“La
educación no es un instrumento infalible (ninguno lo es), pero es el más
precioso de todos. Tal vez sea el único”.
Encontré esta definición de Jorge Luis
Borges, tan borgeana valga la redundancia, en un prólogo que este escribió a un
libro allá por 1972.
Los admiradores del genial escritor,
entre los que me incluyo, disfrutamos descubriendo esas perlas en su obra, ya sean
libros, prólogos o comentarios públicos.
Sus prólogos son mucho más que
prólogos, siempre.
En este caso además de resaltar el
valor de la educación en la forma en la que sólo él podía hacerlo, Borges se
mete en honduras sobre la comunicación, la ética y las flaquezas de nuestro
tiempo.
Como siempre, nos deja pensando,
admirados de esa forma de inquirir, afirmar, describir que él tenía.
El prólogo comienza citando a T.S.
Eliot que se pregunta ¿dónde está la sabiduría que hemos perdido en el
conocimiento y donde el conocimiento que hemos perdido en información?
Ese concepto de información que nos ha
hecho perder el conocimiento es más profundo de lo que imaginamos. Está
presente en uno de sus cuentos más famosos, Funes el Memorioso.
Borges se queja de que hoy día nos
abruma la información trivial y precipitada de lo acontecido en el planeta en
la víspera. Cada nueva información tapa la anterior y es leída para el olvido,
porque sabemos que será borrada por otra esta misma tarde.
Es como si leemos el capítulo de una
nueva novela, sin saber bien quienes son los personajes ni lo que les ocurrió
anteriormente.
Agrego yo: las redes sociales, el
acceso minuto a minuto a lo que acontece en el mundo, el internet, ha
multiplicado el problema por mil.
Borges plantea en 1972 el desafío que
enfrentamos hoy: “Conjugar de un modo armonioso la sabiduría, el
conocimiento y la información es el arduo problema que la enseñanza tiene que
resolver”.
Instruir a un niño es preparar la
venidera historia del mundo dice, y tiene razón.
Saber cómo acceder a la información,
seleccionar la importante, tener la capacidad de analizarla, y aplicarla son
los desafíos que enfrentamos.
Información no es conocimiento y es
bueno recordarlo. Pero ese no es el único problema. Borges plantea también el
tema de la ética. Cita a Sócrates y su afirmación de que “nuestro deber es
evitar el Mal y actuar con Justicia”.
La Ética es el mayor problema de
nuestro tiempo para Borges. Aún más que la información que afecta el
conocimiento.
Para a él a las flaquezas inherentes a
la condición humana hemos agregado, perseverantemente, muchas otras y las
enumera.
Como la publicidad, que según él “nos
induce a creer que la noticia impresa de un hecho es más real que el hecho”.
O “la omnipotencia del Estado y el
imperialismo, que mide la grandeza de las naciones por la mera extensión de su
territorio... o el abuso de la estadística que está reemplazando a la ética”.
Lo que sucede en Uruguay hoy, prueba la
certeza de estas apreciaciones.
Los números de repetición en nuestra
Educación causaron alarma e impacto esta semana en nuestro país.
La Fundación Propuestas viene alertando
sobre ellos desde hace tiempo. En especial en Montevideo, donde el sistema
parece estar llegando a situaciones insostenibles.
Aceptar que tenemos un problema, que
estamos mal, es el primer paso para salir de la situación en que nos
encontramos.
Quizás no le hemos prestado atención a
la realidad que vivimos hoy. No hemos tomado medidas para enfrentar las nuevas
realidades sociales, familiares y comunicacionales.
Esa realidad que nos brinda un exceso
de información que, muchas veces, confundimos con conocimiento.
Esa realidad que nos dice que la
familia de hoy es distinta de la de hace 20 o 30 años. Ambos padres trabajan y
pasan muchas horas fuera del hogar. Los medios de comunicación quitan tiempo de
conversación y de formación en el hogar. La familia ya no se reúne alrededor de
la estufa o en la mesa para conversar como ayer. Lo hace alrededor del
televisor o de la computadora o, la mayor de las veces, ni siquiera lo hace.
Adaptarnos a esta nueva realidad,
entendiendo que la Educación Primaria y Media tienen que trabajar con la
familia y estas juntas deben trabajar con la comunidad, es uno de los desafíos.
Aceptar que no alcanza con tener
información sino que el objetivo es el conocimiento y con este la sabiduría, es
otro paso.
Acceder a la información de lo que nos
está sucediendo y no prohibir el mismo y declararlo confidencial, es una
cuestión de supervivencia.
De lo contrario terminaremos en ese
mundo que describe Orwell en 1984 y, lo peor, seguiremos perdiendo el más
precioso de todos los instrumentos, la Educación
(*) Abogado. Senador de la República
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