El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Brum.

Por Prof. Gustavo Toledo

Por lo general, los relatos sobre Baltasar Brum comienzan por el final: con su muerte. Precisamente, con el disparo con el que se quitó la vida el 31 de marzo de 1933, cuando el golpe de Estado de Terra ya era un hecho y a él sólo le quedaba ofrendar su vida en defensa de la democracia. A menudo, se sobrevuela ese episodio, como si su corta pero intensa vida hubiese sido apenas el preámbulo para ese trágico final. Pocos, sin embargo, se toman el trabajo de decir que a esa gran muerte, le correspondió una gran vida al servicio de la República.

Por desgracia, no se recuerda su lejana infancia en Cuaró, hoy departamento de Artigas; sus tiempos de estudiante prodigio de abogacía; su pasaje por la docencia y el periodismo, llegando a ser Director de El Día; su perenne fascinación por Batlle; su constante defensa de los derechos de la mujer; su brillante actuación como ministro de Instrucción Pública con 30 años recién cumplidos, del Interior y de Hacienda, simultáneamente, durante el gobierno de Feliciano Viera (1915-1916) y de Relaciones Exteriores en dos ocasiones (1914 y 1916-1919), su destacada actuación como miembro de la
Comisión de los ocho que redactó la Constitución del 17 y su ascenso a la presidencia de la República a la temprana edad de 36 años, siendo la persona más joven en llegar a la primera magistratura de nuestro país.

Cuando repaso sus antecedentes, me pregunto por qué los colorados nos olvidamos de él y extiendo esa pregunta a todos los uruguayos.
¿Quizás porque se mató en aras de una reacción popular que nunca llegó y aún nos pesa en la conciencia la flaqueza de nuestros mayores? ¿Quizás porque fue un ejemplo demasiado radical de demócrata para quienes estuvieron dispuestos a transar con la tiranía a cambio de prebendas, honores o migajas? ¿O quizás por esa imperdonable desidia con la que encaramos nuestro pasado y que hoy es característica de la sociedad uruguaya? Sea como fuere, no cabe duda de que hemos sido muy ingratos con él. Lo archivamos entre los recuerdos incómodos, allá abajo, en el último cajón de nuestra memoria. Y allí ha permanecido, injustamente, hasta ahora.

A casi ochenta años de su muerte, en tiempos de líderes tibios y caudillos de oficina, deberíamos reivindicar a Brum como un extraordinario ejemplo de dignidad y coraje. Como un modelo de conducta y un referente ético para todos los uruguayos que aman la libertad.

Brum sintetiza lo mejor de la tradición colorada, la del batllismo republicano y democrático que construyó el Uruguay moderno. Por eso, se merece nuestro reconocimiento permanente, pero sobre todo nuestro agradecimiento por haber alumbrado el camino de los que creemos, al igual que el Quijote, que
por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida.


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