Por Dr. Ope Pasquet (*)
Los informativos televisivos de ayer no se cansaban de mostrar al Presidente de la República caminando por 18 de Julio y entregando volantes con mensajes contra la violencia doméstica a los sorprendidos transeúntes. Con el volante venían además los consejos del Sr. Presidente: “hay que aprender a perder”, “si tenés un hijo varón, enseñale a perder”, es decir, a aceptar el hecho de que su mujer un día lo abandone o se vaya con otro, porque “si la agarrás del pescuezo vas en cana” y “es un desastre”.
Así les hablaba el Sr. Presidente a sus compatriotas e inclusive a algunos turistas que se cruzaron en su camino. Las cámaras mostraron a varias personas rodeándolo, tomándose fotos con él y alentándolo: “¡Vamos Pepe!”.
Desde el punto de vista de la comunicación política, lo ocurrido fue todo un éxito presidencial, sin duda. Estas son las acciones que después se traducen en aumentos de la popularidad del primer magistrado. También es posible –aunque más difícil de medir- que la condena de la violencia doméstica expresada por la primera figura pública, contribuya efectivamente a formar conciencia en la gente en contra de esa llaga social.
Pero no podemos pasar por alto el vocabulario ni los conceptos empleados por el Sr. Presidente.
La deliberada vulgaridad del lenguaje, característica del personaje público “José Mujica”, no es novedosa pero sigue resultando chocante; ningún otro presidente uruguayo habló así en el pasado, ningún jefe de gobierno extranjero habla así en la actualidad.
A la vulgaridad del lenguaje corresponde, naturalmente, la vulgaridad del pensamiento: a la mujer no hay que “agarrarla del pescuezo” porque “vas en cana”. No se trata pues de que golpear a una mujer esté mal, porque el empleo de la violencia contra cualquier persona está mal y además porque si la agredida es más débil que el agresor, la agresión es abusiva y cobarde. No: el fundamento del consejo presidencial es puramente utilitario: no le pegues porque “vas en cana”. Así el asunto queda vaciado de contenido moral y se reduce a una estimación práctica de la ecuación costo-beneficio de la conducta criminal.
Por supuesto que es compartible la intención de luchar contra la violencia doméstica, disuadiendo de emplearla aún a los sectores menos instruidos de la población.
El punto es que aún los más humildes entenderían también al Sr. Presidente si les hablara correctamente, con sencillez pero sin chabacanería. No se necesita haber ido a la Universidad, ni al liceo siquiera, para saber que pegarle a una mujer está mal y que hacerlo no es de hombres, sino de cobardes, independientemente de lo que pase después.
Estamos pues ante otra manifestación del propósito de buscar siempre el “mínimo común denominador”, de igualar hacia abajo, que es la impronta del actual gobierno. Para que todos entiendan, se le habla con lenguaje carcelario a mentalidades carcelarias. Pero la gran mayoría de los humildes no está constituida por delincuentes, ni quiere ser confundida con ellos.
El discurso y la conducta de las personas públicas puede servir para educar al pueblo, o para embrutecerlo. Quien confunda lo popular con la ordinariez, y crea que el pueblo sólo distingue entre lo que le sirve y lo que no le sirve, pero no entre lo que está bien y lo que está mal, trabaja para lograr el segundo resultado porque, al fin de cuentas, nos subestima a todos.
(*) Abogado. Senador de la República. Secretario general del Partido Colorado
2 comentarios:
Senador Ope Pasquet, usted admite -es imposible no admitirlo- que realmente la acción del Presidente contribuirá a disminuir las tasas de violencia doméstica, y es necesario detenerse en ese punto, porque es lo único de su nota realmente relevante. El resto, la necesidad de manifestar el dolor de oídos que le produce la forma de Pepe Mujica, es un tema personal y no necesariamente trasladable al resto de la población. Los conceptos y el vocabulario, son cosas distintas. Los primeros son fundamentales,los segundos no tanto, varían de persona a persona. Ningún lingüista le aceptaría aquello de que "a la vulgaridad del lenguaje corresponde la vulgaridad de pensamiento", de hecho, el segundo antecede al primero, y no necesariamente una persona por hablar mal, piensa mal. Pero usted es abogado, y quizá no tenga muy frescos estos conocimientos. Yo quisiera verlo a usted en la calle, generando conciencia en la población. Nunca he cruzado a un representante de vuestro partido ni por casualidad en la vía pública, supongo que no nos movemos en los mismos ámbitos, supongo que ya casi nos manejamos en dimensiones paralelas e inconexas. Nuevamente lo cito: "ningún otro presidente uruguayo habló así en el pasado, ningún jefe de gobierno extranjero habla así en la actualidad", sin embargo, eso no es indicador de nada, pues ningún presidente nacional o extranjero salió tampoco a las calles, cuando un problema ya era anomia social. Quizá hagan uso de un lenguaje "floreteado" (porque ni florido cuadra), lenguaje que usted, o yo, podemos entender y deleitar así nuestros refinados oídos terciarios, sin embargo -y es ineludible- no es el vocabulario que la población común -no universitaria- maneja. De hecho, no es el vocabulario que precisamente sus militantes más jóvenes emplean, y sin embargo si lo hago yo, adolescente de 19 años, admirador eterno de Pepe Mujica, y militante del MPP. Ya ve, el lenguaje llano y comprensible, pero sobre todo aprehensible, no necesariamente cultiva la vulgaridad de pensamiento, si los conceptos carecen de vulgaridad, y así es en este caso.
En vistas de la mescolanza de conceptos que usted vierte, veo un artículo plagado de conceptos e ideas que usted da por universales, cuando no lo son realmente. Para hacer una crítica justa, debería desglosar línea a línea, párrafo a párrafo, y quizá usted siquiera lo lea. Por eso, prefiero dar esta batalla ideológica en los puntos más importantes, aquellos en los que usted enfatiza. Dice que "No se necesita haber ido a la Universidad, ni al liceo siquiera, para saber que pegarle a una mujer está mal y que hacerlo no es de hombres, sino de cobardes (...)" (Pasquet, Ope) y yo le respondo que no necesariamente. Quizá ese tipo de valores o principios sean incorporados desde la cuna en su dimensión paralela, ajena a la realidad más dolorosa de este país, pero en aquel hogar donde el padre, como el abuelo antes, golpea a su mujer, difícilmente el niño entienda que eso está mal, o "es de cobarde". Ese pensamiento es reflejo de una mente que simplifica los problemas, o los interpreta únicamente desde su perspectiva, con una óptica encerrada en su realidad. Por otra parte, pienso que la principal causa de la violencia de género o doméstica, es el machismo. El machismo hace de la mujer un objeto, capitalizable, vendible. El machismo -aún bajo en nocivo velo de la caballerosidad que pretende ser un valor, y es causal determinante- es la principal razón de la violencia contra la mujer. Usted razona con machismo, cuando plantea que pegarle a una mujer "es cobarde". Es cobarde, sin embargo, pegarle a un hombre? a qué obedece su distinción? Lo que critica en Pepe Mujica, es lo mismo que hace, no considerar que la generalidad de la violencia expresada en todas sus formas está mal, sin importar sexo, edad, religión o color de piel. Sobre lo del "mínimo común denominador" y eso de "igualar hacia abajo" podríamos hablar largo y tendido, me sabrá disculpar, tengo hoy un parcial en la facultad y el tiempo apremia. Mis mayores respetos, Martín Márquez.
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