Con apenas un día de diferencia, los uruguayos celebramos dos episodios fundamentales de nuestra historia nacional: el llamado “Grito de Asencio”, acaecido el 28 de febrero de 1811, que marca el inicio de la Revolución Oriental, y la asunción de José Batlle y Ordóñez por segunda vez como presidente de la República, un siglo más tarde, el 1º de marzo de 1911.
Establecer un paralelismo entre ambos acontecimientos sería inapropiado y hasta forzado, y no es mi intención hacerlo. No es comparable un episodio de eminente tono bélico con otro de carácter civil y republicano, ocurridos en circunstancias históricas diferentes y con efectos y consecuencias igualmente diferentes. Sin embargo, ambos tienen un rasgo en común que es preciso subrayar: tanto uno como el otro expresan, a su modo, la sed de cambios de, si no toda, al menos una parte importante de nuestra sociedad, y, por ende, su hartazgo frente a un statu quo que en ambos casos resultaba intolerable.
Por desgracia, el inicio de los festejos por el Bicentenario eclipsó la conmemoración del primer siglo que nos separa del último gobierno de Batlle y Ordóñez, motivo por el cual quedó confinada a una celebración partidaria, domestica, de entre casa; cosa injusta, por cierto, habida cuenta de que moldeó, en buena medida, al Uruguay contemporáneo.
Aún así, más allá de la superposición de fechas y de los olvidos y mezquindades de propios y extraños, es preciso darle contenido a esta celebración y recordar aquel episodio a la luz de las circunstancias que llevaron a Don Pepe a la presidencia por segunda vez.
Cuando Batlle y Ordóñez culmina su primera presidencia en 1907, y parte a Europa -donde permanecerá durante los siguientes cuatro años absorbiendo nuevas ideas y madurando las propias sobre el gobierno, la sociedad, el Estado, la economía, la educación y la cultura del “pequeño país modelo” que quería construir-, sabía que su tiempo político aún no había culminado. Una larga lista de reformas esperaban ver la luz y su liderazgo resultaba indispensable para que ello sucediera.
En febrero de 1910, algunos sectores del Partido Colorado levantaron su candidatura para el período presidencial 1911-1915, lo que motivó, a lo largo de los meses siguientes, movimientos armados encabezados e integrados por personas identificadas con el Partido Nacional, que el gobierno supo repeler eficazmente.
En febrero de 1910, algunos sectores del Partido Colorado levantaron su candidatura para el período presidencial 1911-1915, lo que motivó, a lo largo de los meses siguientes, movimientos armados encabezados e integrados por personas identificadas con el Partido Nacional, que el gobierno supo repeler eficazmente.
En agosto de ese año, Batlle y Ordóñez se dirige, por carta, a la Convención del Partido Colorado agradeciendo su proclamación como candidato presidencial y exponiendo sus ideas y propósitos para la futura administración, en caso de ser electo: política de partido; cámaras no electoras del presidente de la República y elección directa por el pueblo; representación proporcional; reivindicaciones obreras: ley de 8 horas y descanso semanal; derecho a la vida, a la salud, a la cultura; protección del niño, de la mujer, del inválido y del anciano; libre inmigración y estímulos a la misma; plan de colonización; instrucción pública gratuita en todos sus grados y obligatoria en el grado elemental; liceos en las capitales departamentales; enseñanza técnica; apoyos a la ganadería y a la agricultura y estímulos a la industria nacional; organización por parte del Estado de todos los servicios de interés social; industrias del Estado; derechos civiles y políticas de la mujer.
Una vez proclamado candidato, Batlle y Ordóñez regresa al país rodeado de “grandes esperanzas”, como se desprende de las manifestaciones populares de febrero de 1911, y de los temores que dominaban a su círculo de allegados en torno a la constante amenaza de un atentado contra su vida.
Así llegamos al día de la asunción presidencial. Cuenta Milton Vanger, en “El País Modelo. José Batlle y Ordóñez 1907-1915”, que:
“En la tarde del 1º de marzo de 1911, policías, bomberos, el cuerpo de Blandengues y el Tercero de Infantería mantuvieron al público a distancia del Cabildo, donde tendría lugar la elección. No lo dejaron entrar a la Plaza Independencia donde, en la Casa de Gobierno, Batlle recibiría la banda presidencial de manos de Williman. El propio Batlle llegó casi subrepticiamente en un automóvil, acompañado sólo por el director de seguridad de la policía. Entre la muchedumbre contenida por la policía, ardientes colorados gritaban que correría sangre nacionalista si algo le pasaba a Don Pepe”.
