El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

domingo, 6 de octubre de 2013

Por el camino del medio

Por Ope Pasquet (*)

Finalmente, el presidente Mujica se decidió y autorizó a UPM a aumentar su producción de pasta de celulosa en cien mil toneladas anuales, contemplando así parcialmente la solicitud formulada por la empresa en el mes de marzo del año pasado.

De inmediato, ardió Troya. El gobierno argentino expresó en términos muy enérgicos su rechazo a la decisión del gobierno uruguayo, declaró lesionada su soberanía ambiental y anunció que llevará el caso a la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

En Gualeguaychú los asambleístas volvieron a congregarse en torno al fantasma de la contaminación, alentados por el gobernador de la provincia de Entre Ríos, Sergio Uribarri, que posó en las fotos junto al canciller Timerman cuando este se rasgaba las vestiduras ante el anuncio oriental. En ambas orillas del Plata –pero especialmente en Uruguay- hay preocupación por el curso que pueda tomar el diferendo, sobre todo teniendo en cuenta que la campaña electoral que se desarrolla en Argentina no crea el mejor clima para buscar soluciones con discreción, serenidad y sensatez.

La dirigencia política uruguaya es agudamente consciente de la importancia que tienen, para el país, las relaciones con Argentina. Nadie se olvidó de los perjuicios causados por el corte de rutas impuesto durante años por los vecinos de Gualeguaychú, y todos tenemos presente que en poco más de dos meses estará empezando la temporada estival, en la que tanto impacto positivo tiene el turismo argentino.

Sin embargo, el apoyo a la decisión del gobierno es unánime de este lado del río. Si alguna crítica se ha esbozado, ha sido para lamentar que no se haya ido más lejos todavía, permitiéndole a UPM llegar a los 1,3 millones de toneladas anuales de pasta de celulosa que es capaz de producir.

¿Qué pasó? ¿Nos habrá ganado a todos un absurdo ánimo patriotero y antiargentino, del que sólo perjuicios podrían resultar para Uruguay? La pregunta es pertinente, porque hace apenas unos días el presidente Mujica planteaba la cuestión de las relaciones con Argentina como una alternativa entre la actitud conflictiva (el “meter pechera”, como él dijo) o la política de las concesiones permanentes que ha caracterizado a su gobierno.

Desde el simple sentido común se le contestó al presidente que entre un extremo y otro cabía el término medio de la defensa inteligente y firme del interés nacional; sin infantilismos chovinistas de un lado, ni ingenuidades “patriagrandistas” del otro.

Pues bien: la fuerza de los hechos llevó al gobierno uruguayo a recorrer ese camino del medio cuya existencia implícitamente negaba, hace apenas unos días.

Ante el legítimo reclamo de una empresa que cumple con las leyes nacionales y con los más altos estándares internacionales de protección del medio ambiente, y tras haber esperado pacientemente un pronunciamiento argentino durante más de un año, el gobierno uruguayo permitió un aumento de producción en una planta modelo a escala mundial, aumentando así la actividad económica, el empleo y las exportaciones del país. Al lado de la planta de UPM está Fray Bentos, cuyos habitantes serían los primeros en sufrir los efectos de la contaminación, si la hubiera. Pero la decisión oficial tiene el respaldo de los informes técnicos de nuestra DINAMA, así como del laboratorio canadiense que desde hace años dice que la planta de UPM no contamina, en informes que Argentina no ha querido divulgar. No se compromete la salud de los habitantes de Fray Bentos, ni la de los de Gualeguaychú, ni la calidad de las aguas del río Uruguay, permitiendo que produzca más una fábrica que ha estado y seguirá estando sometida a los más rigurosos controles.

Si para sostener estas decisiones es preciso comparecer ante una corte internacional, habrá que hacerlo. Las buenas relaciones entre países vecinos no pueden apoyarse sobre presuntas afinidades ideológicas ni personales entre los gobernantes de turno, que son tan frágiles y efímeras como ha quedado penosamente de manifiesto en los últimos tiempos; ellas deben basarse en el respeto mutuo y el apego al Derecho Internacional.

Por este camino, el gobierno tendrá siempre el apoyo de todos los uruguayos.


(*) Abogado. Senador de la República 

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