El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

sábado, 28 de julio de 2012

El totalitarismo

Por Leonardo Guzmán (*)

El totalitarismo ni es un cuco ni es del pasado, como -a la defensiva- se dijo en estos días. Es una experiencia trágica que, desde 1920 a hoy, en diversas regiones del planeta viene sufriendo el hombre en su espíritu, su carne y sus huesos.

La Real Academia lo define como Régimen político que ejerce fuerte intervención en todos los órdenes de la vida nacional, concentrando la totalidad de los poderes estatales en manos de un grupo o partido que no permite la actuación de otros partidos. ¿Puede alguien sostener que esa clase de sistema es un fantasma o una antigualla, a la vista de los regímenes liberticidas que mantienen hoy, 2012, el ala fanática del Islam y el sistema de partido único que rige en Cuba desde hace más de medio siglo, en circunstancias que unos y otro cuentan con tránsito preferente en los corredores de la actual Cancillería y en el ideario hoy gobernante?

Justino Jiménez de Aréchaga -noble constitucionalista que se nos murió proscrito- mostraba que totalitarismo no era una palabreja vacía. Al hacer la anatomía de los sistemas totalitarios de su tiempo evidenciaba que ninguno partía del hombre y, en cambio, todos se igualaban en la explotación de un mito que colocaban entre la persona y el Derecho.

Ese mito era la superioridad de la raza -nazismo-, la grandeza imperial de la nación -fascismo- o la misión del proletariado en la guerra de clases -comunismo-, pero en todos los casos conducía a que el Estado perdiese su identidad ideal y se confundiese con el partido gobernante, al punto de que pareciese natural aplicar su ideología y sus prejuicios pasando por encima de los principios de Derecho, destratando a los adversarios como enemigos públicos o como personeros de intereses inconfesables o como trasnochados de un tiempo que ya pasó. Por esa vía, ni la persona que transitaba en el llano ni los propios gobernantes tenían garantía alguna frente a la finalidad impersonal abraza- da en nombre del colectivo. Como nada escapaba al poder de ese moderno Leviatán y todo quedaba sometido a la meta que se tenía por superior, al Estado así estructurado se lo llamó totalitario: es decir, abarca todo.

Las décadas corridas desde que se acalló a Aréchaga han visto nacer nuevas combinaciones tecnológicas de la misma fórmula. Aparecieron Estados islamistas que abrazan a la religión como su mito y entrenan suicidas para que mueran contentos con tal de matar. Surgieron partidos-gobierno empeñados en deformar la historia para ahogar las conciencias. Y se instalaron estilos mostrencos, tonos torpes y actitudes despreciativas que, aparentando respetar la libertad, desoyen las razones del ajeno e instalan la peregrina idea de que la política está por encima del Derecho, que es lo mismo que decir que el instante está por encima del concepto: equivale a preconizar que las personas y las naciones no somos una continuidad pensante sino una ristra de circunstancias que hay que interpretar a la que te criaste, sin principios, entregando el destino a la rosa de los vientos.

Trágicamente lo aprendió el Uruguay: la tentación totalitaria lo acechó y dañó a izquierda y derecha. Expresión moderna de la vieja ambición de poder, en todas partes se cuela en ataques del Gran Hermano que busca invadir la privacidad y derrotar al pensamiento.

Por eso, solo pueden proclamar que el totalitarismo es apenas un cuco del pasado, los que quieran agarrarnos distraídos.

(*) Abogado. Ex ministro de Educación y Cultura

Fuente: El País Digital

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...