A las 15 y 40, Ricardo Areco, primer vicepresidente del Senado (el Presidente del Senado, Feliciano Viera, que sustituiría a Batlle en la presidencia de la República en caso de que éste fuera asesinado, no estaba presente en la ceremonia “para no caer él también asesinado produciéndose entonces un caos completo”), inició la sesión. “Los legisladores entraron, y cuando Batlle, senador por Montevideo, se sentó, la galería estalló en aplausos”.
“Cada legislador firmó una balota indicando su candidato presidencial. Los ujieres recogieron las balotas y el Secretario las leyó una por una. Batlle había votado por Areco, y todos los demás, los 96 legisladores presentes, incluyendo al socialista Frugoni especialmente autorizado por su partido, votaron por Batlle. Los legisladores aplaudieron y aplaudieron, mientras la galería gritaba ¡Bravos y Vivas!” (fruto del “frenético regocijo de la población”, apuntan sus biógrafos Roberto B. Giúdice y Efraín González Conzi).
“Don Pepe se levantó y a la derecha de la Mesa prestó juramento. «Yo, José Batlle y Ordóñez, juro por Dios N.S. y estos Santos Evangelios, que desempeñaré debidamente el cargo de Presidente que se me confía; que protegeré la Religión del Estado, conservaré la integridad e independencia de la República, observaré y haré observar fielmente la Constitución».
“Don Pepe, el anticatólico, tenía una sorpresa preparada: «Permitidme que, llenado el requisito constitucional, para mi sin valor, a que acabo de dar cumplimiento, exprese en otra forma el compromiso solemne que contraigo en este instante. Juro por mi honor de hombre y de ciudadano que la justicia, el progreso y el bien de la República realizados dentro de un estricto cumplimiento de la ley, inspirarán mi más grande y perenne anhelo de gobernante»”.
“Luego pidió a los legisladores “unidos por el ideal y el esfuerzo” que colaboraran con su gestión. Areco, haciendo uso de la palabra en nombre de la Asamblea General, interrumpido por gritos y aplausos de aprobación, aseguró a Batlle que la Legislatura lo acompañaría para llevar a cabo, «en todas sus partes, vuestro hermoso programa de gobierno»”. Y así fue, en buena medida.
La segunda presidencia de Don Pepe estuvo caracterizada por su impronta reformista y la profundización del llamado “modelo batllista”. Tan pronto asumió el poder, se precipitó una “verdadera lluvia de proyectos” cuya sola enumeración nos da la pauta de su voluntad de cumplir con el programa antes expuesto:
Año 1911. Marzo, 31: Batlle promulga la ley que aprueba el tratado sobre límites celebrado con el Brasil; Abril, 26: envía al parlamento su proyecto de ley sobre Monopolio por parte del Estado de los contratos de Seguros; Abril, 27: propone la creación de Estaciones Agronómicas para estudios rurales en diferentes zonas del país; Mayo, 13: propone la nacionalización total del BROU; Junio, 2: presenta proyecto de ley sobre creación de la Universidad de las Mujeres; Mayo, 22: Decreto del Poder Ejecutivo aboliendo los honores oficiales a los símbolos y personas de carácter religioso; Junio, 26: envía al parlamento un nuevo mensaje sobre ley de 8 horas y descanso semanal obligatorio; Julio, 7: promulga la ley de creación de la Comisión Nacional de Educación Física proyectada por él el 7 de julio de 1906; Agosto, 25: por iniciativa presidencial se dispone la creación de la primera Orquesta Nacional en Montevideo y se decreta la creación y la puesta en funcionamiento de la Escuela Experimental de Arte Dramático.
