El Plan de reforma del ciclo básico de educación media impulsado a partir de 1996 por la ANEP se basó principalmente en: a) enseñanza por áreas del conocimiento, eliminando el excesivo número de asignaturas que castigaban y expulsaban una y otra vez a los adolescentes, sobre todo los de contextos más críticos; b) docente de establecimiento, radicado en él por un período mínimo de tiempo, con una carga horaria fija en el propio centro educativo y con horas de coordinación para trabajar con la dirección del centro y con sus colegas (docente de centro en contrario al docente taxi); c) extensión del tiempo pedagógico pasando de tres horas y cuarto a cinco horas y media diaria de clase; d) enseñanza de idioma inglés ampliando su carga horaria pasando de tres horas a cinco horas semanales; e) adecuación de programas y de los planes de estudios de modo de dotar a la enseñanza de pertinencia y atención de las necesidades de los adolescentes (espacio adolescente y aprendiendo el mundo actual, entre otras); g)enseñanza de informática con la creación de salas destinadas al efecto en todos los centros, con una inversión millonaria y para la adquisición del equipamiento para las mismas; h) reafirmación de la orientación tecnológica en el ciclo básico de UTU a través de la creación y constitución de las aulas galileo para propiciar el conocimiento tecnológico y la formación temprana en estas áreas; i) construcción y remodelación de decenas de centros educativos, consolidando al centro educativo de barrio, con dos turnos extendidos y no masificados, volviendo a los establecimientos en donde el director, los profesores y los adscriptos conocen a sus alumnos y sus respectivas familias; j) creación de complejos educativos en zonas de contexto crítico a través de la constitución de una verdadera comunidad educativa integrada por un centro de educación inicial, una escuela de educación primaria y un centro de educación media; k) entrega de miles de libros por área de conocimiento, así como guías para los docentes del ciclo básico de todo el país; l) proyectos pedagógicos y de centro donde la comunidad se involucraba competía y lograba recursos para destinar directamente a necesidades del establecimiento en el marco del proyecto de centro.
Transcurridos quince años de la implantación piloto del Plan 1996, en ocho liceos, varios gobiernos han tenido responsabilidad en la conducción de la educación del país. A la fecha la educación media continúa en el centro del debate y lo que es peor, se ha consolidado como una maquina destructora de generaciones de adolescentes que fracasan, que no logran superar los niveles mínimos (entre 30 y 32 % de repetición) o que abandonan los cursos engrosando las filas de aquellos que no estudian ni trabajan. Hoy por hoy solamente logran culminar el primer ciclo de educación el 68 % de los jóvenes entre 17 y 18 años, y de ellos solamente el 41 % de los que integran el Quintil 1 (20 % de menores ingresos), cifra que se reduce al 7.8 % si se trata de jóvenes entre 21 y 22 años de dicho Quintil que hayan completado la educación media, mientras que el 70% del Quintil más alto lo logra.
Ante esta contundente realidad, las propuestas surgen en forma semanal, yendo de aquellas que han suscitado la atención por su alto grado de impertinencia (cerrar los liceos por un año y hacer pruebas de evaluación entre aquellos que supuestamente no integramos el mundo imperialista) hasta otras más sensatas que procuran encontrar un camino común, un camino de acuerdo por donde transitar y en el menor tiempo posible.
Entre estas últimas encontramos el documento presentado, hace unos meses, por el consejero Daniel Corbo, del Partido Nacional. En una actitud compartible ha propuesto algunas medidas para atender la situación de la educación media. Dichas medidas, en líneas generales y sin perjuicio de algunas particularidades, son aquellas referidas precedentemente y que fueran las columnas vertebrales del Plan 1996, ni más ni menos. Esas propuestas tan combatidas por sindicatos, por dirigentes del actual partido de gobierno e incluso por integrantes del propio partido que el consejero integra, fueron aprobadas por el actual CODICEN.
Pero también, en estos días y sumándose a otras voces de integrantes del Frente Amplio, el Vicepresidente de la República ha sostenido que para transformar a la educación media básica hay que eliminar la enseñanza por asignaturas, volviendo a las áreas, adecuar el currículum para dotar a la educación de la pertinencia correspondiente, personalizar la educación a través de centros educativos más pequeños, reformar el Estatuto Docente a efectos de evitar que los profesores transiten de un centro educativo a otro y propiciando que los mejores puedan estar en los centros con mayores necesidades, entre otras.
Es buena cosa que, luego de haber transcurrido más de quince años del inicio de la reforma educativa de 1995, varios actores con responsabilidad de gobierno estén contestes en admitir que la transformación propuesta por el CODICEN presidido por Germán Rama era el camino correcto y que, más de una década atrás, tuvo la lucidez y visión de llevar a la práctica lo que hoy se consideran pasos fundamentales para la transformación de la educación media básica.
Lo triste para el país y para generaciones de adolescentes, es que hayan primado intereses corporativos, concepciones ideológicas perimidas y radicales en vez del interés superior de contar una educación de calidad, pertinente e inclusiva. Justamente ello fue lo que aconteció en el 2006 cuando el CODICEN, integrado en su totalidad por representantes del Frente Amplio, le propinó el golpe mortal a la transformación educativa iniciada en 1996. En dicha instancia se reinstauró el régimen de asignaturas en todo el ciclo básico, disminuyéndose, a la vez, la carga horaria semanal de inglés y de informática (de cinco a tres horas semanales). Ello, que en cualquier parte del mundo hubiese sido un escándalo, pasó sin pena ni gloria y hoy a más de cinco años después asistimos al reconocimiento expreso de que gran parte de las medidas y acciones desarrollas por Administraciones anteriores eran las correctas.
Como siempre el tiempo transcurrirá y permitirá ver con mayor perspectiva esta realidad, en particular las responsabilidades que puedan corresponder. Sin perjuicio, es hora de avanzar y concretar en los hechos los acuerdos que existen, retomando en lo pertinente las transformaciones iniciadas en 1995 por aquel grupo de profesionales que con compromiso y dedicación trabajaron por la educación de la República en todos los ámbitos. Es el momento de actuar, el gobierno que tiene las mayorías necesarias para ello, tiene la palabra y lo que es más, tiene la responsabilidad histórica de proceder en consecuencia.
(*) Docente. Abogado. Ex Secretario General del CODICEN (1999-2005).
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