Mujica va y viene, como el péndulo de un reloj. Dice y se desdice todo el tiempo; prende el señalero para un lado y dobla para el otro. Bascula entre cierto anarquismo romanticoide y el conservadurismo más recalcitrante con una facilidad asombrosa. Para colmo, dos por tres le salta la térmica y se manda alguna de las suyas. Acto seguido, salen sus laderos como felinos detrás del ovillo, a explicar lo inexplicable. ¡Pobres! ¡No ganan para disgustos!
Hace menos de un mes, señaló que la comunicación debe brindar “libertad de pensamiento” y advirtió, en el marco de un seminario sobre “Comunicación, pluralismo y papel de las nuevas tecnologías”, de los peligros que acompañan el control de los medios, ya que pueden convertirse en los instrumentos “más formidables de opresión”.
Sin embargo, el pasado viernes 22 citó a los presidentes de las empresas públicas a una reunión en la residencia de Suárez y Reyes con el propósito de manifestarles su molestia con la forma en que los medios de comunicación manejan la “crónica roja”.
A juicio del primer mandatario, el periodismo no está colaborando en la tarea de concientizar a los jóvenes (¿vaya uno a saber en qué?) y planteó la posibilidad de reducir la publicidad oficial por ese motivo, según contaron al diario El Observador participantes del encuentro. “¿Qué pasa si se reduce la publicidad oficial durante un mes?”, deslizó.
Según dicen, varios de los presentes objetaron la idea. No por principios sino por “razones técnicas”. Le señalaron que los planes de comunicación de sus empresas responden a una estrategia a mediano plazo y no es posible ni conveniente interrumpirlos de un momento para el otro.
No conforme con eso, el presidente salió a justificar sus dichos a través de La República: "un informativo policial tiene derecho a gastar cinco o diez minutos y decir todo lo que se le ocurra, pero debería desembocar en un análisis que golpee la conciencia subliminal de lo que significa el delito". De acuerdo a su opinión, el gobierno tiene "derecho a pedir a los medios de difusión que ayuden como elementos también de formación".
En esa misma línea se manifestó su esposa, la senadora Lucía Topolansky, quien recalcó que la idea del presidente no va en contra de la libertad de prensa sino que aboga por la “transmisión de valores”.
Por su parte, el vicepresidente Danilo Astori, señalo que el gobierno (aún) no tomó ninguna decisión al respecto, “aunque sería deseable más equilibrio”.
Ahora bien, es legítimo preguntarse ¿si tanta preocupación está referida a la forma en la que algunos medios de comunicación abordan la “crónica roja” o, en realidad, a que los medios reflejan una verdad que no quieren admitir? ¿No será que este súbito interés está relacionado en algún punto con la campaña de recolección de firmas por más y mejor seguridad que vienen impulsando blancos y colorados, y que el gobierno es consciente de que no está haciendo los deberes en esa materia?
Sea como fuere, el presidente y sus intérpretes se equivocan.
Se equivocan si están pensando en bajar la fiebre rompiendo el termómetro. Así no se resuelven los problemas; se tapan.
Se equivocan si quieren ejercer una suerte de tutela moral sobre la sociedad, definiendo qué conviene mirar, leer y escuchar y que no. El Sr. Mujica fue elegido presidente de los uruguayos, no capellán de la República.
Y se equivocan, especialmente, si pretenden disponer de los recursos del Estado para domesticar medios y comunicadores como lo vienen haciendo algunos de sus pares de la región. Ese camino conduce a la censura y al autoritarismo.
No es cortándole la publicidad oficial durante un mes, dos o un año a tal o cual medio de comunicación que lograremos mejores niveles de seguridad o crearemos “conciencia subliminal” sobre el delito. Suponer algo así, equivale a creer que reduciéndole el sueldo al ministro del Interior durante un tiempo bajarían los hurtos y rapiñas o que recortándole el salario al presidente, mejoraría su gestión o al menos asumiría las reglas y principios de la democracia liberal.
Si así fuera, no tengan dudas de que ambos terminarían sus mandatos sin un peso en sus bolsillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario