Por Dra. Cecilia Vega (*)
A 181 años de la Jura de la Primera Constitución, debemos reflexionar sobre este hecho histórico y sobre el significado de su Juramento por el Pueblo Oriental.
En aquellos años se encomendó al intelectual y prestigioso político Jaime Zudañés la redacción del “Manifiesto que la Constituyente” dirigiera a los orientales con la referida tarea.
Tan acertadas fueron sus palabras, que se transformaron en verdades eternas, escritas para todos los tiempos y todos los pueblos y que especialmente en este 18 de Julio de 2011 deben ser recordadas, para evitar caer en la tentación de birlar sus mandatos más sagrados.
Reitero, el 18 de Julio de 1830 se juraba la primera Constitución de la República y las ceremonias para jurar solemnemente la nueva Constitución se fijaron para ese día, a los efectos de preparar, de educar a la población acerca de la importancia del texto de la Carta Magna.
Creo necesario en este nuevo Aniversario, reiterar esos conceptos no sólo para refrescar la memoria de la población, sino más bien de nuestros gobernantes que parecen haber olvidado el juramento realizado al asumir su mandato.-
Les voy a resumir tan solo algunos de los conceptos del legado que Zudáñes nos dejó, no sólo por ser una lección magistral, sino porque a 181 años tienen total vigencia, por ser lección de democracia y de acatamiento a sus principios y a su sistema.
Comenzaba, nada menos que con esta frase: “Por encima de todo, la libertad hay que preservarla, cuidarla”.- Y alertaba sobre: “El fiel respeto a la Constitución y a la Ley”. Para preservar la libertad, hay que respetar la Constitución y la Ley, respetar las autoridades, amar las instituciones y observar invariablemente el pacto constitucional que han sancionado nuestros Representantes.
Sobre el respeto a los principios constitucionales, expresaba: “la igualdad ante la ley, la seguridad de las personas y de las propiedades, son las bases de donde arrancan la felicidad de los ciudadanos y el engrandecimiento de las Naciones”.
Más adelante agregaba: “La forma de Gobierno republicano que ha sido sancionada, no sólo es conforme al espíritu del país, a los principios proclamados desde la revolución de América y a los deseos de todos sus habitantes sino también el más propio para alcanzar esa libertad que tanta sangre y tantos sacrificios cuesta a los Orientales.
Con referencia a la separación de los Poderes, indicaba: “Se dividieron los poderes, separándose la formación de las Leyes, de su ejecución y aplicación.- Sin una autoridad encargada de formar las leyes; sin una Gobierno que cuide de cumplirlas; sin jueces que las apliquen en las contiendas particulares… sería el escollo en que vendrían a estrellarse la libertad individual, la seguridad del ciudadano y el tranquilo goce de sus propiedades.- Vuestros jueces en el ejercicio de la judicatura, no dependerán ya del que manda, ni las sentencias que pronuncien serán el producto de su influjo”. Y por último, agregaba que “los derechos sociales del hombre, su igualdad legal, la seguridad personal, la inviolabilidad de sus propiedades, el derecho de petición, el libre ejercicio de toda clase de industria, agricultura y comercio, la libertad de prensa, el pleno goce de cuanto la ley no prohíbe, son bases para un Uruguay próspero”.- “Sin embargo, no por estar estampados en la Constitución, nos garantizarán por sí solos la felicidad. No, no es ella solamente la que ha de traernos la tranquilidad interior y la libertad. Es preciso que nosotros sacrifiquemos las aspiraciones, que nos prestemos gustosos, a cumplir la ley, y nos opongamos con firmeza al que intenta traspasarla. Los medios que nos son permitidos, los encontrareis detallados en la Constitución; si empleamos otros; si nuestras opiniones privadas han de dirigir nuestra conducta, en vano la juraremos, y en vano esperaremos sus saludables efectos”.
Pero quiero resaltar tal vez lo que más debiéramos recordar como ciudadanos, de cualquier partido, de cualquier estrato social, habitantes de cualquier punto de la República: 2Ninguna sociedad puede conservar la paz interior sin un centro de autoridad que reuniendo alrededor de si la opinión pública del país, el mismo interés común la haga obedecer y respetar. Por una fatalidad que ha hecho la desgracia de los pueblos americanos, el espíritu del partido, la ambición, la codicia, la venganza, las pasiones todas, se han reunido para desconocer ese centro común, que decidiendo las cuestiones que motivan las crisis políticas, habría siempre conservado la tranquilidad: la obstinación, y el empeño en vencer, no han conocido limites; así todos los poderes han sido vilipendiados y asaltados a la vez; nada ha sido respetado: y perdido de esta manera el equilibrio que lo sostenían, las reacciones se han sucedido y ha hecho de los pueblos el juguete de las pretensiones particulares.
Por ello, al igual que en 1830, exhorto a mis conciudadanos a defender nuestra Constitución contra toda acción u omisión que pretenda incumplirla o soslayar su exacto cumplimiento, pues sólo su exacto cumplimiento nos garantizará una República sana y un Pueblo feliz.
(*) Abogada. Escribana. Dirigente de la Agrupación Reconquista- Vamos Maldonado
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