Instaurada
durante la primera Presidencia del Dr. Julio Mª Sanguinetti a través de la Ley
Nº 15.785 del 4 de diciembre de 1985, la Corporación Nacional para el
Desarrollo (CND) es una persona jurídica de derecho público no estatal, que en
sus relaciones con terceros se rige por el Derecho Privado.
Su capital es en la actualidad
propiedad del Estado en su totalidad, si bien legalmente está contemplada la
participación accionaria de actores privados hasta en un 40%.
Sus actividades están dirigidas
fundamentalmente al desempeño en tres áreas: 1) apoyo al desarrollo de las
micro, pequeñas y medianas empresas incentivando el desarrollo empresarial e
implementando políticas económicas sectoriales fomentando la investigación,
intercambio e incorporación de tecnología; 2) apoyo y asesoramiento legal
respecto al área de infraestructura y participación público-privada; y 3)
instrumentación y administración de fideicomisos.
En el texto, todo brilla. Pero la labor
de la CND, con su actual integración, está hoy en tela de juicio.
En lo que tiene que ver con la tercera
área, por ejemplo, la Ley de Presupuesto vigente instrumentó un fideicomiso de
infraestructura de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP),
denominado Fondo de Infraestructura Pública, con el objetivo de contribuir al
crecimiento, mejoramiento y rehabilitación de obras en colegios, liceos y
escuelas técnicas del país. Así, a mediados del año 2011 a través de la CND el
gobierno comenzó a concebir las obras de carácter prioritario, pero la
discrepancia entre la CND y la ANEP respecto al monto que aquella cobraría por
la administración del Fondo, determinó un atraso de varios meses en el inicio
de los trabajos. El gobierno anunció que, a fines del pasado mes de julio un
75% de las obras tendría que estar completo, y que en setiembre del presente
año -o sea, en poco más de un mes- estarían culminadas las 212 obras
estipuladas, pero a la fecha se estima que ni siquiera se ha logrado completar
el 20%.
Lo cierto es que la capacidad
administrativa de la CND está en tela de juicio. Los vaivenes políticos y las
diferencias en la interna oficialista, determinaron, por ejemplo, que su
Presidencia se viera modificada cinco veces durante los últimos siete años,
ocupando dicho cargo Álvaro García Rodríguez, Martín Dibarboure, Juan Arturo
Echevarría, Luis Porto y Adriana Rodríguez, sucesivamente.
La incertidumbre que se cierne sobre la
empresa textil Agolan S.A., de Juan Lacaze, cuyo único accionista es la CND, es
a esta altura mítica. Las divergencias respecto a ese proyecto han tenido lugar
conforme varían las autoridades del organismo con los consecuentes
desencuentros políticos internos. Así, mientras por un lado Agolan presentaba
su “colección temporada 2012/2013 siguiendo las tendencias internacionales de
la moda” conjugando “la nobleza de la lana con una colección elaborada por el
nuevo Equipo de Diseño” y anunciaba la “incorporación de maquinaria italiana
para modificar su layout (diseño)
ajustándose a los cambios de mercado y producir tejidos más livianos”, el
Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) informaba que había capitalizado con
casi 50 millones de pesos a la CND como consecuencia de las pérdidas generadas
en 2011 (casi 100 millones de pesos) en su patrimonio a raíz de su
participación en Agolan, y el propio sindicato anunciaba la posible pérdida de
casi 170 puestos de trabajo.
En los últimos días, algunos actores
políticos han insistido casi tozudamente con que el nuevo edificio del Hospital
de Colonia -cuya partida presupuestal, contrariamente a lo anunciado por
legisladores oficialistas de nuestro departamento y por ASSE fue excluida de la
Rendición de Cuentas actualmente a estudio del Parlamento- será construido a
través del sistema de Participación Público-Privada (PPP), que administra la
CND.
Pero las dudas son muchas.
Si bien estarían reunidas las
condiciones y como marca la ley ASSE encargaría a una persona de derecho
privado (la CND) por un período determinado, el diseño, la construcción y la
operación de infraestructura, además de la financiación, un requisito que
establecen las disposiciones generales de la ley es que los PPP solo podrán
celebrarse cuando previamente se hayan descartado otras modalidades
alternativas de contratación. Lo que hasta la fecha no se ha hecho.
En la modalidad de contrato PPP se
contemplan las obras viales -incluida la caminería rural-, ferroviarias,
portuarias y aeroportuarias, las de infraestructura energética, las de
tratamiento y disposición de residuos, cárceles, centros de salud, centros de
educación, vivienda de interés social, complejos deportivos y obras de
mejoramiento, equipamiento y desarrollo urbano.
Una de esas dudas es, precisamente, la
falta de confianza en la actuación de la CND respecto a los PPP que se manifiesta
desde la interna del propio gobierno, a través del Ministerio de Transporte y
Obras Públicas (MTOP), que criticó duramente la lentitud del organismo en los
procesos.
Una segunda vacilación es que a ello
debe agregarse que para cada proyecto el organismo contratante -en este caso
ASSE- deberá designar una Comisión Técnica Asesora para las etapas del
procedimiento de contratación, integrada por un mínimo de tres y un máximo de
cinco miembros, dos de los cuales deben pertenecer a ASSE, lo que podría implicar
nuevas diferencias internas a la hora de las designaciones.
Y una tercera duda -a la luz de la
situación de Agolan- refiere a la
capacidad de la CND al momento de administrar adecuadamente el fideicomiso que
debería instrumentarse para la construcción del Hospital.
Por tanto, se confrontan aspectos que
no son menores: las diferencias políticas en la interna oficialista, los
tiempos demasiado prolongados que maneja la burocracia uruguaya y la falta de
practicidad que la administración demuestra en cada tarea que emprende.
No será tarea fácil sobrellevar tantas
discordancias.
(*) Médico. Representante Nacional por
el Departamento de Colonia (Vamos Uruguay – Partido Colorado)
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