“Por el bulevar de los sueños
rotos pasan de largo los terremotos y hay un tequila por cada duda”,
canta Joaquín Sabina. Un cantor se puede dar ése lujo. Diego Rivera y Chavela,
como dice en su canción también. Un Presidente no.
Hoy hay tantos Frente Amplio como uno quiera y en
cualquiera de éstos Mujica puede tomarse un tequila. Siempre los hubo. Es sólo
que hoy, tras siete años de gobierno, se nota más. Es la causa del desgobierno.
Con el fundamentalismo vazqueano renunciante a la
“actividad política pública” no hay quien mande ni en el Poder Ejecutivo ni en
la “fuerza política”. Ya no hay quien le dé color a la cosa pública. Gobierno y
“fuerza política” ya no son lo mismo.
La única opción posible para volver a esta unión es
la aspiración común a la prolongación del uso (por no decir abuso) del poder.
Sus dirigentes lo saben.
Tan claro lo tienen que ahí están, dedicados a una
elección interna para ver quien conduce a la organización política de cara a
una elección nacional, aunque no se haya llegado aún ni a mitad del actual
período de gobierno.
La elección interna de autoridades del Frente
Amplio no es otra cosa que un ejercicio electoral para tonificar el músculo
militante. ¿Pero qué dicen los cuatro aspirantes a presidir esta unión de
partidos antiliberales?
Juan Castillo, el aspirante comunista, dijo “somos
el único partido que tiene un proyecto de país”. Luego fue más allá y afirmó
que un tercer gobierno del FA sería verdaderamente socialista.
La senadora socialista Mónica Xavier expresó igualmente su deseo: “Volvamos a
convocar a los que aún se encuentran reticentes; nuestro tercer gobierno va a
ser lo que nuestra gente quiera que sea”, dijo. Lo que los socialistas quieran,
claro.
En el mismo sentido va el discurso del senador
Ernesto Agazzi. “Nosotros tenemos que enfrentar el modelo de la derecha,
ese es nuestro mensaje a todos. Ya está lejos el tiempo de la desavenencia, por
eso estamos todos juntos; todos aprendimos a nutrirnos en nuestro compromiso”,
dice. En el MPP todo vale. Para enfrentar a la derecha, a la izquierda y a
Manuela si es preciso…
Quizás el más distraído es el senador de la
Vertiente (¿artiguista?), Enrique Rubio, a quien como a Arana y la Muñoz, le
importó siempre un bledo el signo político de este asunto, el de gobernar.
De su discurso se desprende que optar por
cualquiera de los cuatro postulantes es lo mismo. Es, definitivamente, el que
más toma del tequila de Sabina. Los demás, auguran un gran terremoto.
Veamos que pasa.
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