Otro aspecto muy importante además del consumo de
energía eléctrica per cápita como índice de desarrollo humano de una nación,
resulta ser la seguridad energética. La seguridad energética sólo puede ser
asegurada, valga la redundancia, por fuentes pasivas de almacenamiento. Resulta
fundamental que la energía sea almacenada para su uso en momentos de carencia
periódica o en fases de aumento aleatorio de la demanda. Un caso específico es
el que estamos viviendo ahora con estos picos de consumo en verano cuando
históricamente ocurrían sólo en invierno. Argentina hace años que tiene su pico
anual de consumo en verano debido al uso masivo de equipos de aire
acondicionado y el aumento de la actividad industrial en épocas veraniegas.
Por el momento
sólo las fuentes convencionales de energía ofrecen esa seguridad. Sus
combustibles sean estos, agua, carbón,
derivados del petróleo, gas natural o barras de uranio, pueden ser almacenados,
a bajo costo, próximos a las plantas de generación de energía eléctrica.
Los derivados
del petróleo, carbón y uranio pueden ser estoqueados en las inmediaciones de
las usinas para producir energía siempre que los consumidores lo demanden.
Las centrales
hidroeléctricas producen energía renovable y su forma de almacenar energía es
manejando los niveles de sus espejos de agua como reservorios y represas,
dependiendo la cantidad de energía almacenada de las capacidades de estos. Las
centrales nucleares pueden almacenar en forma de barras de uranio para ser
utilizados en los momentos de demanda y todo el combustible para su vida útil
es pasible de ser almacenado en las inmediaciones, dada su alta concentración
de energía característica propia del combustible nuclear.
Por otra parte
el único almacenamiento disponible para las energías alternativas (eólica,
solar eléctrica, mareas,…) son las baterías que resultan extremadamente
onerosas. Sólo por ejemplo diremos que un auto eléctrico tiene un precio en
origen de unos US$35000 del cual el 70% pertenece al costo de las baterías. Por
lo tanto imponer el uso de fuentes alternativas para satisfacer el crecimiento
estructural de la demanda, con seguridad energética, actualmente significa
imponer a los consumidores un enorme aumento en las tarifas de energía.
La experiencia indica que es prudente mezclar
en la matriz energética nacional fuentes convencionales con fuentes
alternativas donde estas tengan una participación modesta mediante incentivos
específicos pero no para ser utilizadas en proveer al crecimiento estructural
de la oferta energética. Más aún, deberán estas energías alternativas ser
respaldadas por generación en firme convencional para manejar los altos y bajos
propios de su característica aleatoria. Ej. Los molinos de viento generan según
un patrón imprevisible instante a instante dependiendo de la existencia de
vientos de intensidad variable y los paneles solares eléctricos reciben variaciones
de iluminación solar dependiendo del pasaje de nubes y ocurrencia de lluvias,
además por supuesto permanecen inactivos todos las noches durante todo el año.
Si Uruguay no
baja sus costos de energía eléctrica o piensa utilizar fuentes alternativas
como base de su respuesta a la demanda, se provocaría una desarticulación de la
industria y un masivo desempleo industrial junto a una enorme pérdida de
competitividad de nuestras industrias en el mercado internacional. Recordar que
nuestros costos energéticos son de los más altos de la región, resulta
necesario dar respuestas a los problemas ambientales de nuestro tiempo sin
desarticular las economías.
Nuevamente, la
eólica, solar y biomasa no pueden ser parte de la expansión de generación firme
porque no proveen a la seguridad energética. Son apenas fuentes
complementarias.
Las fuentes
sustitutas de la hidroeléctrica que ha dado casi su máximo en Uruguay deben depender de la voluntad humana y no de
los caprichosos ciclos de la naturaleza. Necesariamente la energía nuclear puede ser la expansión en firme a
costo competitivo para que nuestra matriz pueda sumar las energías alternativas
con respaldo suficiente terminando con las incertidumbres recurrentes en
nuestro país.
Alemania acaba de retroceder en su
determinación de eliminar la energía nuclear por la razón del artillero,
invierno crudo - falta de energía. Mientras Francia tiene el 80% de su matriz de energía eléctrica en base nuclear y
tiende a aumentar dicha proporción.
Los reactores
nucleares de última generación son mucho más seguros que la mayoría de los
reactores actualmente en funciones. Los tan sólo tres mayores accidentes
nucleares ocurridos en casi medio siglo de servicio de la energía nuclear no
hubieran ocurrido de contar con las tecnologías actuales. Estos tienen
dispositivos pasivos de seguridad o sea sin intervención humana y son reactores
de larga vida útil con mayor eficiencia térmica y robustez.
Los
ambientalistas de mentalidad más abierta como los fundadores de la AAEN
(Asociación Ambientalista a Favor de la Energía Nuclear) presente en 60 países
aceptan la importancia de la energía nuclear como herramienta para abatir las
emisiones de gases de efecto invernadero.
(*) Ingeniero. Ex
Director de Energía del gobierno del Dr. Jorge Batlle (2000-2005)
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