Quiso el destino que el mismo día cayera Muamar Ghadafi en Libia y la Banda terrorista ETA anunciara el cese definitivo de sus actividades delictivas.
Gadafi llevaba 42 años en el poder en el país africano. Tan sólo esa cantidad de años en el gobierno y las múltiples denuncias en su contra eran suficiente indicativo de una situación no democrática. La rotación en el poder es una señal de salud democrática que si no se cumple termina casi siempre como, tristemente, terminó esta semana en Libia.
Cabe recordar que no hace mucho el Presidente de Venezuela, que ya lleva muchos años en el poder, manifestó su admiración por él. A tal extremo que le regaló una réplica de la espada de Simón Bolívar.
El cese definitivo de la actividad de la banda terrorista ETA alivia a España y el Sur de Francia. En nuestro país hay un recuerdo triste de Eta a través de los episodios del Filtro y la declaración de la Junta Departamental de Montevideo del año 1993 por la que se pedía el asilo para miembros de dicha banda.
La manifestación que terminó con los hechos del filtro había sido convocada a través de CX 44, en aquel entonces vinculada al Movimiento de Liberación Nacional, hoy integrante del MPP. La declaración de la Junta fue votada por la mayoría que en ese entonces tenía el Frente Amplio.
Los hechos de esta semana pusieron fin, por suerte, tanto a la dictadura de Gadafi como a las actividades de la banda que aterrorizó al País Vasco y España.
Tanto el Norte de África como España hoy mirarán el futuro con esperanza y, Dios quiera, paz.
Al mismo tiempo en que esto sucede en otros lugares del planeta, en el Uruguay nos volvemos a enfrascar con el pasado.
Lo hacemos de la peor forma: proponiendo no respetar el voto de los uruguayos, la decisión adoptada libremente y confirmada ¡dos veces! por el pueblo.
El Frente Amplio propone, de nuevo, desconocer el voto de los uruguayos. Esta semana ingresó al Parlamento una ley que deja sin efecto la ley de caducidad repitiendo un intento que fracasara hace unos meses.
El tema es doblemente grave.
El país enfrenta hoy problemas muy graves en su educación, salud, seguridad, empleo de calidad. En lugar de concentrar nuestros esfuerzos en solucionar estos problemas volvemos a temas ya resueltos por la voz de la ciudadanía manifestada a través del voto.
Por otro lado parece que el Partido que nos gobierna quiere cumplir con la máxima del Dr. Tabaré Vázquez: “el pueblo cuando vota no siempre tiene razón”. Por ende puede desconocerse lo que los uruguayos decidieron con su voto.
Este iluminismo es peligroso. ¿Quién decide que el pueblo se equivocó cuando votó? ¿Tabaré Vázquez? ¿La mesa política del Frente Amplio? ¿Los legisladores en el Parlamento?
Si el Frente Amplio pierde la próxima elección nacional, ¿entenderá que el Pueblo se equivocó? ¿Entregará el poder como marca la Constitución?
Tenemos derecho a dudar sobre esto si su candidato a Presidente dice que los uruguayos cuando votamos no siempre tenemos razón y su partido propone desconocer lo resuelto en dos oportunidades por el Pueblo.
Esto revela además de un profundo desconocimiento del funcionamiento democrático una conducta peligrosa: hay alguien que entiende que puede sustituir al voto popular. Con Batlle y Ordoñez les decimos que “no es que el Pueblo no se equivoque, es el único que puede hacerlo”.
Jefferson, uno de los padres de la Constitución norteamericana de la que Artigas tomó sus fundamentos, afirmaba que cuando una mayoría circunstancial oprimía al individuo o la minoría, era culpable de erosionar los fundamentos de la sociedad, lo que constituye un crimen.
Si votamos dos veces y decidimos una cosa no puede hoy el Frente Amplio desconocer esto.
Salvo que alguien esté pensando en quedarse 42 años en el poder, regalar la espada del libertador, o volver a apoyar – como en el pasado – a bandas terroristas que por suerte hoy depusieron sus armas.
(*) Abogado. Senador de la República. Líder de Vamos Uruguay
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