Momolandia

Por Gustavo Toledo

Arrancó el carnaval más largo del mundo. ¿El de Río? ¿El de Venecia? ¿El de Gualeguaychú? No, el nuestro. ¿Cómo, no lo sabía? Año tras año, durante cuarenta largos días, y a veces más, padecemos la misma cantinela: cabezudos bamboleantes, barrocas danzarinas, murgas compañeras y desfiles interminables. Ante tal derroche de energía y entusiasmo sólo nos resta agarrar el pomo y ponernos las caretas, aunque en algunos casos sería preferible que se las quitaran y dejaran de mojarnos desde arriba. Pero eso, estimados amigos, ya es mucho pedir…

En los tablados se va a hablar de lo de siempre, pero en esta ocasión, según dicen, las letras van a hacer referencia a dos temas hasta ahora vedados: la inseguridad y los problemas de la educación.

No es para menos.

Más de treinta muertos en un mes. El ministro del Interior, de vacaciones, y el encargado de relaciones públicas de la Jefatura de Montevideo, un sensible funcionario encargado de dar la cara ante la población, abocado a terminar un mural al mejor estilo Diego Rivera. ¿Pará que van a estar en la trinchera todos los días del año, las veinticuatro horas del día, si no pasa nada? Comparados con 1993, estamos bárbaros. Y con las estadísticas de Zimbabwe o la República de Togo, ni le digo. Si alguien tiene dudas, pregúntele al “Perro” Vázquez, un verdadero experto en (in)seguridad.

La educación pública se cae a pedazos. Cosa que parece no percibirse desde las alturas. Hasta allá arriba sólo llega el runrún de las sillas. Que las escuelas, liceos y facultades se caigan a pedazos y no cumplan con su función civilizadora (es decir, que no eduquen, ni consigan darle instrumentos a los niños y jóvenes para desenvolverse en la vida y conseguir un trabajo decente) más que grave, es gravísimo, ya que eso afecta –deberían saberlo quienes hacen gárgaras con palabras como progresismo, justicia social, inequidad, etc.- a los que menos tienen. Supone quitarles -quizás- la única posibilidad que tienen de salir del círculo perverso de la miseria, algo así como recortarles las alas antes de que empiecen a volar. Pero eso no importa. ¿Para qué necesitarían estudiar si el MIDES con solo llenar una planillita les da todo lo que necesiten? ¿O para qué van esforzarse aquellos que tienen la dicha de tener trabajo si el IRPF te muerde el bolsillo tan pronto te pases de la franja? Resultado: casi 50.000 NI-NI (jóvenes que ni estudian ni trabajan) y el 80% de los beneficiados por los planes estatales que no busca ni quiere buscar empleo. Una generación de uruguayos crece a la sombra de un sistema de prebendas y subsidios que orada su dignidad y los transforma en seres supetidados a los antojos del bolsillo oficial (léase, del gobierno de turno). Al contrario del consejo bíblico, no se enseña a pescar sino a depender del pescado ajeno. Para muchos eso se llama “equidad”, para otros "asistencialismo", y su objetivo no es "hacer justicia" sino “armar una clientela”.

Ahora bien, ¿cuál es la preocupación del Sr. Presidente y su círculo áulico? ¿Acaso los programas de Secundaria? ¿La incorporación de la informática a la praxis educativa? ¿El bilingüismo? ¿La enseñanza de las ciencias? No,  ¡pamplinas! Su preocupación es la integración del CODICEN y los consejos. O sea, quién manda. Hacen cuentas en el aire: esta silla para vos, esta para mi, y esta la dividimos a la mitad. A nadie se le ocurre plantear que es necesario terminar con ese mamarracho corporativista llamado CODICEN en el que supuestamente todos están representados (mentira) y nadie manda, y sustituirlo por un ministerio de Educación como Dios manda, con real competencia en la materia como cualquier otro país del mundo. Claro que no. Hacerlo supondría moverle la silla a la oligarquía sindical, verdadero poder detrás del trono.

Como faltan ideas y sobran excusas, el presidente le reclamó a sus ministros una carilla y media de propuestas. A la mayoría, con un boleto de Cutsa, les alcanza y les sobra. Al presidente, en cambio, no le basta la guía telefónica para condensar los bolazos que a diario se le ocurren.

Según una encuesta de Equipos Mori, si las elecciones fueran hoy, el Frente Amplio recogería 44% de los votos y la oposición, sumada, 37%.

Lógico: el Frente es cada vez más amplio: tanto juega para la izquierda como para la derecha. Atiende en su casa central, con Pepe, Marenales, Lorier y Castillo a la cabeza, pero también en el kiosquito de la derecha. Preguntar por Danilo, el encargado, o Fernandito, el canillita. A Tabaré no lo ponemos fijo en ningún lado, ya que, en términos ideológicos, cultiva el nomadismo desde hace mucho.

Un partido de prestidigitadores, faquires e ilusionistas sólo puede vender fantasías, papel picado y humo. El problema no es lo que ofrecen, sino que mucha gente esté dispuesta a comprarlo.

No hay duda, esta es la tierra del dios Momo.