El Sr. Mújica ha construido una carrera
a partir del agravio y la denostación de sus adversarios.
Empezó con aquel “no sea nabo” a un
caballero del periodismo y siguió por un sinfín de groserías como “perritos
falderos”, “herefords” e “indecisos giles” que un coro de acólitos le
festejaron.
Llegado
a la primera magistratura no ha tenido la altura como para darse cuenta que esa
conducta no es propia del cargo que ocupa.
Repitió
el “no sea nabo” a periodistas, los mandó retirar de lugares públicos, los
acusó de hacer “los mandaos”, hablo de “giles y nabos de m…”. Hasta hizo una
campaña contra la violencia doméstica con el argumento de que el hombre que no
le pega a la mujer es porque es perdedor.
Mientras
decía estas cosas fue a Buenos Aires y al retorno declaró “que se traía
mandaditos”, no dudó en pasar por encima de lo jurídico con el argumento de que
lo político lo justificaba, riendo con su frase de cabecera: “te digo una cosa
pero también te digo la otra”.
Hace
unos se celebró en Rosario, Argentina, el Congreso Internacional de la Lengua
Española. En él participaron escritores y expertos de muchos países.
El
argentino Giardinelli manifestó su preocupación por el deterioro en el uso del
idioma en su país. “Es urgente que todos seamos conscientes de que hablar mal
tiene consecuencias indeseables concretas. Hablar bien es el camino seguro para
pensar mejor” sostuvo.
El
español Millás coincidió puesto que “la reducción del lenguaje estrecha
el campo de la visión y el pensamiento”.
Esa
puede ser el motivo de la coincidencia entre la escalada de agravios, insultos
y palabrotas de la actuación del Presidente Mújica con el deterioro en que se
encuentra la educación, el respeto por los demás y los índices sociales en
nuestro país.
Pese
a la situación económica en que se encuentra el país, se ha profundizado el
deterioro de la convivencia, la seguridad ciudadana y la educación.
El
Presidente tiene mucho que ver con eso.
Su
desorganización notoria, sus idas y vueltas, su planteo de propuestas sin el
debido estudio y respaldo, sus errores de gestión están a la vista.
Es
como si ese deterioro en el uso del lenguaje de nuestro Presidente empieza a
tener las consecuencias indeseables que señalaban Millás y Giardinelli.
El
problema es que las consecuencias nos afectan a todos los uruguayos.
Esta
semana que termina un grupo de ciudadanos decidieron no tolerar más estos
exabruptos.
El
Presidente afirmó que los mantenía en cargos en entes porque no quería
“fomentar el desempleo”. Su señora, la primera Senadora del oficialismo, fue
más lejos y dijo que “estaban atornillados a los cargos”.
Estos
ciudadanos, con quien tengo el honor de trabajar, dijeron basta. Para ellos lo
político no solo no está por sobre lo jurídico y tampoco sobre el respeto y el
honor de las personas.
Un
ministro, amanuense del primer mandatario, afirmó que la actitud de estos
ciudadanos era demagógica. Cabe preguntarse si él se mantendría, sin renunciar,
en su cargo ministerial, si el Presidente dijera que está en el mismo no por su
capacidad sino porque no lo quieren tener desempleado.
Otros
criticaron la decisión poniendo un sinfín de razones para permanecer en los
cargos, lo que respetamos.
Pero
cuando nos critican les decimos que al decirle basta al Presidente con sus
agravios, estamos haciendo mucho más que dejar un cargo.
Estamos
plantándonos firmes ante quien con el agravio diario, con el insulto y la falta
de respeto viene provocando un deterioro en la vida del país.
Llegó
el momento de decirle basta a quien se le ha tolerado cosas que no se le
debieron tolerar.
Alguien
debía hacerlo.
(*) Abogado. Senador de la República.
Líder de Vamos Uruguay
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