Por Dra. Cecilia Vega (*)Represento a la típica mujer de mediana edad de este siglo XXI, estoy casada, tengo dos hijos adolescentes, soy profesional, participo de redes sociales, gremiales, políticas y hasta deportivas. El día no me alcanza, las veinticuatro horas son insuficientes para atender todas mis responsabilidades. Miro a mi alrededor y no soy la única que está inmersa en esa vorágine diaria, mujeres más jóvenes con hijos pequeños (pendientes de guarderías, cuidadoras o en el mejor de los casos, abuelos), mujeres mayores (preocupadas por su salud, por su jubilación o pensión, si tienen la suerte de acceder a alguna de ellas, por el futuro de sus descendientes en un mundo convulsionado por la violencia y la inseguridad en todas sus formas: económica, jurídica, física).
En definitiva, vivo una vida alocada, pero soy afortunada: tengo salud, trabajo y con éste último obtengo los recursos para alimentar y educar a mis hijos y llegar con el presupuesto a fin de mes, además de contribuir al pago de las cargas tributarias cuyo destino supuestamente es mejorar mi calidad de vida como ciudadana.
Estas disquisiciones pretenden ser la introducción de un artículo sobre el 8 de Marzo: Día Internacional de la Mujer. Y se las trasmito porque cada año en esta fecha, me cuestiono los discursos vacuos, me cuestiono las felicitaciones falsas de aquellos que desean quedar bien, un día al año.
Todos los años pretendo realizar un balance con los logros alcanzados y los desafíos a futuro y siempre llego a la misma conclusión: a las mujeres comunes, a las mujeres de a pie (como les gusta decir a nuestros políticos) no se les brinda soluciones con discursos, afiches, actos y homenajes.
Mientras en el INAU de Maldonado haya una sola asistente social para atender toda la problemática del Departamento de Maldonado; mientras que haya dos Comisarías de la Mujer para todo el Departamento; mientras que los Defensores de Oficio no sean suficientes para atender a las mujeres de escasos o ningún recurso que utilizan sus servicios; mientras que las dos asistentes sociales que desempeñan sus funciones en los Juzgados de Familia de Maldonado no tengan locomoción a su disposición para realizar su trabajo en los casos provenientes de Defensoría de Oficio (que por ende son asuntos de mujeres de escasos o ningún recurso que no pueden abonar un profesional particular que brinde locomoción para las pericias); mientras el ama de casa común no tenga una Oficina de Defensa del Consumidor en Maldonado, debidamente instalada y con funcionarios para recabar sus denuncias; mientras las madres jóvenes no dispongan de guarderías gratuitas en sus lugares de trabajo (nos referimos a las denominadas “grandes superficies”); mientras que nuestras jubiladas tengan que mendigar la “canasta de fin de año” y tener que comprar sus productos en un solo lugar predeterminado y no a su libre albedrío o poder acceder al mejor precio; mientras que los padres sigan desertando de sus trabajos para no pagar pensiones o peor aún, sean inducidos a la informalidad por el propio gobierno y no se les pueda retener sus ingresos; mientras que a los padres no se les otorgue la misma licencia por paternidad que a las mujeres, para que el patrón no deba elegir entre uno y otro según su conveniencia; mientras que no haya una jubilación para las amas de casas; mientras no se ejerzan los controles debidos en las casas de salud, ancianos; de que igualdad y políticas de igualdad se habla!!!.
Las mujeres no queremos más diagnósticos, ya sabemos que somos más del 50% de la población, que somos las más afectadas por la pobreza, por la inseguridad (sobre todo dentro de nuestros hogares), las que tenemos salarios inferiores, discriminadas por ser potenciales “madres”, la minoría en órganos electivos y ejecutivos gubernamentales; la minoría en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo, en la Suprema Corte de Justicia, en la dirigencia sindical, en las cúpulas de las grandes empresas.
Tenemos “cajas de herramientas” o “guías de actuación para detectar la violencia doméstica” o “Mapas de Ruta”, en los diferentes órganos del Estado, que no se aplican por desidia o falta de interés de los que debieran usarlas o aplicarlas. En mi modesto entender, lo anterior no se revierte con leyes que no se aplican por falta de recursos y de interés político; con la creación de órganos que sólo sirven para acomodar candidatos o candidatas frustradas y peor aún que desconocen la temática para los cuales se los convoca, órganos en definitiva, que carecen del presupuesto suficiente para llevar sus tareas adelante. Se revierte con educación, se revierte con el involucramiento en la temática de todos los interesados, llámese legisladores, jueces, fiscales, funcionarios públicos. Tampoco se revierte la desigualdad con medidas aisladas, sin controles en la ejecución de las políticas públicas, con esfuerzos individuales y que muchas veces se superponen.
Por ende, pasemos del discurso a la acción. El futuro de las mujeres y niñas es HOY, el presente de aquellas, ya fue.
(*) Abogada y escribana.
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