El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

jueves, 5 de julio de 2012

Una diplomacia en pantuflas


Por Graziano Pascale (*)

A medida que pasan las horas, y se acallan las risas que provoca esta comedia de golpe y porrazo, va emergiendo con claridad que la conducción estratégica de la diplomacia uruguaya la ha asumido en forma personal el presidente Mujica. Desoyendo los consejos de los profesionales del servicio exterior, y asumiendo compromisos en forma personal entre cuatro paredes, Mujica ha llevado a la arena internacional sus dotes de improvisado charlatán que se le reconocen fronteras adentro. 

Más destrozos es imposible imaginar. El primero fue sumarse al alegre coro que alegaba un "golpe técnico" en Paraguay, cuando lo que hubo fue una crisis provocada por el amateurismo político de un pícaro obispo, que pretendió volar los puentes con el partido que le daba apoyo parlamentario. Luego sobrevino la parte más jugosa: el ingreso de Venezuela al Mercosur. Aquí el presidente Mujica jugó un rol estelar, y los resultados están a la vista.

El libreto nos da todas las pistas posibles, "plantando" pruebas falsas, y poniendo en escena recursos gestuales al servicio de la mentira. Veamos. El canciller Almagro argumenta en todos los micrófonos y cámaras que se le cruzaron por delante que Uruguay resistió el ingreso de Venezuela, y que todo fue resuelto a instancias de la presidenta de Brasil, en el marco de una reunión reservada del trío sobreviviente del Mercosur.

Para probar su posición, Almagro señala que se retiró de sala en Mendoza momentos antes de votarse el ingreso de Venezuela, y que el presidente Mujica, para demostrar su desagrado, se sentó en segunda fila. Pero la réplica no demoró en llegar desde Brasilia: el más autorizado vocero presidencial en la materia, Marco Aurelio García, negó la responsabilidad brasileña, y adjudicó la autoría total de la maniobra pro-Chávez al presidente Mujica.

Siguiendo su olfato, y confiado en su buena estrella, Mujica puso en evidencia el rol secundario del canciller, lo dejó públicamente enfrentado al embajador Pomi (quien habría apoyado en contra de la opinión de Almagro el ingreso de Venezuela), irritó a la presidenta brasileña, profundizó el malestar en el gobierno paraguayo, obligó al vicepresidente Astori a expresar públicamente su rechazo a la maniobra, y arrastró al ex presidente Vázquez al resbaladizo terreno de la diplomacia en pantuflas que conduce desde su chacra de Rincón del Cerro.

Aislado en su propio partido, rotos los puentes con la oposición también en materia de política internacional, Mujica parece haber dilapidado en 28 meses el capital político que lo llevó a la presidencia de la República. La improvisación y su irrefrenable tendencia a hablar de más sellaron otra vez su suerte.

(*) Periodista

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