Después de haber dicho –en entrevista
concedida a la agencia Telam, sobre la que informó Búsqueda el jueves pasado-
que quería unas Fuerzas Armadas fieles al proyecto político del Frente Amplio y
que el Poder Ejecutivo está trabajando en esa dirección, Lucía Topolansky se
dio cuenta de que había metido la pata. Por eso ayer, en Tacuarembó, quiso
corregir el error cambiando el significado de sus palabras; explicó que lo que
en realidad quiso decir fue que aspira a que los militares voten por el Frente
Amplio, lo que –según ella- garantizaría el “nunca más”.
Pero sucede que la aclaración no es creíble, salvo que se asuma que la
senadora Topolansky se expresa tan mal, que todo el mundo entiende algo
distinto de lo que quiere decir. Después de que Búsqueda divulgara en nuestro
medio lo dicho por Topolansky a Telam, los dirigentes
frenteamplistas hacían cola para dejar constancia de sus discrepancias con la
primera senadora del partido de gobierno. Así lo hicieron Enrique Rubio, Mónica
Xavier y Juan Castillo. Hasta el ministro de Defensa, Fernández Huidobro,
sintió la necesidad de declarar formalmente, mediante un comunicado de su
ministerio, que no comparte lo expresado por Topolansky y que el Poder
Ejecutivo no está trabajando en la dirección por ella indicada.
Es que lo que Topolansky le dijo a Telam fue que aspiraba a captar para
el Frente Amplio por lo menos una tercera parte de la oficialidad y la mitad de
la tropa; que las designaciones del Gral. Pedro Aguerre (hijo de quien fue en
su momento un preso político) como comandante en jefe del ejército, y del Gral.
Daniel Castellá (hermano de otro preso político) como comandante del Estado
Mayor de la Defensa, son hechos que demuestran que se está
recorriendo “un camino distinto”; que en el Ministerio de Defensa pusieron a
“un muchacho joven, profesor de Historia”, a revisar los programas con los que
se forma a los militares.
Nada de lo anterior se ajusta a la intención de captar votantes,
simplemente. Es obvio que lo que la senadora oficialista quiere es tener unas
Fuerzas Armadas leales al Frente Amplio, no al Estado, ni al gobierno
constitucional si fuera de otro partido. Por eso menciona como referencia a
Chávez y al ejército chavista. Más claro, imposible.
Me alegra que otros frenteamplistas distinguidos no piensen como Lucía
Topolansky; pero no olvido que ella comparte su vida con el
presidente Mujica, que es la primera senadora de la lista más votada del Frente
Amplio y que hay quienes la promueven para integrar la fórmula presidencial en
las próximas elecciones. Llego así a la conclusión de que debe haber muchos
frenteamplistas que coincidan con Topolansky y quieran, como
ella, que las Fuerzas Armadas se comprometan institucionalmente con
el proyecto político de su partido y garanticen su continuidad, vote lo que
vote el pueblo; después de todo, pensarán, “las mayorías no siempre tienen
razón” (como dijo Tabaré), y el concepto democrático de la alternancia en el
poder haría de “la construcción del socialismo” una tarea como la de la pobre
Penélope, aquella que deshacía de noche lo que tejía de día.
Quienes así piensen podrían agregar, para abonar su tesis, que
Topolansky no está inventando nada y que ya en aquel “febrero amargo” de 1973,
mientras Amílcar Vasconcellos denunciaba a los “latorritos”, el Frente Amplio y
la CNT apostaban al golpe de estado “progresista”, apoyando los “comunicados 4
y 7” de las Fuerzas Armadas con el argumento de que la “contradicción
principal” no se planteaba entre civiles y militares, sino entre “oligarquía o
pueblo”…
Este es el adversario político que tenemos delante. Cambió el método,
que ahora es pacífico, pero sigue trabajando contra las instituciones
democráticas.
Por eso, creo que hicimos bien los colorados que los otros días fuimos a
ver a los blancos, para empezar a conversar acerca de lo que nos une y tratar
de ponerlo por encima de lo que nos separa.
El camino a recorrer es largo, pero el primer paso ya está dado.
(*) Abogado. Senador de
la República (Vamos Uruguay-Partido Colorado)
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