El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

domingo, 6 de octubre de 2013

Continuidad y cambio

Por Gustavo Toledo

Danilo Astori, el cuadro más lúcido de la derecha uruguaya, anunció en la la edición anterior del semanario Búsqueda (¿dónde, si no?) que “el rumbo” de la actual política económica está “consolidado” y, lo más importante, que va a ocupar un lugar de “primera línea” en un eventual segundo mandato de Tabaré Vázquez. Señaló que su papel es “aportar certeza y confianza” y confesó que “no podría vivir sin estar ahí”.

En la portada de esa misma edición, Búsqueda revela que Vázquez no sólo contactó a Astori sino también a Mujica para que ambos ocupen “roles preponderantes” si vuelve al gobierno.

Las declaraciones de Astori, sumadas a la información que aporta el semanario, abren una serie de interrogantes sobre el futuro del Frente Amplio y del Uruguay,  pero también sirven para disipar otras.

Vayamos por partes.

En primer lugar, queda claro que Vázquez y Astori dan por ganada la elección. O al menos eso quieren transmitir con la ayuda del ejército de asalariados que aspira a seguir prendido de la teta del Estado, de los traficantes de encuestas y “columnas de opinión”, y de los politólogos mediáticos que ningún líder de izquierda se atrevería a excluir del inventario partidario. Después de todo, hay que "ayudar a que se produzca lo inevitable", como ironizaba el maestro Popper sobre los cultores de la superstición marxista, ¿no?

En segundo lugar, si la política económica está consolidada y no hay espacio para innovaciones, ¿Fukuyama tenía razón? ¿Tocamos fondo? ¿Este es el fin de la historia? Pues, así parece. Harvard ganó la batalla ideológica. Con el respaldo de la embajada yanqui, las cámaras empresariales y los organismos internacionales de crédito, los otrora “enemigos de clase”, aquellos contra los que unos levantaron el lápiz para escribir pestes y otros el rifle para hacer la revolución, se convirtieron por arte de magia en socios y aliados. (O debería decir, ¿patrones?).

Con el MPP autoexcluido del debate de fondo, más por razones tácticas que filosóficas, Couriel, Olesker y los comités de base regenteados por el PCU representan, para el establishment progre, una rémora de lo que alguna vez fueron y ya no son. Un puñado de recopiladores de trastos viejos. Conservadores de ideas de segunda mano. Pasadas de moda. Acaso, una sombra de oposición interna que legitima, con su conmovedora endeblez retórica, la primacía del discurso dominante. En resumen, un mal necesario. Conclusión, con la preciosa ayuda de estos cuentapropistas del intervencionismo estatal, el tándem Vázquez-Astori no apuesta a “mover las raíces de los árboles” como en el pasado sino a dejar todo como está. Quietito. Bien atado. Reivindicando, con admirable franqueza, las virtudes de un “modelo económico” que los Partidos Tradicionales, por timoratos o por despistados, no se atreven a reclamar como propio. Ni mucho menos a profundizar.

En tercer lugar, cuando Astori señala que su rol es “aportar certeza y confianza” a un eventual tercer gobierno del FA, ¿está diciendo que esa política económica “consolidada” de la que se jacta y a la que rinde culto depende de que él esté en el poder o es su reconocido e infinito ego el que lo lleva a ubicarse en el lugar de “irremplazable”? Probablemente ambas cosas, pero sobre todo lo primero. Astori, para los que cortan el bacalao, y eso bien lo sabe, constituye la garantía de que la máquina no descarrile ni cambie de carril. Un mal necesario, dicen los cultores de la Realpolitik que se reúnen en el local de Tristán Narvaja. Un caballo de Troya, murmuran por lo bajo los coleccionistas de antiguallas.

En cuarto lugar, y quizá lo más importante, se aleja la idea de que Vázquez representa un cambio respecto a Mujica. Desde el punto de vista estético, del envase, y del discurso, claramente sí, pero nada más. El gobierno seguirá, en caso de ganar el Doctor, como lo está ahora, repartido en tres partes: una para Danilo y sus laderos, un puñado de conversos al más puro y duro Neoliberalismo, encargado de la Economía y quizás de las Relaciones Exteriores; otra para el MPP, más PePe que nunca, de corte marxista-ruralista, dispuesta a extender su dominio sobre áreas clave del Estado y la Cultura; y otra para los mercachifles del PS, sin una tendencia clara salvo hacia los sillones de oficina y los autos oficiales. Y las migajas que sobren, presumiblemente pocas, para el resto. Vázquez, por su parte, se reserva el rol de tribunal de alzada. De monarca sin corona. De primus inter pares.

Esto, en apariencia, no sería malo para quienes creemos en las virtudes del libre mercado. ¿Qué mejor que apostar a la continuidad de una línea económica probada y segura, que nosotros mismos iniciamos y cuyos resultados son el único logro de verdad que puede exhibir la izquierda conversa? Si no fuera por los costos que conlleva, sería la opción ideal. El problema es que de ganar Vázquez no sólo se va a mantener la política económica sino también la sistemática destrucción del sistema educativo, la falta de rumbo en la política exterior, la politización de las Fuerzas Armadas, el incesante avance sobre la justicia y la misma incapacidad para atacar las causas de la inseguridad y la delincuencia. Apostar por él, en suma, es apostar por un combo de indeseables y trasnochados que no da pie con bola. Sin contar que, dentro de cinco años, cuando los defensores del statu quo -por imperio de la Biología- deban retirarse a cuarteles de invierno, los cuadros de recambio de la izquierda dura, alimentados durante este tiempo con las hazañas imaginarias de la revolución tupamara y abundante leche de magnesia, van a tomar los remos para dirigir la nave hacia donde soñaron sus mayores.

Vázquez, en definitiva, es el escalón previo. Y Danilo, por más que se resista a verlo de ese modo, un instrumento. Su instrumento. El objetivo, dicho en menos de 140 caracteres para que cualquier twittero lo entienda, es, claramente: profundizar el capitalismo para luego pegar el salto. Como enseñó Don Carlos hace más de un siglo y medio, y ahora nadie parece haber leído. Ni recordar.  


Astori y Búsqueda levantaron el centro. Si la oposición no se decide de una buena vez a jugar en equipo, y cabecea a tiempo, más que perder el partido vamos a perder el campeonato.

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