El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

sábado, 12 de octubre de 2013

Bobos y cobayos

Por Gustavo Toledo

Ante una página en blanco, cualquier periodista-militante tiene básicamente dos opciones: pensar un tema interesante, investigarlo y luego redactar algo más o menos decente para brindarle a sus lectores, o, en su defecto, tomar un taxi hasta Rincón del Cerro y entrevistar al Pepe. Si prima la ley del mínimo esfuerzo -o sea, lo segundo-, alcanza con arrimarle un grabador, poner cara de interés y dorarle un poco la píldora. Lo demás corre por su cuenta. El resultado es infalible. Una nota de color ("exótica", diría él) con rebote mediático. ¿Qué mejor que eso?

El Semanario Voces publicó hace pocas semanas una extensa entrevista -tan extensa que debió publicarla en varias entregas-, en la que el presidente se despachó “a piacere” acerca de todos los temas sobre los que fue consultado, con esa superficialidad que lo caracteriza, y que su ejército de aplaudidores confunde con profundidad e incluso algunos con… ¡sabiduría!

Como es lógico, sus declaraciones-confesiones levantaron revuelo. Para eso fueron dichas, y publicadas, ¿no? Para ser replicadas en otros medios y “consumidas” por el más amplio y variado público posible. En suma, para bajar línea y conservar la centralidad mediática que tanto disfruta y explota.

Dentro del fárrago de comentarios, reflexiones y opiniones que volcó en la entrevista, se destaca una que refleja los entresijos de su pensamiento. Muy suelto de cuerpo, señaló que su esposa, compañera y asesora de imagen y comunicación, Lucía Topolansky, le dijo que vaya a los “programas bobos”, que son esos los que ve la gente. “Los programas buenos los vemos nosotros. La gente normal, la que vota, ve los programas bobos. Tenés que ir a esos, no te preocupes por ir a los otros porque es exactamente al revés, andá a los bobos que tienen que ver con el entretenimiento y ahí tratá de meter alguna”, confesó.

Y él, obediente, que no es como la gente normal, que ve otra clase de programas, que es flor de vivo, le hizo caso. Fue (va) a los “programas bobos”, a “meter alguna”. O sea, a hacer alguna “bobada”, para captar la atención de los "bobos".

¿Subestimación? No, desprecio por la "gente normal". Tan simple como eso. No le interesa elevar el nivel de los espectadores-ciudadanos. Le alcanza con que le compren "alguna". De la tatucera a la caja boba, podría ser un buen título para su parábola existencial. Al fin de cuentas, ¿qué diferencia hay entre una urna y un control remoto? Ninguna. Lo dijo claramente: la gente que ve "programas bobos" es "la que vota". Además, ya sabemos que a él lo votan “los que no piensan”, como confesó de manera mucho más descarnada antes de las últimas elecciones (La Juventud, 9/10/2008).

Ahora bien, si la gente es boba, y hay que “meterle alguna”, no debería sorprendernos en lo más mínimo su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el que las quiso meter todas. Un interminable, pedante e insondable compendio de lugares comunes y necedades, que la tilinguería sin fronteras convirtió rápidamente en su Sermón del Monte.

En esa línea, tampoco debería sorprendernos que vea a los uruguayos como un gran “laboratorio” y a sí mismo como una suerte de alquimista anarco-ruralista. Para eso pasa la gorra, improvisa, acomoda el cuerpo, manguea ayuda a magnates y a oscuras fundaciones internacionales. Para transformar al Uruguay en algo similar a los Kung-san, aquella tribu africana que supo vendernos como sociedad ideal, y que cualquier bolche con al menos dos lecturas encima definiría como un claro exponente de "comunismo primitivo", y no como un modelo a concretar.

Que los bobos, los que no piensan, se conviertan en conejillos de Indias no le preocupa. Que más del 60% de la opinión pública esté en contra de su experimento -justo el mismo porcentaje que puso como frontera psicológica para irse “al mazo”-, no importa. Como te digo una cosa, te digo la otra. El hombre nuevo del siglo XXI no está para tomar el fusil y hacer la revolución sino para dar vueltas dentro de una ruedita y responder al frío y al calor con la misma rapidez de reflejos que un cobayo.

Ya lo dijo el Contador Damiani, ex presidente de Peñarol y filósofo contemporáneo: “el mejor negocio en Uruguay es importar bobos. Porque acá está lleno de vivos. ¡Lo que se necesitan son bobos!”.


Pues bien, fieles a la exégesis artiguista que hoy está de moda, sean los orientales tan bobos como cobayos.

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