En un reciente artículo publicado en la
revista The New Yorker, la columnista Amy Davidson analiza la campaña electoral
norteamericana y las disputas entre Barack Obama y Mitt Romney.
El
título de la nota es removedor y anticipa el tema: “¿Nos importa si los
políticos mienten?”
Acto
seguido analiza afirmaciones y avisos de la campaña en la que notoriamente a
partir de un hecho, que puede ser verdadero o tiene la apariencia de serlo, se
hacen afirmaciones falsas.
Ello
se logra dejando de lado todos los hechos o reduciendo el análisis a titulares
que resumen mal una situación.
La
pregunta del New Yorker es extensible a nuestro Uruguay.
¿Importa
realmente si nos mienten los políticos?
Tomemos
algunos ejemplos recientes.
“No
existen problemas de inseguridad, se trata de una sensación térmica” nos
dijeron mientras los índices de inseguridad crecían y crecían.
“Somos
el país menos violento de la región” nos repitieron mientras exhibían un
informe del BID que no incluía a Chile, Argentina y Brasil.
“Debemos
cerrar Pluna porque existe un riesgo de condena por 3500 millones de dólares al
Estado Uruguayo en Brasil” afirmaron mientras modificaban la ley vigente para
proteger los malos créditos dados por el Estado y perjudicar a los inversores
privados.
“Estamos
haciendo un gran negocio con PDVSA en el que el país se ahorra 200 millones de
dólares” fue la frase de esta semana. En realidad no es ni bueno ni malo ni
gran negocio: cancelan un crédito por el que se pagaba 2% de interés y para
hacerlo toman uno nuevo al 7%.
“Hemos
abatido la pobreza y la indigencia” insisten mientras dan un subsidio a cien
mil uruguayos justamente por estar en esa situación.
“Debemos
analizar la viabilidad de los niños por nacer” sostienen al enterarse del
aumento de la mortalidad infantil en el país.
Todas
estas frases, estas afirmaciones que tocan los temas tangencialmente o que son
repetidas como justificaciones, en definitiva caen en lo que se señala en el
artículo del The New Yorker: son mentiras a medias, las peores.
Obvio
que la inseguridad se siente, pero es más que una percepción, es una realidad
que nos golpea día a día.
Es
cierto que existía un proceso judicial en el Brasil contra el Estado Uruguayo
por Pluna. Pero existía desde el año 2002 y era conocido por el Gobierno desde
el 2005.
Es
cierto que se abatió la pobreza y la indigencia. Pero se mantienen en la misma
100 mil uruguayos y por ello hace cuatro años que reciben subsidios y no se les
ha conseguido trabajo.
En
definitiva esto que se hace no es otra cosa que lo que Milan Kundera llamaba
“la reducción del análisis”.
Se
reduce una situación compleja a una frase que deja fuera los aspectos del mismo
que no convienen.
En
definitiva es una forma de mentira.
El
problema es que no nos acostumbremos a tolerarla o lo peor que nos deje de
importar que nos mientan.
(*) Abogado. Senador de la República. Líder
de Vamos Uruguay – Partido Colorado
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