La recolección de firmas sigue viento en popa, y a consecuencia del éxito de la campaña, todas las semanas aparece algún dirigente dolorido, sobre todo de algunos que le temen a la avalancha del pueblo, la que seguramente les moverá el piso a sus sillones.
No les importa si lo que dicen es verdad o mentira. Tampoco miran si es mejor ponerse del lado de los delincuentes o de las víctimas. Lo único que parece interesarles es no perder votos.
Y uno podría preguntarse: ¿para qué les sirven los votos de los presos, si no pueden votar? Claro que los que están presos en el momento de las elecciones, no podrán hacerlo, pero sus los familiares y los pandilleros compañeros de tropelías, sí.
Tampoco es seguro que para el 2014 quede alguno preso, porque de aquí a allá muchos se habrán escapado o el gobierno los habrá puesto en libertad, tal como ha sido su política de los últimos años y que parece piensa continuar.
Claro que todos los que se manifiestan en contra del plebiscito, da la casualidad que son dirigentes bien protegidos por guardias de seguridad, casas o mansiones con buenas rejas y caras alarmas contratadas. Ninguno de ellos vive en un asentamiento, o en un barrio, ni tiene que salir a trabajar de madrugada o volver de noche a su casa; ni tampoco son jóvenes que quieren salir a estudiar o a divertirse como corresponde a sus edades. Son éstos y no los dirigentes, los que vienen a firmar sin que se les vaya a buscar.
Reconocemos, como demócratas y liberales que somos, el derecho a discrepar con lo que estamos promoviendo, lo que si no aceptamos es que, cuando en el afán de criticar se miente y se hace decir a la propuesta lo que no dice: “que todos los adolescentes van a ir presos y van a estar juntos en las cárceles para mayores”. Ni lo uno ni lo otro. Proponemos que se rebaje la imputabilidad de 18 a 16 años, solamente para aquellos que comentan delitos graves tales como homicidio, rapiña, secuestro o violación. Y no van a ser alojados en los infiernos carcelarios de los mayores, sino en un Centro de Rehabilitación especial para ellos, donde se buscará devolverlos a la sociedad, una vez que cumplan la condena, con posibilidades de insertarse en la sociedad como personas útiles y de bien.
Se nos dice también que nuestras medidas no podrán ser aplicadas hasta después de las próximas elecciones del 2014. Esto no es culpa nuestra, sino de los mismos que ahora nos critican, puesto que cuando propusimos en el parlamento estas mismas soluciones y otras muchas, que también hay que tomar para mitigar la inseguridad en que vivimos, ninguno de ellos levantó la mano para aprobarlas.
Últimamente, Monseñor Galimberti ha salido también a criticar la propuesta, y poco la ha faltado para decir que firmar es pecado. En sus declaraciones ha demostrado que desconoce totalmente el texto que se propone. ¡Por favor Monseñor!, lea primero las normas en juego, y no haga como el juez de fútbol que desconoce el reglamento y cobra al grito.
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