El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

lunes, 16 de julio de 2012

La ley y la “alta política”

Por Gustavo Toledo

Los ingleses son muy distintos a nosotros y en muchos aspectos admirables. Construyeron una sociedad basada en el respeto a la ley y el Estado de Derecho, del que no se han apartado jamás. Por eso son increíblemente grises, ordenados y –sobre todo- aburridos.

Días atrás, durante el festival “Hard Rock Calling”, en pleno Hyde Park londinense, le bajaron la palanca a Bruce Springsteen y a Paul McCartney cuando el show estaba en lo mejor. ¿La razón? Se habían pasado media hora del horario fijado. Algunos se quejaron, pero todos aceptaron que la medida era correcta. Reglas son reglas.

Para ellos, las normas están por encima de las personas, llámense Bruce Springsteen o Paul McCartney. Desde la perspectiva latina, hacerle eso a dos artistas de su talla constituye un “exceso” y una falta de respeto (¿por qué no dejarlos tocar todo el tiempo que quisieran?). Desde la perspectiva anglosajona, no hay tu tía. Si se marcó un horario, se lo respeta. Así de simple.

Por tanto, no hay “realpolitik” que valga. Las reglas no tienen nombre. Ni apellido. Ni hay excepciones. Corren parejas para todos. Y eso hace la diferencia.

El Uruguay de nuestros días es el reverso de esa moneda. De un tiempo a esta parte prima la tesis de que la “alta política” resuelve los “asuntos” que la legalidad no puede destrabar. “Lo político” se antepone a “lo jurídico”. Y la “viveza criolla” ("el como te digo una cosa, te digo la otra”, por ejemplo) se hizo carne.

Si es malo que la Constitución sea utilizada para equilibrar un sillón desvencijado y las leyes se conviertan en un queso gruyere, peor aún es que aquellos que tienen la obligación de cumplirlas y hacerlas cumplir, se ufanen de actuar en sentido contrario.

Cuando el camino elegido no es el del respeto a las normas (sean las de tránsito, las jurídicas o las ortográficas), sino el de la improvisación y la discrecionalidad, las sociedades pierden el norte y desembocan en el autoritarismo (la ley del más fuerte) o en la anarquía (la ausencia de ley).

Es hora de bajarle la palanca a los que se pasan de la raya y la única forma de hacerlo es recordándoles que su deber es atenerse a las normas que nos rigen a todos. 

De eso depende –nada más, ni nada menos- que podamos vivir en paz y en libertad. 

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