El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Pensando en Montevideo


Por Ope Pasquet (*)

Así como la dirigencia frenteamplista no oculta su preocupación por las consecuencias electorales que pueda tener la mala gestión municipal en Montevideo, colorados y blancos miramos la otra cara de la moneda y vemos ahí una oportunidad política. En el 2015, al cabo de 25 años de gobierno del Frente Amplio en la capital del país, muchos montevideanos querrán votar por un cambio; esa es la oportunidad para los partidos de la oposición.

Sin embargo, si las elecciones se realizaran dentro del marco político y electoral actualmente existente, el deseo de cambio no tendría cauce por donde fluir; votando por separado, ni los colorados ni los blancos podemos soñar siquiera con ganarle al Frente. Los números son demasiado claros y no dejan espacio alguno a la ilusión.

En el 2010, con todos los problemas que tuvo la candidatura de Ana Olivera, el Frente recibió 405.000 votos de un total de 762.000 votos válidos; es decir, un 53% de estos últimos. Colorados y blancos, con una mínima diferencia de unos 15.000 votos entre ellos, no llegaron siquiera al 20% cada uno; quiere decir que aunque el Frente no lograra recuperar ni un solo voto, y uno de los partidos tradicionales postulara a un candidato tan atractivo como para absorber todos los votos del otro, el triunfo correspondería igualmente al Frente Amplio.   

Si los datos del problema son estos,  la ciudadanía puede pensar que la posibilidad de cambio sólo existe dentro del Frente; si la coalición postulara dos o tres candidatos en Montevideo (como ya lo ha hecho en otros departamentos), sus votantes podrían elegir entre apoyar a la actual Intendenta, si aspirara a la reelección, o a quien se presentara como alternativa de cambio dentro de la misma fuerza política. Gracias al doble voto simultáneo (otrora tan denostado), la acumulación por lema podría hacer triunfar al cambio con los votos del continuismo (o a la inversa, claro…).

Ante este panorama, algunos integrantes de los partidos tradicionales hemos pensado que tenemos que buscar la manera de sumar esfuerzos en Montevideo, para ofrecerles a los sufridos vecinos de esta ciudad una posibilidad real, no meramente teórica, de provocar la saludable alternancia de los partidos en el poder. La oportunidad es también responsabilidad: la oposición tiene el deber de hacerse viable como alternativa de gobierno, para que la gente pueda efectivamente elegir. De lo contrario Raúl Sendic podrá volver a decir, sin temor a equivocarse, que llevando a una heladera como candidato el Frente gana igual.  

Para algunos, lo que hay que hacer es muy sencillo. En Montevideo tendría que ocurrir lo mismo que ya ha ocurrido en la mayoría de los departamentos del interior: que los votantes de los dos partidos tradicionales apoyen espontáneamente al mejor candidato, a quien encarne mejor el ideal del “buen vecino”, sin mirar el color de su divisa. Para esto no se precisan reformas constitucionales, ni “lemas accidentales” (o partidos nuevos): basta encontrar un buen candidato y apoyarlo, por encima de fronteras partidarias. ¡Así de fácil!

No compartimos el optimismo de quienes ven las cosas de esta manera. Ante todo, porque en Montevideo no funciona el criterio del “buen vecino”, que tan eficaz resulta en el interior del país; hace rato que la ciudad es demasiado poblada y demasiado extendida como para eso. Pero además, y fundamentalmente, porque por más arrastre que tenga el candidato de un partido  tradicional (como lo tuvieron Marne Osorio en  Rivera, o Falero en San José), siempre queda un núcleo duro del otro partido que se  niega a acompañarlo; y en Montevideo, bastión principal del Frente Amplio, no se puede dar esa ventaja sin comprometer las chances de triunfo que pueda haber. Si realmente queremos ganar, colorados y blancos hemos de votar bajo el mismo lema –y distintos sublemas- en la elección .departamental.

Cabe señalar, además, que el voto transpartidario por el “buen vecino”  lejos está de ser inocuo: produce el vaciamiento de uno de los partidos tradicionales, que ve reducida al mínimo, o aún eliminada, su representación en la Junta Departamental, con todo lo que eso significa cuando el gobierno nacional corresponde también a otro partido y no ofrece amparo alguno a quien perdió pie en su propio departamento. La demostración más clara de los efectos que produce el votar al “buen vecino” del otro partido, es lo que pasó en San José: en la última elección departamental el caudal electoral del coloradismo se redujo al 3,9%, el más bajo de los diecinueve departamentos de la república. Sígase por ese camino, y dentro de algunos años, cuando Chiruchi quiera ser intendente por décima vez, le irá a pedir los votos “para que no gane el Frente”, al Partido Independiente.

Colorados y blancos, así como aquellos que no siendo blancos ni colorados quieren un cambio en Montevideo, hemos de encontrar la manera de votar juntos en las elecciones departamentales del 2015. Si no lo hacemos, ya podemos ir eligiendo heladera (seguramente, habrá más de una en el catálogo…).

(*) Abogado. Senador de la República (Vamos Uruguay- Partido Colorado)

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