Días atrás, el Consejo de Educación Secundaria citó a la directora del Liceo Bauzá, Graciela Bianchi, a fin de que explicara sus recientes declaraciones al semanario Búsqueda, en las que anunciaba que el personal de ese centro educativo no aplicaría la actual reglamentación sobre pasaje de grado y control de asistencias, y establecería criterios más exigentes.
Lejos de sentirse amedrentada, la directora respondió a las autoridades que efectivamente había realizado las afirmaciones que presenta la nota, y que la misma refleja “el espíritu de lo conversado”.
Ahora bien, ¿qué fue lo “conversado” con Búsqueda que despertó la alarma de las autoridades? ¿Qué es lo que se está haciendo o se piensa hacer en el Bauzá que genera tanto nerviosismo en las altas esferas y pone a la señora Bianchi bajo la lupa del sistema?
Básicamente: 1) “no facilitar las inasistencias, la falta de estudio o la violencia”; 2) “acordar con los padres que el alumno que asiste a esa institución va a estudiar”; 3) emplear las horas de coordinación para la realización de “cursos de nivelación” a fin de acortar la brecha “entre lo que los alumnos tienen que saber y lo que saben”; y 4) ofrecer a los docentes un “liderazgo pedagógico al qué aferrarse” con el propósito de sacarlos del “estado de desilusión y frustración en el que están”.
Básicamente: 1) “no facilitar las inasistencias, la falta de estudio o la violencia”; 2) “acordar con los padres que el alumno que asiste a esa institución va a estudiar”; 3) emplear las horas de coordinación para la realización de “cursos de nivelación” a fin de acortar la brecha “entre lo que los alumnos tienen que saber y lo que saben”; y 4) ofrecer a los docentes un “liderazgo pedagógico al qué aferrarse” con el propósito de sacarlos del “estado de desilusión y frustración en el que están”.
Nada nuevo bajo el sol, ¿verdad? Objetivos plausibles y medidas lógicas, fruto del sentido común y de una clara percepción de la realidad. El problema está en que esos objetivos y medidas contradicen los lineamientos oficiales y el espíritu que las anima. El problema está en que nuestras autoridades no viven en la realidad y están varadas en un mundo que ya no existe, presas de sus prejuicios ideológicos y sus intereses corporativos. El problema está en que el sentido común y el realismo se han vuelto flores exóticas ya no en nuestro sistema educativo sino en nuestra sociedad, y quienes plantean cosas tan obvias y elementales como las que señala Bianchi son vistos como herejes o enemigos de la Patria.
Desde luego, esto no es nada extraño. Estamos hablando de las mismas autoridades que ponen en duda la validez de las pruebas PISA, proponen comparar nuestras estadísticas con las de Bolivia y Paraguay y no las de Finlandia o Hong Kong (porque “Finlandia es un país rico” y nosotros no), plantean un “año sabático” para discutir y elaborar un “nuevo modelo educativo” y no tienen el menor inconveniente en implementar un programa de “retención de alumnos” en base al reparto de dinero sin ningún tipo de contrapartida académica.
Estamos hablando de autoridades que no impulsan el tan mentado “cambio educativo”, sino que cuidan que no se levanten olas y que el statu quo permanezca intocado, aunque sus proclamas y discursos digan otra cosa, y sus víctimas se cuenten por miles. Algunas cifras dan una clara dimensión del problema: sólo uno de cada diez alumnos que repiten un año escolar logra terminar el liceo; el 48% de las alumnos con 15 o más años de edad no concluyen primer ciclo y el 75% no termina Bachillerato. Alarmante, ¿no? Bueno, tenga en cuenta que lo es para usted, para mí y para la Sra. Bianchi, pero no para aquellos que tienen la responsabilidad de dar vueltas las cosas.
Está claro que no quieren educar a nuestros jóvenes para el “mercado de trabajo”, ni para vivir bajo las reglas del sistema capitalista, sino formar al “hombre nuevo” -¡oh sorpresa!- con los mismos métodos de hace un siglo y medio, cuando éramos una gran estancia gerenciada desde Londres y el pobre Varela se disponía a abrir las puertas de la civilización; y, básicamente, con el mismo modelo de enseñanza-aprendizaje de aquel entonces. Eso sí, todo eso sin la exigencia de antaño, abaratando el nivel de conocimientos al máximo y liberando de responsabilidades a estudiantes y docentes. Aunque no quieran admitirlo, su conservadurismo disfrazado de progresismo es parte del problema. Sus prejuicios, tabúes e intereses condenan a nuestros jóvenes a seguir “aprendiendo” informática en pizarrones de tiza, a que aborrezcan el inglés por lo que connota en términos políticos e ideológicos y terminen Secundaria prácticamente sin saber leer y escribir.
Quienes somos docentes por vocación, y no estamos alineados con el jacobinismo gremial, ni vemos a la docencia como una trinchera política-partidaria, sabemos que nuestra labor implica construir futuro, abrir puertas al conocimiento, estimular la creatividad y demandarle al alumno que rinda al máximo. No es cultivando el “pobrismo”, como diría el amigo Marcos Cantera Carlomagno, sino alimentado su espíritu de superación, sentido de responsabilidad, capacidad emprendedora e iniciativa individual que esos jóvenes encontrarán su ventana de oportunidad, y si no la encuentran, la construyan.
"Los niños de ahora harán trabajos que aún no están inventados. Para que las economías prosperen necesitamos niños que piensen de forma creativa y entiendan la realidad en la que viven", señala Ken Robinson, un experto inglés en educación y creatividad que ningún docente debería dejar googlear, pero cuyas palabras suenan -entre nosotros- a mandarín. Acá no estamos pensando en el futuro, sino en el pasado. No estamos pensando en los estudiantes sino en los juegos de poder. Estamos presos del espejo retrovisor, del silloncito y del recibo de sueldo. Nuestro materialismo –ramplón y mezquino-, combinado con nuestra nostalgia patológica nos impide ver más allá de nuestras narices y salir de la baldosa en la que estamos encerrados.
A todo esto, según trascendió, las autoridades de Secundaria no le manifestaron a Bianchi su disgusto con la información publicada ni le informaron qué medidas tomarán al respecto, simplemente se limitaron a “tomar nota” de lo sucedido, aunque hay quienes, por lo bajo, reclaman medidas ejemplarizantes.
Es lógico, no es la primera vez que la profesora Bianchi mete el dedo en el ventilador. El año pasado, renunció a la Secretaria Administrativa del Codicen, para no ser “cómplice”, según dijo, de sectores de izquierda que funcionan como “agencias de colocación en el Estado” (es decir, de la designación de personal por afinidad política y no por “competencia técnica, algo que durante toda la vida la izquierda criticó y ahora realiza con el mayor desparpajo). En aquella oportunidad, la actual directora del Bauzá señaló a Búsqueda que esas prácticas en el gobierno de la educación están “sustituyendo” al Estado de Derecho “por la vía de los hechos” y que la inclusión de los sindicatos en el gobierno de la enseñanza llevará al Uruguay al “peronismo”.
No cabe duda de que la Sra. Bianchi es una mujer honesta, que tiene claro dónde está parada y hacia dónde NO tenemos que ir.
No cabe duda de que la Sra. Bianchi es una mujer honesta, que tiene claro dónde está parada y hacia dónde NO tenemos que ir.
¡Ojalá que la “rebelión del Bauzá”, una escaramuza potencialmente anecdótica, contagie a muchos otros hasta transformarse en la revolución de la sensatez! De esa posible "epidemia" depende, en buena medida, nuestro futuro.
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