Ing. Álvaro Bermúdez |
Por Álvaro Bermúdez
(*)
El gas en rocas de
esquisto, pizarra o arcillas compactas representa una nueva y enorme fuente de
combustible fósil.
En las formaciones estadounidenses de esquistos, de un
espesor de uno a tres kilómetros bajo la superficie, puede haber hasta 23,4 mil
millones de metros cúbicos de gas recuperable, según el informe Annual Energy Outlook 2011, divulgado en abril por la Administración de Información
de Energía (EIA) de ese país. Pero lo más importante para nosotros
es que Argentina tiene el tercer lugar en reservas en este tipo de gas y Brasil
no se queda atrás.
ANCAP está dando licencias para búsqueda también en
nuestro lecho marítimo ultramarino y puede tratarse de este tipo de gas natural
entrampado asociado a petróleo en arenas y arcillas.
Las reservas mundiales de "gas no convencional"
–término que usa la industria para referirse al gas de esquisto y al metano de
los mantos carboníferos– son de 915 mil millones de metros cúbicos, y 100 mil
millones de ellos están en América Latina.
La técnica consiste en perforar la roca y fracturarla inyectando agua y
sustancias químicas a gran presión para que libere el gas que contiene.
Se practica una perforación vertical hasta una
profundidad que varía entre 100 y 3.000 metros y luego hoyos horizontales de
unos 1.000 metros a lo largo de la formación rocosa. En ellos se inyectan
grandes volúmenes de agua y otras sustancias.
La nueva fiebre se asienta en el apetito importador de
Asia y en la idea de que el gas es "el combustible de transición"
entre una economía sucia, basada en el carbón, a una baja en dióxido de carbono
CO2, el principal gas de efecto invernadero.
La tecnología del "fracking" (fractura
hidráulica) va en busca de los últimos depósitos de gas natural alojados en
lechos rocosos de extensas zonas de Estados Unidos y el oeste de Canadá,
alentando una nueva fiebre de hidrocarburos.
El gas es más limpio, pues libera entre 40 y 45 menos CO2
que el carbón para generar la misma cantidad de energía.
En los últimos años, la producción de gas de arcillas
compactas aumentó a un ritmo de 48 por ciento anual, según la EIA.
Luego de más de 20 años de fractura hidráulica, la EPA (Departamento
de Protección Ambiental de EEUU) está realizando su primer estudio sobre los
riesgos que podría entrañar para el agua potable.
Cada perforación requiere millones de litros, y la
industria petrolera obtuvo derechos en distintos países del mundo para extraer
275 millones de litros diarios de ríos, lagos y arroyos locales.
(*) Ingeniero. Ex director de Energía del gobierno del
Dr. Jorge Batlle (2000-2005)
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