Revolucionario.
La escuela 95 de Mercedes (departamento de Soriano) se convirtió hace poco en
el primer centro de estudios del país que incluyó una pizarra digital
interactiva (PDi) a su práctica escolar, que además de educar y entretener
disminuye los problemas de conducta entre los alumnos.
“Se trata de un sistema informático de
proyección visual que cuenta con un dispositivo que permite interactuar sobre
una pantalla o la pared”, contó al diario El País la maestra y "alma mater" del
emprendimiento, Martha Giménez.
Para la docente -galardonada en el
Segundo Foro Latinoamericano de Docentes Innovadores (2009) con el primer
premio en la categoría Comunidad en el marco rural-, se trata de una herramienta
“diferente a todo lo que hemos trabajado. Tiene un software que nos permite
desarrollar la geometría, trabajar sobre audio y video, y a niños con
dificultades les facilita mejorar sus destrezas porque les permite cumplir las
tareas utilizando solamente el dedo para escribir”. Asimismo, nota que los alumnos “quedan totalmente atrapados por este recurso, a tal punto que
no se presenta en la clase ningún tipo de indisciplina”.
Giménez entiende que se trata de una
tecnología que se masificará algún día, por lo que los niños de su escuela ya
se encuentran insertos en ella y preparándose “para los cambios vertiginosos
que depara el futuro inmediato”.
La empresa Red Qualitas aportó el
equipamiento, pero los docentes pusieron lo más importante: compromiso y buena
voluntad para quedarse después de hora para capacitarse en su uso y poder
guiar a sus alumnos.
Como es obvio, la clave no está en la
pantalla -como no lo está en la XO, ni en ningún otro recurso tecnológico-, sino en el
factor humano. En primer lugar, en el liderazgo positivo de una directora emprendedora,
con una visión clara de cuál es el norte al que debe apuntar y el coraje
necesario para recorrer caminos nuevos; y en segundo lugar, en el compromiso
de una comunidad educativa abierta a los cambios y dispuesta a asumir “pequeños
sacrificios” en aras de una causa mayor: la formación de los niños.
¿Milagro? No: ideas claras, constancia
y amor a la docencia. No sólo la fe mueve montañas; la vocación también.
Uruguay necesita muchas escuelas 95 y muchos maestros como esos. ¡Necesita gente con ganas de hacer cosas! ¡Necesita que la pizarra con la que se enfrentan nuestros niños deje de ser una ventana al
pasado para transformarse en una ventana al futuro!
La revolución está en marcha y arrancó –una
vez más- en Soriano.
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