El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Los fletes y el precio de los combustibles


Por Ope Pasquet (*)

El hombre es, como se sabe, un animal de costumbres. La repetición de un hecho o el mantenimiento de una situación nos llevan, muchas veces sin que nos demos cuenta, a aceptarlos sin cuestionamientos  y aún a  ajustar nuestra conducta a ellos, sin protestas ni rebeldías. Mas si un día se produce un cambio que demuestra que aquello que parecía formar parte del paisaje natural, en realidad podía ser modificado, nos asombramos de nuestra pasividad ante el anterior estado de cosas y rechazamos la idea de volver a él.

Así nos pasó con la inflación.  Durante décadas convivimos con tasas de inflación de dos cifras que nos parecían lo más normal del mundo. Un día celebramos la inflación de un dígito y hoy, la mera posibilidad de llegar al 10% anual enciende las luces rojas y dispara todas las alarmas.

Con el precio de los combustibles estamos todavía en la etapa de la costumbre y la resignación. Pagar los precios más caros de la región  por las naftas o el gasoil se nos ha hecho un hábito tan arraigado como tomar mate. Los periodistas de vez en cuando le preguntan a algún jerarca del gobierno cuándo se concretará aquella anunciada rebaja de dos puntos de IVA, pero no recuerdo cuándo fue la última vez que escuché preguntar por el precio del “gasoil productivo”.

La realidad, empero, esporádicamente nos recuerda la importancia del tema. Semanas atrás, el precio del combustible fue señalado como uno de los factores que llevaron a la ruina de Pluna, y el subsidio de ese precio era mencionado como un componente necesario de un hipotético plan de negocios de una también hipotética aerolínea de bandera nacional.   

Por estos días, apenas concluida la zafra de la soja y próxima a comenzar la del trigo, son los productores agropecuarios los que se quejan por el costo de los fletes; se dice que cuesta lo mismo despachar la carga por camión desde  Rivera a Nueva Palmira, que hacerlo por barco desde Nueva Palmira a un puerto de la China (¡!). Los transportistas se defienden diciendo que en realidad sus precios son bajos, si se tiene en cuenta lo que les cuesta el combustible. La Intergremial de Transporte Profesional de Carga afirma que Uruguay tiene un costo del litro de combustible 61% superior a Argentina y Brasil, mientras que los fletes uruguayos son sólo un 13,91% más caros que los de los vecinos, lo que demostraría que los empresarios nacionales del sector trabajan con una rentabilidad inferior a la que obtienen argentinos y brasileños (ver El País de hoy, 16 de noviembre, página A16).

Se oye hablar mucho de competitividad y de productividad, pero cuesta imaginar las mejoras que serían necesarias en una y otra, para neutralizar el efecto adverso de un precio del combustible 61%  mayor que el que pagan nuestros vecinos.

La sociedad uruguaya se acostumbró a pagar mucho por los combustibles que usa, y ANCAP y el gobierno se acostumbraron también a recaudar mucho por ese concepto. ANCAP hace normalmente contribuciones suculentas a Rentas Generales, y el gobierno se preocupa por usar todo el “espacio fiscal” disponible cada año.  De tanto en tanto, sin embargo, la autopsia de una empresa muerta o la queja de los empresarios que tienen que trabajar con esos costos a cuestas, nos recuerdan que lo que colectivamente hemos aceptado como normal, es sumamente dañino y, para algunos, letal.

Llegará el día en que miraremos hacia atrás, y el recordar que convivimos con los precios de los combustibles que estamos pagando hoy, nos parecerá tan absurdo como nos lo parecen actualmente las tasas de inflación de antaño. 

 (*) Abogado. Senador de la República (Vamos Uruguay – Partido Colorado)

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