Desde hace varios años venimos escuchando hablar de la decadencia del poder estadounidense en el mundo. Desde mediados de la década de los 80, autores como Paul Kennedy o Lester Thurow vienen advirtiendo acerca de ciertas tendencias preocupantes en los equilibrios mundiales del poder, y en las bases que habían hecho patente la supremacía mundial de los EEUU. Todo indicativo de que “el imperio estadounidense” (si es que el término Imperio es apropiado para referirnos al tipo de hegemonía ejercida por los EEUU; en general preferimos la utilización del término “imperialismo”, ya que “Imperio” presupone una dominación territorial y política directa, más aplicable a la Antigua Roma o al Imperio Británico que a los modernos EEUU). Los hechos recientes en EEUU y la crisis que azota a Europa no hacen sino confirmar aquellos pronósticos. Al parecer “el Imperio Americano” está llegando a su fin.
Las bases del poder “americano”.
Las bases del poder de los EEUU se fueron construyendo a partir de un largo proceso que comenzó luego de su independencia; ya a mediados del siglo XIX y sobre todo después de la “Guerra de Secesión”, los EEUU fueron estableciendo las bases de su futura posición como potencia mundial. El siglo XIX fue para los estadounidenses un siglo de expansión que tuvo tres pilares fundamentales:
I) La expansión territorial, la ocupación por parte de la nueva nación de la gran parte del espacio norteamericano.
II) Una fuerte corriente inmigratoria que fue complemento indispensable de la ocupación de los enormes espacios continentales, durante el siglo XIX y parte del XX millones de europeos llegaron a Norteamérica permitiendo la conformación demográfica del país.
III) Un proceso de industrialización, que comenzó incluso en los años inmediatamente posteriores a la independencia cuando el país comenzó a importar máquinas de vapor.
En cierto modo y al igual que la sociedad inglesa del siglo XVIII la norteamericana se encontraba pronta para su propia “Revolución Industrial”. Una vez que la expansión territorial y demográfica lo permitió el despegue industrial, acompañado y un gran avance de la ciencia y la tecnología, posibilito un despegue industrial fenomenal que convirtió al país en una de las cuatro mayores potencias industriales en tiempos tan tempranos como la segunda mitad del siglo XIX.
En el siglo XX, mientras las potencias europeas se encargaban de destruirse en dos devastadoras guerras mundiales, los EEUU emergía como la mayor potencia mundial, ya al fin de la “Gran Guerra” venía demostrando la imparable erosión del poderío británico (y europeo en general), pero fue después de la segunda guerra cuando la transición de hegemonías se hizo más evidente.
Para entender las razones de la influencia de los EEUU en el mundo contemporáneo es imprescindible pararnos y analizar su situación en 1945. El historiador Willi Paul Adams dice al respecto, en su obra “Los Estados Unidos de América”: “Una de las consecuencias más importantes de la Segunda Guerra Mundial fue la conversión de los Estados Unidos de una gran potencia en la gran potencia. En tanto que los demás participantes habían quedado agotados y devastados por el conflicto, los Estados Unidos sufrieron pérdidas insignificantes. La guerra además había llevado la opulencia a América y en 1945 los Estados Unidos concentraban las tres cuartas partes del capital invertido en el mundo y las dos terceras partes de su capacidad industrial. El pueblo americano era más rico y estaba mejor alimentado que cualquiera de los pueblos europeos: en tanto que ninguno de ellos superaba los 800 dólares de renta Per cápita, en los Estados Unidos se alcanzaban los 1500 dólares. Y al mismo tiempo, América era la más poderosa potencia militar del mundo”. Digamos también que el país que sólo tenía el 7% del total de la población mundial y el 7% de las tierras del globo, poseía un tercio de la renta mundial, producía el 60% de los productos industriales y la mitad del acero mundial.
Sobre esos pilares se edificó la supremacía mundial de los EEUU, la misma tuvo varias instancias como la creación de diversos organismos multilaterales, ya que desde un principio los estadounidense tuvieron la intención de redibujar el mundo, hacerlo a su imagen y semejanza. La hegemonía de los EEUU se materializó así en la creación de instituciones como la ONU, y en la firma de los acuerdos de Bretton Woods que son la base de la economía internacional contemporánea.
