El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

domingo, 15 de julio de 2012

El olvido de Kant entre el trébol y el fusil

Por Javier Suárez (*)

“¡Razona tanto como quieras y sobre lo que quieras, pero obedece!” bien podría ser el epitafio del filósofo de Königsberg (antigua Prusia), Immanuel Kant. La extraña y en apariencia paradójica frase guarda en su interior el delicado equilibrio entre la libertad y, al mismo tiempo, y sin ruborizarse, los límites infranqueables que la rodean.

El ambiente fermental de la Ilustración, de la que Kant no fue ajeno, puso especial atención al rol emancipador de la razón para combatir la ignorancia, las supersticiones y la tiranía. El tener valor de servirse de la propia razón, reivindicado  como rúbrica distintiva de la época, involucró los aspectos teóricos y prácticos de las actividades humanas.

Demasiada tinta, sangre y lágrimas corrieron, antes y después, a efectos de sostener el estandarte de la libertad. Una libertad estrechamente vinculada con la conciencia moral en un mundo constreñido por el determinismo y las causalidades naturales.

Sucede que esta introspección moralizante con perspectiva no exclusiva ni necesariamente particularista, independiente de condicionamientos externos o cambiantes vicisitudes, reclama constantemente un alcance universal válido para cada uno y compartido por todos los seres humanos. “Obra según aquella máxima que puedas querer que se convierta al mismo tiempo en ley universal”, reza el adagio. En otras palabras, aquello que no sólo el particular, sino todos los hombres en tanto seres racionales consideran válido cumplir en sí mismo y no meramente por su utilidad.

Bajo estas premisas la libertad kantiana está asociada con la autonomía en tanto la voluntad humana no depende de ningún factor externo para imponer ley moral alguna, sino bajo los dictámenes de la propia razón. En el mundo ético los hombres son libres y autónomos desde el momento de legislar y auto-imponerse los principios universales a efectos de poder convivir en armonía unos con otros. 

Dicho esto, para Kant el derecho –y más precisamente el público–, elemento específico del estado civil por el cual se abandona el estado de naturaleza a cuenta de proteger los bienes de los asociados y garantizar la autonomía, al igual que la moral está sujeta a leyes racionales universales. La misma, de carácter coactivo, tiene como objeto regular las libertades externas (jurídicas) de modo tal de poder quedar asegurada la libertad de todos.

En este punto, moral y política –libertad interior y exterior–, a pesar de ser ámbitos muy distintos, se relacionan y convergen dentro de una comunidad política de modo que cada individuo puede buscar la felicidad según su propio criterio “siempre que al aspirar a semejante fin no perjudique la libertad de los demás, para lograr así que su libertad coexista con la de los otros, según una posible ley universal”.

El propio Kant reflexionando sobre sus preocupaciones, dijo: “Dos cosas me llenan la mente con un siempre renovado y acrecentado asombro y admiración por mucho que continuamente reflexione sobre ellas: el firmamento estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí”.

Dicho lo cual, primar lo político sobre lo jurídico, arengar a fusilar a unos senadores por pensar distinto, o bien, considerar “anómalas” ciertas orientaciones sexuales al extremo de condicionar las oportunidades laborales demuestra que algo anda mal. No parece acertado anteponer la justicia revolucionaria ni buscar tréboles de cuatro hojas en un Estado de derecho laico y democrático. El filósofo de Königsberg no puede caer en el olvido.

(*) Edil (s) departamental por Vamos Uruguay en la Junta Departamental de Montevideo 

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