El sistema de transporte
colectivo de Maldonado es un verdadero atentado a la clase obrera. Lejos de ponderar un mínimo de calidad, de
frecuencias y cobertura, la deficiencia y el elevado costo de los servicios que
prestan las compañías que operan en el departamento, sin ninguna regulación ni
controles municipales más o menos serios, castigan severamente a los
trabajadores del departamento.
La pésima diagramación de los recorridos hace que
un usuario deba disponer algunas de sus horas de descanso arriba de un ómnibus,
cuando tiene la “fortuna” de realizar un viaje semi-directo. Otras veces, se deben
combinar distintas líneas para el viaje, que en la mayoría de los casos son
distancias cortas en recorrido pero largas en el tiempo que se emplea, esperas
intermedias mediante.
A esto, debe agregarse la sobrecarga de pasajeros
en las horas pico por el escaso número de unidades en marcha, que hacen de cada
viaje una verdadera odisea en medio de apretujones y sacudidas. Seguramente éstas
son las causas por las cuales la venta de motos sigue en aumento, con el
consabido número de accidentes graves que establecen cifras récords.
Las empresas locales han duplicado la venta de
boletos desde que asumió la administración frenteamplista de Oscar De los
Santos. Lucran con los subsidios que este intendente les da mediante la compra
de boleteras de estudiantes y otras, del fideicomiso del gasoil productivo a
mitad de precio, del permiso a incorporar unidades usadas que compran a muy
bajos costos por su mal estado e, inclusive, de la inyección de dinero
proveniente de las arcas municipales. Todo, para transportar a la gente como
ganado, con servicios absolutamente insuficientes en cantidad y calidad, y sin
cobertura en gran parte de las localidades.
A todo esto debe sumarse el hecho que es el boleto
más caro del país: un trabajador que viaja de San Carlos a Punta del Este, por
ejemplo, debe pagar diariamente 68 pesos la ida y vuelta al trabajo.
Increíblemente, la mesa departamental del gremio de
los trabajadores del transporte (la UNOTT) descartó hace unos pocos meses que
el sistema de transporte de Maldonado esté en crisis. Son los mismos que cuando
sus reivindicaciones sindicales no son contempladas dejan al resto de los
trabajadores del país muertos de frío en las paradas de ómnibus cuando realizan
sus paros.
Increíblemente también, un gobierno que dice ser de
izquierda contempla más las conveniencias de las empresas del transporte que la
calidad de los servicios que utilizan los trabajadores.
Sabido es que los sindicatos uruguayos son cada vez
más amarillos. Lo que no estaba en los planes de nadie es esta connivencia político-empresarial
de la izquierda que afecta la vida de los que trabajan en serio.
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