El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

lunes, 23 de abril de 2012

La estrategia de la taza de azúcar

Por Gustavo Toledo

Desde que nuestra Cancillería perdió el rango de ministerio para convertirse en una simple portería del Poder Ejecutivo y el presidente de la República asumió personalmente la conducción de nuestras relaciones exteriores, el Uruguay ha dilapidado parte de su soberanía. Nos volvimos una provincia ambulante. Por momentos la provincia díscola del Río de la Plata; y en otros, la añorada Cisplatina de los “hermanos” del Norte.

No es cierto que el gobierno carezca de política exterior. ¡Claro que la tiene y es ésa! Algunos excesivamente generosos la llaman “la estrategia del péndulo”: oscilar entre Argentina y Brasil en busca de cierto equilibrio entre esos dos colosos. Si me preguntan a mí, la denominaría de otro modo: “la estrategia de la taza de azúcar”.

Nos manejamos con la lógica de una ama de casa que calcula mal sus compras de supermercado y debe pedir dos por tres una taza de azúcar o una medida de yerba a la vecina de al lado. Argentina por problemas de caja decide trancar los productos de la región y olvidarse del Mercosur, pues le golpeamos la puerta a Dilma y sanseacabó. Brasil decide cortarse solo y olvidarse que existimos, pues le caemos de sorpresa a Cristina y le pedimos que nos afloje un poco la cuerda y chau Pinela. Simple, ¿no?

Así no transitamos el camino de la integración sino el de la sumisión. Algo criticable a cualquier gobierno, pero sobre todo a uno cuyo sector mayoritario se proclama de liberación nacional.

Más que aplaudir o mirar para el costado deberíamos preguntarnos ¿si se puede vivir de sobras y limosnas como algunos pretenden? ¿Si se puede fundar la política exterior de un país en la obsecuencia y el canje de favores? ¿Si es digno para una nación soberana atar su destino a los arrebatos y voluntarismos de sus vecinos?

Las respuestas a todas esas preguntas están a la vista.

En medio del conflicto entre el gobierno de Cristina Fernández y el de Mariano Rajoy por la expropiación de la mayoría del paquete accionario de YPF, nuestro presidente le guiñó un ojo a su par argentina quejándose en público de la prepotencia de la “Europa rica” justo en el mismo momento en el que su vice se encontraba en la Madre Patria de visita oficial y se ofrecía para “mediar” entre ambas partes. Confuso, ¿no? Pero eso no es todo. Mientras el presidente apoyaba sutilmente el avance “nacional y popular” sobre la petrolera, nos recordaba que el “¡jugala acá que no te la van a expropiar!” proclamado no una sino dos veces en el Conrad tiene “absoluta y plena vigencia”.

Supongamos que los que están del otro lado del río oyen al presidente, deciden hacerle caso y se vienen para acá.  ¿A quién le van a vender? ¿A nosotros? ¡Imposible! Somos un mercado insignificante. ¿A los vecinos?... ¿Brasil y Argentina?... ¿Qué seguridad les podemos ofrecer a los inversionistas extranjeros de que sus fronteras van a estar abiertas para los productos que decidan fabricar aquí y quieran vendar allí? Ninguna. ¿Estamos dispuestos a abrir mercados extra regionales, a través de tratados de libre comercio con otros países como lo ha hecho Chile con el resto del mundo o hicimos nosotros mismos con México y tantos beneficios nos ha generado? De acuerdo a las declaraciones oficiales y a las pruebas que lucen a la vista, claramente no.

El “como te digo una cosa, te digo la otra” puede ser muy rentable desde el punto de vista electoral, pero lo es muy poco desde el punto de vista de la política exterior. Un paisito chiquito, a contramano del mundo y atado a las fluctuaciones del mercado internacional como el nuestro no se puede dar el lujo de enviar mensajes confusos.  Y mucho menos depender de las dadivas interesadas de nuestros vecinos.

Así no avanzamos; retrocedemos. 

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