Los estudiosos de Jorge Luis Borges coinciden que el Laberinto fue su tema central. Son muchas las obras del argentino universal en el que éste está presente.
Un detective que se pierde dentro de una casa enorme y llena de puertas que se abren, un laberinto, es parte esencial de La Muerte y la Brújula. Como lo es en La Forma de la Espada, La Casa de Asterion, El Inmortal y muchos más.
Borges definía el laberinto como un sitio en el cual uno se pierde en un sitio en el que , a su vez, uno se pierde en el tiempo. En El Laberinto afirma que lo cercan paredes de piedra, rectas paredes que agrieta la usura del tiempo. Ese laberinto lo tiene atrapado.
Para Borges el Laberinto representa el caos al que se enfrenta con la razón. Ese laberinto le gusta a la gente porque se cree que eso es el mundo, le da seguridad aunque no sabe dónde lleva. Pero, concluye, esto no es así.
Ese laberinto borgeano parece haber atrapado al Presidente Mujica y al Frente Amplio en su intento, por suerte fallido, de desconocer el voto de los uruguayos. Laberinto en el que se metió en la segunda mitad del año pasado y cuyas paredes de piedra lo cercaron.
Luego de comenzar su gestión planteando temas que unían y logrando consensos importantes en educación, seguridad y energía, el Presidente abandonó ese camino.
Parece ser que su canciller le propuso una solución mágica para derogar la ley de caducidad: la demanda que se había presentado contra el Uruguay en la CIDH. Si se condenaba al país no habría más remedio que derogar la ley afirmaron desde Relaciones Exteriores.
Fue así que el Ministro, afirmando en el Parlamento tener el apoyo del Presidente, presentó un proyecto de ley que desconocía lo que los uruguayos habíamos resuelto con nuestro voto.
Ante las críticas que recibió, el Presidente intentó tomar distancia del proyecto. Expresó que el gobierno no estaba involucrado en lo que proponía el propio gobierno a través del Ministro de Relaciones Exteriores. Lo que resultó inexplicable.
La aprobación de la ley en el Senado fue controversial. Un Senador votó contra su Partido expresando que no se respetaba el resultado de las urnas. Otro dijo que no estaba de acuerdo pero votaba por disciplina partidaria y renunció después a su banca. Un tercero pidió licencia para no votarlo.
Desde la oposición señalamos que no se podía desconocer lo que votamos los uruguayos. El ex Presidente Tabaré Vázquez contestó que los que votan no siempre tienen razón y por ende se podía desconocer lo que decidió el pueblo con su voto. Razonamiento que muestra graves fragilidades en sus convicciones democráticas. Sobre todo cuando fue el propio partido que pretendía anular la ley quien le había preguntado, dos veces, a la ciudadanía su opinión.
Llegado el tema a la Cámara de Diputados, aparece una encuesta que revela que la mayoría de los uruguayos estábamos en contra de derogar la ley porque hacerlo sería no respetar la decisión adoptada por el voto popular.
Entonces el Presidente y el Vicepresidente, afirmando contar con el apoyo del Dr. T. Vázquez, piden a los Diputados que no voten la ley porque ello afectará el futuro electoral del Frente Amplio. No se lo piden porque hay que respetar el voto sino porque de aprobarse la misma, perderían la elección del 2014.
Pese a ello el Partido de gobierno resuelve que se debe desconocer el voto de los uruguayos y sigue adelante. Dos diputados, del MPP, el grupo del Presidente Mujica, expresan que le harán caso a este y no votarán.
Entonces el Presidente les pide a los dos que ¡no le hagan caso a lo que él mismo pidió y voten la ley! Uno, se mantiene y dice que no la votara. El Presidente le vuelve a pedir que vote, esta vez por radio y el Diputado, Semproni, no la vota pero concurre al Parlamento con guardia policial.
Quiere decir, en resumen, que el gobierno envió un proyecto de ley por intermedio del canciller, pero que el proyecto no es del gobierno pese a que el canciller dice que es pero el gobierno dice que se le escapó, que el Presidente dice que ese proyecto hay que votarlo porque el Frente Amplio pide que se vote, pero el Presidente, el Vice y T. Vázquez le piden a los Diputados que no lo voten pero estos no les hacen caso, salvo dos, por lo que entonces el Presidente les pide que lo voten pese a que les pidió que no lo voten.
Es el laberinto de gruesas paredes que Borges entendía que representaba el caos en contraposición con la razón.
Esa razón que sugiere volver a las cosas que nos unen, como el Cambio en Paz, la Comisión para la Paz o el Nunca Más.
Esa razón que sugiere poner en el orden de prioridades del país la Educación, la Seguridad, la Vivienda, las Obras Públicas, el Empleo de calidad. Antes que la usura del tiempo nos agriete más el laberinto y nos comprometa el futuro.
(*) Abogado. Senador de la República. Líder de Vamos Uruguay.
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