiga compañero, hoy no se marcha con los pies; hoy se marcha con el corazón”.
Aquí, como en el Quebracho, 125 años después, blancos, colorados y constitucionalistas vamos a terminar vencidos por una mayoría circunstancial. El resultado final ya se sabe: es 16 a 15, y lo sabíamos desde el principio del día; pero no tengan dudas que al igual que en el Quebracho, pese a la aparente derrota, habremos vencido en la defensa de las ideas.
De las ideas republicanas de respeto al voto, de respeto por la decisión de la ciudadanía, de que la soberanía radica en la nación y se expresa únicamente a través del voto.
Muchas gracias, señor Presidente.
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