Dr. Ope Pasquet |
El
Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) decidió poner fin a la enseñanza
de inglés “por inmersión” en 23 escuelas de tiempo completo donde se aplicaba
ese método. Ya en el 2005 las autoridades de entonces habían adoptado la misma
medida con relación a otras 25 escuelas del tipo indicado. Ahora se cierra el círculo; en las escuelas
públicas no habrá más enseñanza de inglés “por inmersión”.
¿Qué método es ese?
Consiste –según leemos en la prensa- en hacer que los niños pasen cuatro horas
diarias estudiando en inglés otras materias del programa escolar, como
historia, geografía, matemática, etc. Aprenden inglés, pues, indirectamente, en
cuanto lo usan para adquirir otros conocimientos. Así se enseña el inglés en los colegios
privados.
La “inmersión” ha dado
buenos resultados, según parece. ¿Por qué, entonces, las autoridades de
Primaria decidieron dejar de usar lo que funciona bien? Porque para generalizar
la enseñanza del inglés de esa manera se necesitan más docentes que los que
están disponibles, y Primaria no quiere continuar una experiencia piloto que no
tiene posibilidades reales de extenderse al conjunto del sistema. Se optó
entonces por volver al método tradicional, en el que el inglés se enseña como
una asignatura más, durante una hora de clase por día. Es el retorno al clásico
“the book is yellow”, que hace que los alumnos que ya saben inglés porque van a
clases particulares se aburran soberanamente, y que los que no saben aprendan sólo un poco, que no les servirá de
nada.
En el CODICEN, el
Consejero Daniel Corbo protestó contra la medida que comentamos. “No me
resigno”, dijo, “a que lo bueno de las escuelas bilingües sea sólo para quienes
pueden pagar determinados colegios”. Luego de su intervención, el CODICEN
anunció que revisará la medida dispuesta por Primaria.
La importancia que
tiene el aprender inglés es algo obvio. Por eso tantos padres se esfuerzan por
darles a sus hijos esa herramienta indispensable; saben que quienes no la
adquieran estarán en inferioridad de condiciones para seguir estudiando o para
conseguir un buen empleo.
Como la enseñanza
pública no satisface esa demanda de vastos sectores sociales de que sus hijos
aprendan inglés, quienes pueden enviarlos a colegios privados, lo hacen. Además
inciden otros motivos (el doble horario, la disciplina, el nivel de exigencia,
etc.), pero la cuestión del inglés seguramente pesa, y mucho.
Según datos de la
ANEP, el total de estudiantes de la enseñanza pública en todas las ramas era de
714.056 en el año 2006; cayó a 688.175 en el 2010.
En cambio, la
enseñanza privada pasó de 113.066 estudiantes en el 2006, a 125.235 en el 2010.
¿Será que los uruguayos se apartan de lo público por
razones ideológicas? No lo creo así. Lo que ocurre, simplemente, es que si el
servicio público es malo, los que pueden pagar uno mejor, aunque sea privado,
lo hacen.
Aceptar la baja
calidad en la educación, en la salud o en otros campos donde los usuarios
puedan elegir, con el argumento de que así se llega al mayor número, es –aunque
esa no sea la intención- provocar la huida hacia el sector privado, aumentando
de esa manera la fragmentación social.
La búsqueda de la
excelencia en el funcionamiento de los servicios públicos no es elitismo; es la
manera de defender lo público y, en definitiva, de acercar realmente el ideal
de la igualdad de oportunidades a los que menos tienen.
(*) Abogado. Senador de
la República.
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