Año1912. Enero, 5: se dispone la creación de 18 liceos departamentales en las capitales del Interior del país; Marzo, 3: se dispone por ley la dotación de aguas corrientes y la instalación de servicios sanitarios en todas las poblaciones de la República con más de 5.000 habitantes; Agosto, 21: se promulga la ley que dispone la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente para la reforma de la Constitución de 1830(la Asamblea será elegida popularmente; no estará impedido en esta elección ningún ciudadano por su condición social); Septiembre, 16: mensaje y proyecto de Batlle suprimiendo las corridas de toros y todo espectáculo que signifique el sufrimiento de los animales; Octubre, 21: se promulga la ley que declara Monopolio del Estado la provisión de luz y energía eléctricas en todo el país y dispone la creación de las Usinas Eléctricas del Estado; Octubre, 22: se crea el Instituto de Química Industrial.
Año 1913. Enero, 7: Batlle dispone la adquisición de medio gramo de “Radium” para los servicios gratuitos del Instituto de Radioterapia (el Uruguay fue el primer país de América del Sur en organizar estos servicios y hacer aquella adquisición); Enero, 10: se resuelve la municipalización de los servicios sanitarios –red cloacal- de Montevideo en sustitución del monopolio privado; Marzo, 4: Batlle da a publicidad sus “Apuntes” sobre la reforma de la Constitución, conteniendo su proyecto que suprime la presidencia unipersonal y su sustitución por un Poder Ejecutivo Colegiado; setiembre, 9: aprobación de la ley de divorcio por voluntad unilateral de la mujer.
Año 1914. Abril, 8: Se declara por Decreto Monopolio del Estado el de Seguros por accidente de trabajo que, desde esta fecha, se hace efectivo y exclusivamente por el Banco de Seguros del Estado; Mayo,12: Aprobación definitiva del Tratado de Ratificación de Límites con el Brasil; Junio, 22: Batlle envía al Parlamento su Mensaje y Proyecto de Ley por el que se instituyen las Pensiones a la Vejez; Agosto, 7: frente a la Guerra Europea, Batlle publica un Decreto sobre la estricta observancia de la neutralidad uruguaya; Septiembre, 5: el Parlamento sanciona la Ley por la que se determina la investigación de la paternidad y la igualdad de derechos entre hijos legítimos y naturales; Diciembre, 1: Mensaje y proyecto de Ley estableciendo indemnización en caso de despido inmotivado de empleados y obreros; Diciembre, 19: Decreto que dispone que los inmigrantes, colonos seas asistidos en sus dificultades, su adaptación, su transporte, sus reclamos, por los funcionarios del Estado.
Año 1915. Febrero, 13: Creación e instalación de la Escuelas de Enseñanza Industrial que constituirán la Universidad del Trabajo; Marzo, 1: Batlle transfiere el Poder Presidencial al Dr. Feliciano Viera elegido por la Asamblea General, Presidente de la República.
Se puede simpatizar o no con su figura, se puede coincidir o no con su ideas y orientaciones filosóficas, pero no se puede negar que respondían a un acentuado humanismo que veía en el ser hombre a un ser racional capaz de construir su propia historia. Batlle no creyó nunca en la idea marxista de la lucha de clases ni en “la violencia como partera de la historia” sino en la evolución pacífica de la sociedad por medio de reformas paulatinas que la modificaran para hacerla más justa y proclive a permitir el pleno desarrollo del ser humano (sea hombre o mujer, anciano o niño, obrero o patrón, creyente o ateo).
Negando que la violencia de las contiendas sociales que había visto durante su estadía en Europa tuvieran que reproducirse en el Uruguay, creyó que había que anticiparse a su explosión mediante la intervención del Estado, árbitro y componedor de los conflictos sociales (es decir, a través de un Estado que fuera “escudo de los débiles”: obreros, mujeres, niños, ancianos y enfermos).
Más allá de que hoy los tiempos son otros y las herramientas también son otras, los fines siguen siendo los mismos. Se impone el deber de ser batllista sin caer en anacronismos ni mitificaciones; el deber de ser batllista a la manera de Batlle, con cabeza libre y abierta.
“El único camino -como escribiera el profesor Rodriguez Fabregat- está en reconquistar a Batlle”. Es decir, en volver a abrevar en aquellas aguas, en tomar inspiración de su ejemplo y afrontar los desafíos que nos impone el presente con la misma sed de libertad y justicia que a él lo hizo grande, para nosotros y nuestros adversarios; para nuestros hijos y los hijos de nuestros adversarios.
¡Que así sea!
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