
Por Gustavo Toledo
Con el paso del
tiempo descubrimos que no hay un Pepe sino dos. Uno
“light” y otro al natural, auténtico, sin
filtro. El primero encanta con su cuidada rusticidad, su pobreza impostada y su
lenguaje cantinflesco; el segundo espanta con sus salidas de tono, sus reiteradas
groserías y desplantes. El primero habla con metáforas, imágenes bucólicas y
figuras camperas; el segundo, en cambio, habla
en términos de dinero y poder: Money, Money, Money...
Cuando
creemos que estamos frente al idealista, salta el materialista; cuando sentimos que por
fin conectamos con el romántico,
reacciona el destemplado: grita, trata de nabo a un periodista, tilda de perro faldero a un líder de la
oposición, de pichón de Hereford sin guampas a otro, de choriza a una
comunicadora, se manda una puteada urbi
et orbi, toma de la solapa a un ex ministro, descalifica a una mandataria
extranjera y a su difunto esposo, vuelve a insultar… En fin, ya sabemos cómo
es, ¿verdad?
Lo
peor es que ya no sorprende a nadie.
Hace
pocas horas, en medio del conflicto
docente más grave de los últimos años, en
vez de abrir las orejas y dialogar, no
tuvo mejor idea que arrojar un baldazo
de gasolina al centro de la hoguera.
“Uno
reparte lo que tiene, no lo que
quiere”, afirmó, entrecerrando los ojos, y,
acto seguido, opinó que en el conflicto hubo “falta de racionalidad”.
Reconoció
que “17.000 pesos para vivir no da”, pero agregó: “son cuatro horas 180 días en
el año. Te quedan otras horas para hacer otra cosa. Hay algunos que trabajan en
dos lados, van a la privada, no les paran y le pagan menos”. De locos, ¿verdad?
¿Será
que el presidente desconoce que
los docentes trabajan bastante más "de cuatro horas 180 días al año" como señaló, preparando clases,
estudiando, corrigiendo escritos y tareas
domiciliarias, realizando viajes didácticos, coordinando actividades
con otros docentes, tomando
exámenes, etc.? ¿Será que en verdad ignora cómo son las cosas o que lo dice a sabiendas, con la deliberada intención de mostrarlos como “vagos” y
así descalificar su reclamo frente a la población?
Quiero
creer lo primero, aunque confieso que me cuesta admitir que un Señor que llegó a la Presidencia de la
República con una mochila a cuestas tan pesada como la suya, sea tan
superficial en sus comentarios, y no mida el eventual alcance de los mismos.
Según
su última Declaración Jurada, y la de su Señora Esposa, Senadora de la
República, sus ingresos líquidos ascienden a $260.259 y $93.583,
respectivamente. Léase, entre
ambos, totalizan ingresos líquidos (¡mensuales!) por valor de $353.842.
¿Qué
ha hecho el Señor
Presidente a lo largo de estos años para
merecer semejante remuneración? En
rigor, nada que no hayamos visto o escuchado: agravios, comentarios livianos,
metidas de pata, groserías y tonterías como éstas.
Si el Señor Mujica ganara en función de
su productividad, de los
servicios prestados a la República y su creatividad para encontrar soluciones a
los muchos problemas que afectan a los uruguayos, estoy seguro que llegaría
a fin de mes debiéndole plata al
Estado.
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