Hace
varios meses interpelé al Ministro de Economía y Finanzas en el Senado de la
República.
El objetivo era recibir explicaciones,
de él y del Banco Central, y lograr que se prestara atención a la
competitividad (afectada por el bajo valor del dólar), la inflación (que se
había disparado), el déficit fiscal (que en 2012 fue tres veces más alto que el
originalmente previsto) y los problemas de la doble conducción económica.
Esa interpelación tenía como
antecedente el llamado realizado junto con el Senador Lacalle Herrera en marzo
del 2010, al comenzar este período de gobierno.
En aquella instancia el Ministro de
Economía y Finanzas compareció a informar sobre el estado en que recibía las
finanzas de la República.
En ese momento le preguntamos sobre la
operativa que llevaba a cabo el Banco Central del Uruguay, emitiendo letras de
Regulación Monetaria en UI por las que pagaba tasas de interés que, en dólares,
llegaban al 16 y 17%. Mientras tanto colocaba dólares por los que recibía 1% de
interés, generando enormes pérdidas por la diferencia de tasas (pagaba el 16 y
le pagaban el 1%).
La respuesta del Ministro fue que de
esa forma aumentaba las reservas del país.
Alertamos de los peligros y costos que
tenía esa operativa que en aquel entonces estimamos costaba entre 400 y 500
millones de dólares por año.
Pasados tres años, en la interpelación
de este año, volvimos sobre el punto.
El déficit fiscal de 1350 millones de
dólares, la inflación que se notaba (y nota) en los precios de los alimentos,
la suba de los alquileres y gastos básicos de las familias, el valor del dólar
que afecta la competitividad y hace que los uruguayos prefieran irse a
Argentina a comprar eran un alerta.
El Uruguay estaba (y está) viviendo una
situación de bonanza fruto del aumento del valor de los productos del campo
(carne, leche, granos) y de una baja internacional de las tasas de interés. Por
lo que extrañaba el déficit fiscal, los problemas inflacionarios y sobre todo
la falta de competitividad.
En el medio vivimos una pelea entre dos
equipos económicos, el de la Plaza Independencia y el del Ministerio de
Economía, cuyo último capítulo fue la designación como Sub-Secretario a quien
ni el Ministro ni el Vice Presidente de la República conocían.
Los hechos que ocurrieron estas últimas
semanas corroboraron lo acertado que fue el llamado a Sala del Ministro. Últimamente
se dice que las interpelaciones sirven de poco pero la de marzo tuvo efectos
importantes.
Las autoridades modificaron su política
de aumentar las tasas de interés de referencia, hicieron anuncios de cambio y
el valor del dólar aumentó lo que dio un respiro, pequeño pero respiro al fin,
al sector productor.
El Ministerio de Economía prestó
atención al déficit fiscal y propuso una Rendición de Cuentas distinta. Si bien
el déficit es muy grande, por lo menos parece no querer aumentarlo, lo que
sería insostenible en el corto plazo.
La inflación, o mejor dicho los
fundamentos de esta, son seguidos de cerca y parecen haber aflojado. Tememos
que haya un rebrote en la primavera y ello dependerá mucho de la relación de la
productividad y los aumentos salariales.
Los problemas de la doble conducción
económica persisten aunque los riesgos ante la situación de Argentina, la
posible suba de tasas de interés en Estados Unidos que pueden provocar un viaje
a la calidad y las dudas sobre las economías de Brasil y China, hace que ahora
se escuche más a Colonia y Paraguay. Nadie quiere ser el padre de los malos
tiempos. La derrota siempre es huérfana.
Para concluir con los cambios logrados,
el Banco Central parece dejar atrás la operativa de pagar altas tasas para
recibir dólares que coloca a tasas irrisorias.
El año pasado eso nos costó 600
millones de dólares según reconoció su Presidente.
Si a eso le sumamos los 700 millones de
dólares que Antel está gastando en fibra óptica, inversión que se podía (y
debió) realizar por proyectos Público Privados, y el desorden absoluto en
Ancap, concluimos que se obró con una gran irresponsabilidad en el manejo de
los dineros públicos.
Ello explica que en épocas de
crecimiento, bonanza, altos precios internacionales de nuestros productos y
viento de cola, el gobierno tenga los problemas presupuestales que hoy
enfrenta.
Problemas que quiere solucionar
poniendo impuestos al sector productivo, amenazando con quedarse con los
dineros que debe devolver por haberlos cobrado de más, y hasta con un ajuste
fiscal a través del aumento del IRPF.
Cuanta irresponsabilidad.
(*) Abogado. Senador de la República. Líder
de Vamos Uruguay – Partido Colorado
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