Las características de la supremacía norteamericana en el mundo de la segunda mitad del siglo pueden sintetizarse en:
I) La democratización y reconstrucción de Europa y Japón. Para lograr el objetivo las fuerzas de ocupación colaboraron con la democratización de los países derrotados, se intentó convertir a Alemania, Japón e Italia en naciones democráticas, y se brindó una enorme asistencia económica a la reconstrucción de las zonas devastadas. Así bajo la protección del paraguas militar de los EEUU, y con un acceso privilegiado a sus mercados fueron posibles los “treinta gloriosos” del capitalismo, la reconstrucción de Europa y el “milagro japonés”.
II) El fomento de los Derechos Humanos como principio, el apoyo a la consolidación de las democracias occidentales capitalistas.
III) En enfrentamiento con la URSS y el comunismo, definir la frontera con el mundo comunista y actuar como garante de la persistencia del sistema capitalista. Para tal objetivo se firmaron acuerdos militares, como la alianza de EEUU con Japón, y se crearon organizaciones de defensa como la OTAN, que fueron el brazo armado del mundo capitalista para prevenir una posible invasión soviética a Europa. Los EEUU abandonaron definitivamente su tradicional aislacionismo y mantuvieron durante décadas ingentes fuerzas militares en varias regiones claves del mundo, estableciendo alianzas con diversos estados anticomunistas (no siempre democráticos).
IV) Crear las bases de una economía internacional más estable, con el objetivo de evitar una nueva crisis económica como la del 29 que produjese una nueva guerra mundial. Para lograr este objetivo se crearon en la conferencia de Bretton Woods los organismos multilaterales de crédito como el BM y el FMI, al mismo tiempo que se establecía al dólar como moneda mundial de comercio y de reservas para los estados. También se fomentó el “libre comercio”, y reglas comerciales para fomentarlo por medio de los acuerdos del GATT-OMC.
Así entre los años 40 y 50 se fue configurando un nuevo orden mundial que tenía como epicentro de poder a los EEUU. Por primera vez en cinco siglos de historia humana el centro del poder mundial no sería una nación de Europa Occidental, la “era Vasco Da Gama” había llegado a su fin.
El lento declive.
Entender el proceso de declinación de la hegemonía de los EEUU en el mundo contemporáneo es por demás complejo, ya que el declive del “imperio” estadounidense no es producto de un gobierno, tampoco es producto de la situación actual del país, sino que es el resultado de la acumulación de factores que comenzó hace décadas.
Si marcamos un momento de inicio podría ser la década del 70 y la mal llamada “crisis petrolera de los 70”. Contrariamente a lo que se suele suponer, aquella crisis ( la segunda más importante del siglo XX, después por supuesto de la “gran depresión de los años 30”) no es producto solo del aumento del precio del crudo como consecuencia de la “guerra del Yom Kippur” o de las medidas tomadas por los países de la OPEP, sino que la crisis fue producto también de los enormes desequilibrios que aquejaban a la economía de los EEUU y básicamente la sumatoria de déficits fiscales provocado por los enormes gastos del Estado y del déficits de la balanza de pagos norteamericana originada por la competitividad creciente de las producciones industriales de Europa Occidental y Japón.
La manifestación más clara de las dificultades económicas fue la combinación única en la historia de desempleo e inflación que dio origen al término “Estanflación”. La crisis afectó de manera muy importante a los países capitalistas de Occidente, para los cuales significó el fin de los “30 gloriosos del capitalismo”, una época de crecimiento y prosperidad sin precedentes, que había sido ambientada en la hegemonía norteamericana y la difusión del “American Way of life” por el resto de los países desarrollados. Los impactos de la crisis también afectaron a la mayoría de las naciones del “Tercer mundo” y sirvieron de catalizador de los grandes problemas estructurales de la URSS y el mundo socialista acelerando su descomposición económica.
