Desde
que asumí el compromiso de recibir lo que todos los padres más valoran en el
universo (sus hijos) el destino me ha llevado a recorrer diversos liceos de
educación secundaria. Pan de Azúcar, Liceo 2 de San Carlos, Liceo 1 de San
Carlos, Liceo de Piriápolis, Liceo 2 de Maldonado.
En este último es donde en el 2011
levantamos las banderas con otros colegas para que las autoridades actuales y
tomen medidas urgentes y efectivas para resolver el espantoso estado edilicio
de dicho liceo.
En la prensa se habló por varios días, pero
con el paso del tiempo el tema se olvidó. Como suele suceder, informativos,
diarios, radios y otros medios tenían en sus primicias lo que habíamos resuelto
hacer: no dar clases hasta que se solucione el problema.
Nada se ha hecho aún: lo único que
conseguimos es ser trasladados transitoriamente al CERP del Este. Luego
seríamos trasladados al ex Liceo 5 para arrancar el 2012. Pasó el verano y el
destino me llevó a elegir horas en otro liceo y a no poder continuar con
mis colegas reivindicando una mejor y más prolija educación en ese centro
educativo.
Es marzo de 2012 y veo que la misma
situación del Liceo 2 se repite, tal cual una pandemia en otros puntos del
departamento (Liceo Punta del Este) y del país (Canelones, Montevideo).
Lo que me asombra es el pantano
burocrático que no permite resolver el problema. Pasa y pasa el tiempo y las
cosas no cambian, al contrario, empeoran.
Tenemos el más amplio y alto
presupuesto para la educación, como nunca en la historia, pero el caos
persiste.
No se trata de mirar el vaso medio
vacío: hay cosas muy buenas como la cuota mutual para los docentes, el aumento
de los salarios para los profesores, el Plan Ceibal (aunque tiene fallas graves
que en otro momento destacaremos).
Tampoco este gobierno tiene la culpa de
todo (hay una falta de mantenimiento de otras épocas, estructuras mal
construidas en periodos anteriores), pero si es el que está en este momento
manejando esta nave llamada educación. Es a este gobierno al que tenemos que
exigirle.
Pero la desprolijidad le gana al
sentido común: se gasta el dinero en mesas de ping-pong, en aires
acondicionados, en monitores de computadoras que quedan olvidados, en
futbolitos y miles de cosas más (si alguien tiene dudas de esto vayan a los
depósitos del Liceo 2 y lo podrán comprobar). Hay una diferencia grande entre
gastar e invertir. Acá se está gastando, sin rumbo, sin brújula.
Se firmó hace poco un pacto educativo,
pero nada cambia ni a largo ni a corto plazo.
Maldonado necesita por lo menos 4 o 5
liceos públicos nuevos. ¿Es tan difícil invertir en ellos? ¿O será más
provechoso gastar dinero en algún recital como el de Los Olimareños que costó
varios miles de dólares?
¿Es tan complejo utilizar mano de obra
desempleada en la construcción para que den una ayuda? ¿O será más mejor implementar
planes para que los alumnos reciban un sueldo por asistir a clases?
¿Cuándo los profesores
tendremos pocas horas pero bien pagas? ¿Cuándo será el día en que cada
liceo tenga su propia pista de atletismo y por qué no soñar con una piscina
propia?
¿Por qué tenemos que ir a dar clases
sin enchufes en buen estado, sin vidrios en las ventanas o con goteras cayendo sobre
la libreta?
Hace un tiempo me tocó reflexionar
junto a ustedes sobre Finlandia, hoy considero que sigue siendo un faro en lo
que se refiere a educación, pero la nave en la que estamos embarcados ni
siquiera se fija en ese faro. Todo lo contrario, se asemeja más al Costa
Concordia en una analogía educativa. Solo falta darnos contra las rocas para
que hagamos algo.
¡Ojalá todo cambie! Ya sea con este u
otros gobiernos. Pero lo que nadie puede negar es la falta de rumbo, de
ejecución, la falta de coraje de este gobierno para solucionar la locomotora
del progreso que es la educación, tal como sostenía Varela.
Se está haciendo difícil trabajar en
las actuales condiciones.
Muchas veces con mis amigos me pregunto
si el hecho de tener habitantes menos instruidos y con poca valoración de la
educación es a propósito, para poder manipularlos o, por lo contrario, si
es circunstancial. Cada día pienso más en lo primero.
¿Será a propósito?
(*) Docente.
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