Por Adolfo Garcé (*)
Uno de los datos más importantes de la coyuntura política uruguaya en lo que va de 2011 es que Pedro Bordaberry ha logrado convertirse en un protagonista fundamental del debate político. Cuando todavía no se habían apagado los ecos de su fuerte polémica con Jorge Larrañaga a propósito de la campaña de recolección de firmas, se las ingenió para sacudir otra vez el tablero político confrontando duramente con el gobierno a propósito de los compromisos asumidos por el Estado en el contrato con Montes del Plata. Repasemos los principales momentos de su vertiginoso ascenso político.
Aunque venía ocupando cargos públicos de responsabilidad desde 1992, Pedro Bordaberry cobró notoriedad recién en 2001 cuando sustituyó a Alfonso Varela como ministro de Turismo. Rápidamente atrajo la atención de los medios. Siempre pensé que una de las principales razones del interés de los periodistas (y del público) en su figura fue su apellido. ¿A quién no le llamó la atención la designación de un hijo de Juan María Bordaberry como miembro del gabinete de Jorge Batlle? En este sentido, el punto de partida de su carrera política es similar al de José Mujica. Sus historias personales que, en cierto sentido, son un problema, desde otro punto de vista les han brindado una oportunidad. La comparación con Mujica permite, de paso, ilustrar otros aspectos coincidentes de sus respectivos perfiles políticos. Tanto el ex guerrillero como el hijo del dictador mostraron, de inmediato, una capacidad de comunicación muy especial y un talante conciliador que contrastaba abiertamente con las expectativas y prejuicios del público sobre ellos.
La debacle del Partido Colorado en octubre de 2004 fue su gran oportunidad. Le ofrecieron la candidatura del partido a la IMM y no dudó en aceptarla. Hizo una campaña brillante y logró que el PC, que había tenido apenas 8% de los votos en Montevideo en octubre, obtuviera 27% en mayo de 2005, relegando al Partido Nacional al tercer lugar. La casi milagrosa recuperación de los colorados en mayo fue, a su vez, el punto de partida para que, durante 2006, comenzara a construir su propia fracción, Vamos Uruguay. Ese mismo año tuvo una muy recordada participación en el programa Zona urbana cuando, para asumir la defensa de su padre, se enfrentó con el senador Rafael Michelini. Lo más impactante de la situación fue que, para respaldar sus dichos, divulgó dos grabaciones de sendas conversaciones mantenidas en privado con ese dirigente frenteamplista y con Gonzalo Fernández (en ese momento, secretario de la Presidencia). Muchos pensaron que Bordaberry, para usar la expresión que Semproni pusiera de moda, se había inmolado. Todo lo contrario: cuando asumió la defensa de su padre, repitiendo una y otra vez que le importaba mucho más cumplir con su obligación como hijo que su eventual desempeño electoral futuro, dio, independientemente de cuáles hayan sido intenciones, un enorme paso hacia delante. Los políticos que llegan más lejos son los que logran que la ciudadanía piense que los cargos no les importan. Aquí también el paralelismo con Mujica, que instaló su precandidatura presidencial en el FA diciendo que él no podía ser candidato, resulta esclarecedor.
El 19 de junio de 2007 el presidente Tabaré Vázquez convocó a un acto en el marco del día de Nunca Más. El CEN del PC decidió no ir. Pero Vamos Uruguay tomó la decisión opuesta. Una de las fotos más resonantes de esta jornada fue la de Pedro Bordaberry abrazándose con Tabaré Vázquez en la plaza Independencia. Un poco más tarde, el líder de Vamos Uruguay no tuvo ningún problema para obtener la candidatura presidencial del PC. Hacia octubre de 2009, como en mayo de 2005, realizó una campaña moderna e imaginativa. Como en las elecciones departamentales, logró un desempeño electoral muy bueno. En esa instancia, de los tres partidos grandes, el PC fue el único que no perdió votos. Muy por el contrario, los colorados incrementaron sensiblemente su apoyo electoral y, en consecuencia, su bancada parlamentaria (de 3 a 5 senadores, de 10 a 17 diputados). Bordaberry fue electo senador.
El año 2011 parece estar destinado a ser otro mojón importante en su carrera política. Por un lado, la campaña de recolección de firmas es un éxito incuestionable. Gracias al empuje de su líder, en el crucial mercado de la mano dura, uno de los más redituables electoralmente, los colorados quedaron colocados en una posición inmejorable. Por el otro, las denuncias realizadas por Bordaberry a propósito de Montes del Plata le permitieron, con sorprendente facilidad, colocar al gobierno en una posición incomodísima. Pedro, a esta altura, es un verdadero problema para el gobierno y una amenaza muy seria para los blancos. Debí decir: es una amenaza para los blancos porque es un problema para el gobierno. El líder colorado confronta, choca, denuncia, acorrala, por las buenas y por las malas. Bordaberry está empezando a ser para el gobierno del FA lo que Vázquez fue para los de los partidos tradicionales. Si los blancos no toman rápidamente nota del "factor Pedro", en octubre de 2014, pueden llevarse una sorpresa.
(*) Magíster en Ciencia Política, Docente e Investigador en el Instituto de Ciencia Política. Facultad de Ciencias Sociales, UDELAR
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