Los desequilibrios económicos de los EEUU y de la economía mundial ambientada por la hegemonía de ese país ratificada en los acuerdos de Bretton Woods acababa de sufrir su primer traspié. En 1971 el presidente Richard Nixon declaró la inconvertibilidad del dólar al oro, medida simbólica que reflejaba la imposibilidad de seguir sosteniendo los acuerdos de posguerra, historiadores como Saborido y Beremblum (en su “Breve Historia Económica del Siglo XX”) sostienen que la medida de Nixon estuvo basada en que el circulante de dólares en el mundo superaba con creces la capacidad de respaldarlo en oro, a principios de esa década había más de 60.000 millones de dólares circulantes contra poco más de 10.000 millones de dólares en EEUU respaldados por el oro de Fort Knox.
Desde la “crisis petrolera” la recuperación de los países capitalistas ha sido incompleta, sus economías lograron recuperarse bajo la pauta de las políticas neoliberales ambientadas por aquella crisis, pero esta recuperación no fue una restauración de la prosperidad, como lo revelan las cifras de desempleo y pobreza del propio EEUU después de los años 70.
Una de las tendencias que aquella crisis propició fue la creciente transnacionalización de la economía, para responder a aumento de los costos productivos en los países centrales ( con EEUU a la cabeza) numerosas empresas optaron por emigrar y así se produjo el crecimiento de las industrias en los llamados países NPI (nuevos Países Industriales) de los cuales los “Tigres Asiáticos”( Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, y Taiwán) fueron los más paradigmáticos. La transnacionalización del capital que contribuyó a erosionar las bases económicas de la hegemonía estadounidense también se vio reflejada en el origen de los paraísos fiscales y en la creciente internacionalización del capital financiero, que ya no respondía a las fronteras físicas de los estados nación.
Las razones del declive
Si fuésemos a sintetizar las razones del declive de los EEUU desde los años 70 hasta la actualidad podríamos decir que:
I) La decadencia de los EEUU ha sido lenta y relativa, no ha sido absoluta, no ha sido producto tampoco de la derrota en el campo militar o de una gran crisis económica. La decadencia relativa se ha debido en primero termino a los propios cambios en la economía mundial, así la supremacía del país del norte fue hija de una coyuntura excepcional en la cual por si solo representaba el 50% del PBI mundial a fines de los años 50, por razones obvias la recuperación económica de Europa Occidental y de Japón, y más recientemente de China y otras naciones emergentes han venido recortando el peso de los EEUU en la economía mundial, pasando a representar cerca de una quinta parte del PBI mundial
Además la recuperación y el fenomenal desarrollo de Europa y de Japón significaron también cambios negativos para la balanza de pagos norteamericana en dos sentidos: primero porque fueron competidores de la producción industrial norteamericana, y segundo porque desde hace décadas que el propio EEUU ha sido un mercado de importación de los productos europeos y japoneses situación que ha contribuido a generar unos abultados déficits comerciales. Más recientemente también las naciones NPI y China han orientado sus exportaciones hacia el mercado estadounidense lo que ha abultado aún más los enormes déficits.
Lo peor de la situación es que la propia economía mundial se orientó según estas pautas, el desarrollo de una sociedad de consumo en los EEUU compensaba la falta de mercados amplios en otras regiones del mundo, como si de alguna manera el funcionamiento de la economía global dependiera de que el país hegemónico desempeñara el papel de consumidor de los productos que el resto producía. Esta realidad sigue siendo patente y aún hoy con todas las dificultades (si dejamos de lado las materias primas) los EEUU siguen siendo el principal mercado mundial, la principal economía importadora teniendo grandes déficits con todos sus socios comerciales. Y no existe al menos en el corto plazo ninguna economía capaz de asumir ese rol. Lo que genera graves interrogantes sobre la salud de la economía mundial.
Algunos economistas sostiene que el desarrollo de las clases medias en los países emergentes del BRIC (Brasil, Rusia, India Y China) podría ocupar el lugar del mercado norteamericano, pero las diferencias de ingresos per cápita y de renta entre esas naciones y EEUU son abismales, y son países con enormes problemas sociales aún sin resolver.
