La
Vieja del Agua es un curioso pez del Río de la Plata. De poco agradable
aspecto exterior, posee unas grandes placas en la zona dorsal y una cola de
generosas dimensiones. Su boca es diminuta con respecto al cuerpo y tiene
bigotes como los bagres. Tiene escasa movilidad ya que permanece quieta mucho
tiempo esperando el paso de su presa.
En el Río de la Plata hay de
todo. Y en la abundancia de elementos, siempre existen parecidos. Sino, saque los
pies del agua, vaya al Rincón del Cerro y mire la mesa del Quincho de Varela.
La Vieja del Agua tiene a su similar humano. Lo va a ver rodeado de toda
especie de animalitos de dos patas. Gobernantes, cantantes, empresarios,
deportistas…basta con presentar credenciales de obsecuencia para tener un lugar
en esa mesa.
Otra de las especies existente en
los ríos Uruguay y del Plata es el Pez Amarillo (antes denominado Dorado). Su coloración va del verde oliva para la
cabeza y dorso, al amarillo vivo en sus flancos, siendo el vientre muy
prominente y anaranjado. Los más jóvenes son plateados con la caudal rojiza
pero a medida que crecen se van poniendo más amarillos. Los grandes ejemplares se encuentran
del otro lado de ambos ríos, del lado argentino hasta el Alto Paraná,
disminuyendo su tamaño en los ríos Uruguay y el Plata, aunque últimamente han tenido una explosión
demográfica en la banda oriental.
Estos peces gordos y amarillos, cada vez más
presentes en Uruguay también reúnen a sus parecidos de la especie humana. Habitualmente,
se los ve todos juntos los 1º de mayo de cada año.
Pero, volviendo al agua, lo que más abunda son las mojarras. Con este
término se denomina al común de los pequeños peces que habitan los ríos. Son de
las más variadas especies y los hay de los más variados colores. Su escaso tamaño
hace muchas veces imperceptibles sus diferencias; por lo que su denominador
común es, precisamente, su potencial de desarrollo. Siempre y cuando la Vieja
del Agua y el Amarillo no se las devoren, cosa que pasa usualmente.
Para ver a sus semejantes en la especie humana,
alcanza con que se mire usted al espejo.
Salvo, claro está, que vaya cada tanto al Quincho o
esté en el estrado del PIT CNT.
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