El SEMANARIO RECONQUISTA es el órgano de prensa de la Agrupación Reconquista del Partido Colorado, fundado por Honorio Barrios Tassano y Carlos Flores. Director Prof. Gustavo Toledo.

miércoles, 31 de julio de 2013

Mujica y el viaje a La Meca

Por Gustavo Toledo

Ya de regreso en nuestro país, luego de cuatro días en el Caribe, el presidente José Mujica y su esposa, Lucía Topolansky, pueden jactarse de haber concretado el viaje de sus sueños. Aquel que en sus lejanos tiempos de guerrilleros jamás se hubiesen imaginado que un día podrían llegar a realizar como presidente y senadora de la República, por la gracia de las urnas y no de los fierros.

Claro que su propósito no era “lagartear” en las playas de República Dominicana o Aruba, sino visitar Cuba, “La Meca”. Para participar, como era de esperar, de las celebraciones por el 60 aniversario del fallido asalto al cuartel Moncada (hito que marca el inicio de la revolución cubana). Allí nuestro mandatario no se privó de nada: rindió pleitesía a los hermanos Castro, como es obligación en la isla, y en especial a Fidel a quien calificó como "una montaña de años" que conserva su "brillantez", reivindicó su revolución diciendo que es “la de la dignidad", y se encargó de señalar que se habían reído juntos de las “chambonadas" que cometieron en el pasado.

Como se ve, no decepcionó a sus anfitriones. Ni a su barra. Con su presencia y su oratoria estrafalaria contribuyó a legitimar un régimen dictatorial en el que las personas no son libres de entrar y salir de su propio país, ni de expresar abiertamente sus ideas, ni de participar de elecciones plurales y transparentes. Algo similar a lo que padecimos aquí, en los oscuros tiempos en los que el señor presidente y sus compañeros de armas estuvieron presos. ¿Se habrán olvidado?

Según se supo, no recibió a ninguno de los disidentes que le pidieron audiencia. Ni visitó a ningún preso político. Ni se manifestó a favor de una apertura democrática. Nada de nada. ¿Será que los países en los que la gente vota libremente y los derechos esenciales de las personas son respetados a rajatabla son “indignos”? ¿Será que es tan difícil “empatizar” con los que están encerrados en aquellos calabozos tan parecidos a los que aquí conocimos?

Los hombres estamos hechos de acciones y omisiones. Y unas, en ocasiones, hablan más que las otras.

Recuérdese que hace algunas semanas, éste era uno de los dos viajes que estaban en su agenda. El primero iba a ser a Sudáfrica, para participar de los funerales de Nelson Mandela, postergados –afortunadamente- por una ligera pero alentadora mejoría en su estado de salud.

Es curioso que el presidente haya pensado visitar aquel país sólo si se daba esa circunstancia, y no antes, cuando el líder africano podía recibirlo, dialogar con él, aconsejarlo.

Curioso, pero no extraño. Está claro que se identifica más con el barbudo que con el moreno. Mandela, a diferencia del mayor de los Castro, se dedicó a sembrar la paz y la concordia entre sus compatriotas, a restañar viejas heridas generadas por el Apartheid y a fortalecer la joven democracia sudafricana (luego de su liberación fue elegido presidente por una abrumadora mayoría, y una vez cumplido su mandato se retiró de la vida política, transformado en un símbolo de unidad nacional); Fidel, en cambio, se atornilló al poder, selló a cal y canto su isla transformándola en una verdadera cárcel, consolidó un régimen autoritario y monocorde, y nunca dejó de alimentar el odio entre los cubanos bajo la falsa dicotomía revolucionarios-contrarrevolucionarios.


¿Qué nos queda, en resumen, de este viaje sólo comparable por su carga afectiva al que hacen las quinceañeras a Bariloche? Una foto que atrasa 60 años, la vergüenza de no estar del lado de los que claman libertad, y un inmenso espejo retrovisor que nos sigue chupando el futuro. 

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