II) Junto con la declinación relativa de su economía (producto de décadas de sostener déficits comerciales y de balanza de pagos) y de la recuperación económica de otros actores, combinación que sin duda ha restado peso a la economía estadounidense en el plano mundial. Los EEUU también han debido acumular enormes déficits presupuestales productos principalmente de los gastos militares que el país ha venido teniendo desde el fin de la SGM.
La “Guerra Fría” obligó a los EEUU a asumir el rol de protector del mundo occidental y capitalistas, y mientras bajo su “paraguas” protector Japón, Europa Occidental y otras sociedades pudieron dedicarse a construir su prosperidad actual sin tener que preocuparse de los temas de defensa (aún hoy Japón y varios países de Europa gastan en defensa mucho menos del promedio mundial),el “imperio” protector asumía ingentes gastos y desplegaba sus fuerzas armadas por cada rincón del globo, manteniendo presencia militar en varios puntos estratégicos.
En fin de la “Guerra Fría” no significó para nada una disminución en las fuerzas estadounidenses o en sus gastos militares, si bien es cierto que durante la “era Clinton” se intentó de manera seria reducir los déficits fiscales y por consiguiente el gasto militar, no pasó mucho tiempo para que durante los gobiernos de G.W. Bush el gasto militar se disparara nuevamente. En años recientes los EEUU ha dispuesto de un presupuesto militar equivalente al del resto del mundo, y sus fuerzas armadas han sido capaces de superar en modernidad y técnica a todos sus posibles rivales.
Habría que preguntase si esta apuesta al “poder duro” que los gobiernos neoconservadores han hecho realmente redunda en fortalecer la presencia de aquel país en el mundo, nosotros creemos que no, ya que por un lado significa seguir contribuyendo a generar un déficits fiscal que se ha ido de las manos, pero además este gasto militar parece inútil dadas las nuevas amenazas que enfrenta el mundo occidental, y es que no parece muy probable que se necesiten submarinos nucleares cuyo costo es cercano a los 2000 millones de dólares cada uno, o complejo cazas “stealth” cercanos a los 100 millones por unidad, para combatir enemigos agazapados en las montañas de Afganistán o grupos terroristas.
III) El tercer tema es el de los cambios en la economía mundial, el proceso a esas alturas imparable de Globalización y Transnacionalización de la economía está generando un desplazamiento del centro económico mundial hacía nuevos espacios geográficos. Y al mismo tiempo generando cambios que hacen imposible que un solo estado pueda detentar un rol hegemónico.
El análisis del Capitalismo como sistema mundial tal como nos lo han presentado Wallerstein o Arrighi conlleva la idea de que la hegemonías dentro del capitalismo son rotativas, no es factible pensar que un solo Estado-Nación por poderoso que este sea pueda detentar por mucho tiempo el predominio. Así mientras el sigo XX fue “el siglo americano” no parece que el XXI pueda seguirlo siendo. Lo que no significa que pueda ser el siglo de alguien más. Todo parece indicar que el mundo del futuro será más un mundo multipolar que un mundo con un solo centro de poder hegemónico.
El tiempo por venir dará la razón o no a los pronósticos que se han venido elaborando sobre el “fin del Imperio Americano”, todo indica que en este nuevo mundo los EEUU aún son y serán una potencia de primer nivel, pero también todo indica que las bases de su poder se hayan más comprometidas que nunca.
Mucho depende de factores que los EEUU no controlan, pero otro tanto depende de las políticas que sus gobiernos decidan tomar, si siguen por el camino conservador de apostar al poder duro como forma de preservar su presencia en el mundo es posible que solo contribuyan a que el declive sea más duro aún, si por el contrario se apuesta al multilateralismo y a reconocer las nuevas realidades la gran república del norte aún tiene mucho que ofrecer al mundo.
Después de todo aquel país y su cultura son verdaderamente universales, Eric Hobsbawm el eminente historiador británico ha escrito recientemente que una de las razones del éxito de los EEUU y de su hegemonía están en su cultura, y en ese aspecto nadie dude que el “Imperio Americano” durará mucho más….
Hasta la próxima…
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